C¨®mo acabar con la distorsi¨®n del mercado del f¨²tbol
Si todos los clubs se pusieran de acuerdo en reducir fichajes y salarios, las estrellas tendr¨ªan que seguir jugando, pero atados por condiciones m¨¢s baratas
De nuevo retorna la mareante obscenidad del mercado futbol¨ªstico; ni da respiro ni amaina la jactancia exaltada con que se saludan, antes de que se produzcan, los fichajes estratosf¨¦ricos. En el discurso deportivo se ha enquistado un largo proceso ritual de celebraci¨®n de un fichaje cienmillonario: en primer lugar, se excita la lujuria de la compra con anuncios a medias palabras, disgustos intuidos y casi nunca probados (Neymar est¨¢ a disgusto en el PSG, Tensiones entre el jugador brasile?o y el entrenador); despu¨¦s se teje una sugerencia deshilachada (?Donde estar¨ªa bien Neymar es en el Real Madrid!); despu¨¦s llega la etapa de los descubrimientos (la presunta cl¨¢usula que permite a Neymar abandonar el PSG) y, ya casi al final, borbotea la expectativa cosquilleante del fichaje. Por el morbo (?del Bar?a al Madrid!) y por la cuant¨ªa del fichaje (desde 222 millones). M¨¢s grande, m¨¢s caro, m¨¢s lentejuelas.
La obscenidad, no obstante, s¨®lo es una aproximaci¨®n moral. Explica poco, salvo la sensibilidad de quien la aplica y de quien la juzga, que son discrecionales. El fondo perturbador es la racionalidad econ¨®mica y social del llamado mercado (?) futbol¨ªstico. Los fichajes de los grandes jugadores constituyen un universo inflacionario donde las rentas que se pagan no responden a las condiciones objetivas de un mercado. En t¨¦rminos estrictos, los fichajes y las retribuciones de las stars (Messi, Cristiano, Neymar, Mbapp¨¦ y otros) encajan en una distorsi¨®n bien conocida, que es la que se produce cuando por un bien (en este caso, el futbolista) se paga un precio superior a su coste de oportunidad. Dicho de otro modo: dada la elevada especializaci¨®n laboral y t¨¦cnica del jugador, que limita a cero su salida a otras opciones profesionales, si todos los clubes se pusieran de acuerdo en reducir fichajes y salarios, los jugadores tendr¨ªan que mantenerse en el mercado, pero atados por condiciones m¨¢s baratas.
Si esto no sucede as¨ª ¡ªes decir, si los clubes no ahorran a sus socios y accionistas cantidades ingentes de dinero¡ª es porque las megaestrellas son bienes Veblen (por Thorstein Veblen, autor de la can¨®nica y espl¨¦ndida Teor¨ªa de la clase ociosa). Un bien Veblen es aquel que se adquiere no por su valor de uso, ni por su potencial valor de cambio, sino con ¨¢nimo de ostentaci¨®n o para ocupar el centro del escenario social. En consecuencia, se paga por ¨¦l un precio escandalosamente superior al que marcar¨ªa un mercado racional. Hay dos razones, propias de leisure class, para ello: que otro (competidor) no tenga el bien ¡ªse arrebata la pieza cotizada y se gana en la ordal¨ªa¡ª y demostrar que se puede pagar un bien que nadie m¨¢s puede comprar.
Bien est¨¢ que Tebas insista en el fair play financiero y en las distorsiones que causan los clubes Estado. Pero la distorsi¨®n cotidiana y m¨¢s da?ina opera desde dentro, en ese mecanismo que excita la lujuria de los fichajes fuera del orden del mercado racional y en el barroquismo exhibicionista de un star system expansivo. ?No hay modelos deportivos, con tanto ¨¦xito como el futbol¨ªstico, que han tenido la sensatez de aplicar limitaciones salariales para sus estrellas?
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