El faro clim¨¢tico del fin del mundo
La Ant¨¢rtida es el principal laboratorio de investigaci¨®n del calentamiento global por su gran sensibilidad a los cambios ambientales
El faro del fin del mundo al que el novelista Jules Verne (1828-1905) dedic¨® una de sus ¨²ltimas novelas est¨¢ en la isla de los Estados, en el extremo m¨¢s oriental de la Tierra del Fuego, en territorio argentino. El faro que inspir¨® a Verne no es el actual; el original se localizaba en una zona particularmente abrupta de la isla, azotada por dur¨ªsimos temporales, lo que hizo que fuera testigo de numerosos naufragios. El car¨¢cter legendario de aquel remoto lugar, situado al final de la tierra, fue lo que anim¨® al escritor franc¨¦s a situar all¨ª la acci¨®n de su novela.
M¨¢s al sur de esa inh¨®spita isla se localiza otro faro particularmente importante en la actualidad. No se trata de un faro de los convencionales, destinado a guiar a los navegantes que se adentran en la regi¨®n ant¨¢rtica, sino de uno simb¨®lico ¨Cla propia Ant¨¢rtida¨C, que arroja luz sobre el cambio clim¨¢tico, el mayor reto medioambiental al que se ha enfrentado jam¨¢s la humanidad.
Las caracter¨ªsticas tan particulares que tiene la Ant¨¢rtida hacen de ella el principal laboratorio de investigaci¨®n del cambio clim¨¢tico actual. A pesar de estar, aparentemente, aislada del resto del mundo, es una regi¨®n de la Tierra muy sensible a los cambios ambientales, de toda ¨ªndole, que est¨¢n ocurriendo. Cambios en la temperatura, la precipitaci¨®n o las corrientes marinas tienen su reflejo en el paisaje ant¨¢rtico y en los distintos ecosistemas que alberga. Algunos de los impactos empiezan a ser perceptibles; los hay m¨¢s y menos sutiles, pero todos ellos son se?ales luminosas que gu¨ªan a los cient¨ªficos en la navegaci¨®n por las regiones m¨¢s ignotas del mar del conocimiento clim¨¢tico.
Ese faro clim¨¢tico del fin del mundo, como indica el t¨ªtulo de la entrada, puede iluminarnos sobre el comportamiento futuro del clima, aport¨¢ndonos algunas claves que nos permitan reducir las actuales incertidumbres que arrojan las proyecciones clim¨¢ticas. Los investigadores polares son conscientes de ello, y esa es la raz¨®n por la que la mayor¨ªa de sus proyectos abordan cuestiones ligadas, en mayor o menor medida, a la componente atmosf¨¦rica. Basta con echar un vistazo a los trabajos que llevar¨¢n a cabo nuestros cient¨ªficos en la XXXI Campa?a Ant¨¢rtica Espa?ola, para darnos cuenta de esto.
Una parte importante de su actividad dar¨¢ continuidad a las que ya se han venido realizando en anteriores campa?as. All¨ª, a la isla Livingston, volver¨¢n los glaci¨®logos para seguir monitorizando sus glaciares y aprendiendo m¨¢s cosas sobre su estructura, din¨¢mica y su balance de masa, clave esta ¨²ltima para conocer si est¨¢n contribuyendo o no a la subida del nivel del mar. Tambi¨¦n se quiere saber si en aquel aire tan g¨¦lido y, en principio, tan limpio hay trazas de contaminantes org¨¢nicos persistentes, fruto de la contaminaci¨®n global, un problema que cada a?o que pasa adquiere unas mayores dimensiones y que afecta directamente a nuestra salud. Son solo dos ejemplos de los estudios de campo que llevar¨¢n a cabo all¨ª nuestros investigadores ant¨¢rticos.
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