Fantasmas despiertos
El populismo que Evita Per¨®n invent¨® en Argentina sigue vivo en Venezuela con el chavismo
Hay un parentesco directo entre lo que podr¨ªamos llamar el modelo chavista, copiado con variantes en Nicaragua, Bolivia o Ecuador, y el peronismo de mediados del siglo pasado en Argentina. S¨®lo que Ch¨¢vez se vali¨® solo, como cabeza ¨²nica, y el general Per¨®n necesit¨® del auxilio invaluable de su esposa, la Evita icono de musicales, novelas y posters, entronizada en los mismos altares donde se venera al Che Guevara, a John Lennon o a Marilyn Monroe.
Otros art¨ªculos del autor
Ella invent¨® la insignia del populismo: abrir las arcas del Estado para dar, sin control ni medida, haciendo de la beneficencia p¨²blica una gran funci¨®n de Estado envuelta en una formidable parafernalia. Una gran caja chica donde el benefactor tambi¨¦n puede meter las manos para su propio beneficio. La caridad con categor¨ªa institucional, para atraer la adhesi¨®n pol¨ªtica de los despose¨ªdos, que al recibir algo despiertan en los dem¨¢s la esperanza de que tambi¨¦n van a ser parte del magn¨¢nimo bot¨ªn, aunque nunca les llegue el turno de recibir una m¨¢quina de coser, una cama, una beca, unas bolsas de cemento, un techo de zinc, unas aves de corral, una vaca parida.
En la Fundaci¨®n Eva Per¨®n, creada en 1948 como una gran maquinaria demag¨®gica de regalar mu?ecas y triciclos para los ni?os, muletas y pr¨®tesis a los ancianos, bicicletas y cocinas, sin que las estructuras sociales dejaran de ser tan injustas como siempre, est¨¢ la ra¨ªz de todo lo que hemos conocido como socialismo del siglo XXI, multiplicado con creces por Ch¨¢vez y sus imitadores populistas.
Evita se vali¨® para sus dispendios colosales de las reservas de oro de Argentina, entonces las m¨¢s grandes del mundo; Ch¨¢vez, ya lo sabemos, del petr¨®leo de Venezuela, tambi¨¦n las reservas m¨¢s grandes del mundo. Y ambas econom¨ªas, que parec¨ªan inconmovibles, quedaron en quiebra.
Pude ver algo de lo que son estas ra¨ªces del populismo en mi visita al Museo Evita en Palermo, que ahora funciona donde estuvo el Hogar de Tr¨¢nsito n¨²mero 2, destinado a socorrer a las mujeres necesitadas y a sus hijos. Esta era una de las decenas de instituciones de caridad que la Fundaci¨®n ten¨ªa abiertas en Buenos Aires. Cuando Evita lo inaugur¨® en 1948 como asilo, en su discurso ofreci¨® a las mujeres y ni?os ¡°una puerta abierta, una mesa tendida, una cama limpia¡±, y ¡°consuelo y est¨ªmulo, aliento y esperanza, fe y confianza en s¨ª mismo, hasta tanto la ayuda social les encuentre trabajo y vivienda¡±.
Regal¨® mu?ecas y triciclos para los ni?os, muletas y pr¨®tesis a los ancianos, bicicletas y cocinas, sin que las estructuras sociales dejaran de ser tan injustas como siempre
La Fundaci¨®n Eva Per¨®n es el modelo de las Misiones de Ch¨¢vez. Manejaba adem¨¢s de albergues, una red de hospitales y cl¨ªnicas, dispensaba becas de estudio, pagaba subsidios, era tambi¨¦n una agencia de empleos y, sobre todo, regalaba a manos llenas. La gente hac¨ªa largas filas desde la madrugada para pedirle personalmente a Evita y, quienes lograban llegar ante ella antes de que se cerraran las puertas, no sal¨ªan con las manos vac¨ªas. Era una minor¨ªa de beneficiarios entre millones de pobres y necesitados, pero los diarios, las revistas oficiales y los noticieros de cine multiplicaban su n¨²mero.
El Museo Evita ense?a c¨®mo funcionaba el albergue de acogida, un dechado de abundancia: en la cocina, amplia e iluminada, unos bifes pl¨¢sticos se doran en las parrillas. Tambi¨¦n hay ejemplos de los programas sociales del peronismo: un refrigerador Siam para cada familia obrera, y se exhibe uno con la puerta abierta, lleno de alimentos, sin faltar una botella de champa?a.
Y piezas de propaganda pol¨ªtica: folletos con discursos de los esposos, cartillas escolares que los ensalzan, documentales donde aparecen ambos en el balc¨®n de la Casa Rosada, la voz estridente de ¨¦l, la aguda voz de ella, y la multitud que agita sus banderas y carteles y enronquece de gritar. Tambi¨¦n se exhiben ejemplos del glamour de Evita, y es lo que m¨¢s abunda en las vitrinas: sus trajes de gala y de calle confeccionados por Jacques Faith, Pierre Balmain, Marcel Rochas; zapatos exclusivos, sombreros de variadas texturas; perfumes Caron y Schiaparelli en frascos de baccarat.
Una demanda de la masa de pobres partidarios suyos, sus ¡°cabecitas negras¡±, argumentaba ella: le exig¨ªan que al representarlos no faltara el lujo, porque eso los dignificaba. Sus pobres. Los otros, si no eran contados entre los fieles de carnet, no recib¨ªa nada; el objetivo era mantener aceitado el mecanismo de adhesi¨®n al peronismo, para que las plazas pudieran llenarse.
En los viejos documentales ambos parecen fantasmas. Per¨®n y Evita en blanco y negro, ya tan antiguos. Pero fantasmas sin quietud, que no dejan de resucitar.
Sergio Ram¨ªrez es escritor, Premio Cervantes de 2017.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.