Imaginaci¨®n
La verdadera humillaci¨®n, el aut¨¦ntico maltrato, la ofensa imperdonable, es la pobreza
La imaginaci¨®n ha sido la clave del ¨¦xito de la campa?a independentista, pero sus beneficiarios no han reconocido a tiempo sus l¨ªmites. El temblor en la voz de Rovira ante el micr¨®fono contrasta con el show parlamentario de Rufi¨¢n, que parece ya un payaso triste, de esos que aterrorizaban a los ni?os desde cuadritos baratos, colgados en los pasillos de los hogares espa?oles de los a?os sesenta, pero son ejemplos del mismo fen¨®meno. Confiar en el exhibicionismo propagand¨ªstico para salvar los muebles tras la desbandada no es seguramente una estrategia elegida entre varias, sino la ¨²nica posible, aunque podr¨ªa esperarse un poco m¨¢s de decoro. Sin embargo, a estas alturas, lo que m¨¢s me inquieta es la imaginaci¨®n de quienes, como Puigdemont, ya han sugerido que hay alternativas a la independencia. Si tenemos en cuenta que el PP ha advertido que no hace falta reformar la Constituci¨®n, que basta con ponerle un par de parches al Estado auton¨®mico, cabe temer que, en alg¨²n momento, alguien proponga un concierto econ¨®mico similar al vasco para Catalu?a. Eso ser¨ªa lo mismo que aceptar que el pretendido abismo de la secesi¨®n puede rellenarse con dinero, reconocer que, desde el principio, la crisis catalana ha sido un problema de ricos y pobres. Y esa es la cuesti¨®n, porque no se trata de reproducir esquemas injustos, sino de replantearse la financiaci¨®n auton¨®mica para que sea m¨¢s eficaz y, en consecuencia, m¨¢s equitativa, m¨¢s justa para todos. La verdadera humillaci¨®n, el aut¨¦ntico maltrato, la ofensa imperdonable, es la pobreza. Si el encaje de Catalu?a en Espa?a pasa por hacer m¨¢s pobres a los pobres espa?oles, los partidarios de la equidad, de la solidaridad, tendremos que empezar a pedir nuestro propio refer¨¦ndum.
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