Qu¨¦ sinti¨® el bater¨ªa de Los Planetas cuando con seis a?os su padre le apunt¨® con una pistola
Eric Jim¨¦nez, considerado el mejor percusionista de 'indie' espa?ol, cuenta en un libro a tumba abierta su disfuncional vida
Eric Jim¨¦nez prob¨® la hero¨ªna cuando ten¨ªa 16 a?os. A esa misma edad se cas¨®. Las dos cosas, tan trascendentales, fueron breves. Aquel pico que se meti¨® en Granada para hacerse acreedor de la amistad de los mayores del barrio le sent¨® tan mal que no lo volvi¨® a probar. "Mira, mira. Me he picado", les dijo a los mayores ense?¨¢ndoles la marca en el brazo. Luego comenz¨® a vomitar. En cuanto a su enlace, duro varios a?os, pero... "Fue muy intermitente. Pasaban seis meses en los que no nos ve¨ªamos. ?ramos unos cr¨ªos. Yo ten¨ªa una necesidad muy grande de que me quisieran. Una de las causas por las que me cas¨¦ con esa edad fue porque cre¨ªa que no me iba a querer una chica nunca m¨¢s", comenta el protagonista.
Ernesto Eric Jim¨¦nez (Granada, 1967) acaba de publicar Cuatro millones de golpes (Plaza & Janes), un libro sorprendente en varias facetas. Es un texto que funciona de forma cre¨ªble en varios frentes: como expositor de los traumas de alguien que ha tenido una infancia disfuncional; como la verbalizaci¨®n de los temores y ambiciones de una etapa tan compleja como es la adolescencia; como retrato cultural de una ¨¦poca de la m¨²sica espa?ola (el llamado indie) que hoy vive una segunda explosi¨®n con grupos como Vetusta Morla o Love of Lesbian; y como cuadro psicol¨®gico del que tiene la fama como el miembro m¨¢s tarado de los grupos de rock, el bater¨ªa.
Se cas¨® a los 16 a?os porque pens¨® que no iba a encontrar a otra chica que le quisiera
Jim¨¦nez ha liderado en los ¨²ltimos 20 a?os la clasificaci¨®n de mejor bater¨ªa del rock en las encuestas de Radio 3. Empez¨® con la banda punk KGB para luego formar parte de Lagartija Nick, Los Planetas, la banda de Morente, Los Evangelistas y decenas de grupos j¨®venes y veteranos que han requerido su personal y potente pegada.
En un libro de casi 300 p¨¢ginas, Jim¨¦nez dedica bastante espacio a hablar de su padre, Carlos, un terrateniente granadino chapado a la antigua que estaba casado con una mujer francesa que no pod¨ªa tener hijos. Llevaba una doble vida, porque manten¨ªa una relaci¨®n con la granadina Adoraci¨®n, la futura madre de Eric y de sus dos hermanos. Carlos acud¨ªa casi todos los mediod¨ªas a visitar a Adoraci¨®n a una pensi¨®n que ella regentaba, propiedad de ¨¦l. "Siempre sub¨ªa las escaleras silbando la canci¨®n de El Padrino. Mis hermanos y yo sab¨ªamos a lo que iba", se?ala Eric.
"Mi padre siempre llevaba una pistola, porque toda la gente que es cobarde la lleva. Era normal o¨ªrle decir: 'Como saque la pistola me cargo hasta las manillas", nos comenta Eric. ?l, con seis a?os, estaba jugando con un vaso de pl¨¢stico. Se le escap¨® y fue a darle en la cara del padre. "Autom¨¢ticamente se levant¨® de la mecedora, cogi¨® la pistola de la mesa, y no dir¨¦ que me enca?on¨® porque suena muy tr¨¢gico, pero s¨ª que me apunt¨® haciendo el amago de que me iba a pegar un tiro", cuenta en el libro.
45 a?os despu¨¦s, Eric reflexiona sobre aquel episodio: "En su momento no sent¨ª nada. Fue con el transcurso de los a?os, conforme fui creciendo, cuando pens¨¦: 'Madre m¨ªa". El m¨²sico afirma que ni ¨¦l ni sus dos hermanos ni su madre sufrieron violencia f¨ªsica por parte del padre. "Pero s¨ª abusos psicol¨®gicos. Incluso cuando mi madre decidi¨® cortar toda relaci¨®n con ¨¦l nos llamaba para comprarnos con dinero. Nos dec¨ªa que si ella recuperaba la relaci¨®n con ¨¦l nos dar¨ªa un mill¨®n de pesetas".
Un d¨ªa, cuando todav¨ªa se manten¨ªa la relaci¨®n entre el padre y la madre, Eric llam¨® a la casa del padre. Este cogi¨® el tel¨¦fono y le dijo: "No conozco a ning¨²n ni?o que se llame Ernesto". "Aquello fue un palo", relata el m¨²sico. Cuando su padre falleci¨®, Eric era un adolescente y dice que no sinti¨® nada.
Antes de fallecer, el padre le dijo a sus hijos que fueran a la parroquia ("iba todos los d¨ªas a confesarse: solo viv¨ªa para las apariencias", desliza el autor), porque all¨ª hab¨ªa instrucciones sobre la herencia. "Cuando llegamos all¨ª, solo nos dieron tres fotograf¨ªas con nuestros nombres borrados. Nada de dinero. Est¨¢ claro que se lo quedaron los curas", comenta.
La familia sali¨® adelante, pero las secuelas psicol¨®gicas minaron a Eric. "No me falt¨® de nada en mi infancia. Pero estaba solo. Mis dos hermanos me sacaban 13 a?os, faltaba la figura paterna... me sent¨ªa inferior a los dem¨¢s", dice. En el libro cuenta que, seguramente por esta inseguridad, se hizo pis en la cama hasta bien entrada la adolescencia.
Uno de los datos m¨¢s sorprendentes de la parte musical de la biograf¨ªa de Jim¨¦nez es d¨®nde aprendi¨® a tocar la bater¨ªa. "Es feo decirlo, pero mi tercera influencia [las dos primeras son la Semana Santa granadina y Budgie, el bater¨ªa de Siouxsie and the Banshees] ha sido la Falange, sencillamente porque quien acompa?aba a la Virgen [en la Semana Santa] en la banda de cornetas y tambores era la OJE (Organizaci¨®n Juvenil Espa?ola creado por Primo de Rivera)". Ingres¨® a los diez a?os y asegura que hizo la mili a esa edad, en los campamentos que se organizaban a base de disciplina franquista.?
Si alguien busca trapos sucios del indie espa?ol que tan intensamente ha vivido (y vive) Eric Jim¨¦nez en Cuatro millones de golpes no los va a encontrar. "Pongo a much¨ªsima gente mejor de lo que es", ironiza el autor.
Dice dedicar el libro al p¨²blico, que con su cari?o es el que le ha salvado la vida. Y a su hija Gabriela, de 5 a?os. "Es lo mejor que me ha pasado en mi vida. Ella es el punto de reflexi¨®n sobre todo", se?ala. Eric vive ahora con una nueva pareja, unos a?os m¨¢s joven que ¨¦l y dice llevarse muy bien con la madre de su hija. La cr¨ªa vive con la madre en Santander. El bater¨ªa disfruta de ella 10 d¨ªas cada dos meses y todas las vacaciones, la mitad de los d¨ªas.
Ya no se droga, bebe muy poco ("en la gira de este a?o de Los Planetas todos se iban de fiesta y yo me iba al hotel: estoy as¨ª mejor"), tiene un bar en Granada (El bar de Eric), sigue tocando en varias bandas, grabando discos (el ¨²ltimo el de Lagartija Nick) y da clases de percusi¨®n. "?Que si los bater¨ªas estamos locos? De eso nada. Los locos son los que rodean al bater¨ªa: el guitarrista, el bajista, el cantante...", comenta.
Y su madre, ?a¨²n vive? S¨ª, Adoraci¨®n tiene 92 a?os y est¨¢ en una residencia. Eric la visita peri¨®dicamente. "Est¨¢ ciega, sorda y vive pegada a una botella de ox¨ªgeno. Y a¨²n as¨ª, le pregunto: 'Mam¨¢, qu¨¦ tal est¨¢s'. Y me responde: 'Divinamente".
Eso se llama estar entrenado para, pase lo que pase, ser feliz. O, al menos, intentarlo.
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Autor: Eric Jim¨¦nez.
Editorial:?Plaza Y Jan¨¦s (2017).
Formato: versi¨®n Kindle y tapa dura (288 p¨¢ginas).
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