Socialismo democr¨¢tico y revoluci¨®n
Hoy los mejores aliados de la socialdemocracia son Macron y Merkel
Lo que centra la atenci¨®n del centenario de la revoluci¨®n rusa ¡ªque se inicia en febrero de 1917 con la formaci¨®n del Gobierno provisional y la abdicaci¨®n del zar¡ª es el golpe bolchevique de octubre. De ah¨ª naci¨® un r¨¦gimen de nuevo cu?o que dur¨® siete d¨¦cadas. Tanto para Rusia como para los diferentes pueblos que han estado bajo el dominio de la URSS, la larga dictadura comunista ha pesado como una losa. Tambi¨¦n sobre la socialdemocracia europea, aunque en otro sentido: el triunfo de la revoluci¨®n sovi¨¦tica erosion¨® durante mucho tiempo su identidad, gener¨¢ndole un complejo de inferioridad. En la izquierda occidental, las tesis comunistas disfrutaron, incluso despu¨¦s del reconocimiento de la barbarie estalinista, de una incomprensible superioridad te¨®rica y moral, sobre todo entre los intelectuales. En cambio, los partidos socialistas, que hicieron suyas las reglas de la democracia liberal, se enfrentaron a la acusaci¨®n de traidores revisionistas.
Para Eduard Bernstein (1850-1932), figura clave del SPD, la prioridad de la socialdemocracia era atender a los problemas inmediatos, m¨¢s que a los fines ¨²ltimos. A¨²n m¨¢s, no se deb¨ªan confundir los medios con los fines. Frente a la ortodoxia marxista, afirmaba que la democracia social era posible acompasando la lucha sindical, el ejercicio del sufragio universal y el reformismo legislativo. ¡°El movimiento es todo, el fin no es nada¡±, acu?¨® Bernstein como f¨®rmula. Sin embargo, el relato emancipador de la socialdemocracia ha tenido enormes dificultades para reivindicarse como una v¨ªa genuina hacia la igualdad frente a la luz cegadora de la revoluci¨®n de 1917 y la victoria sovi¨¦tica en la Segunda Guerra Mundial.
La ca¨ªda del bloque comunista dio la raz¨®n hist¨®rica a la socialdemocracia, pero tambi¨¦n consagr¨® el modelo neoliberal hasta que en 2007 estall¨® la crisis financiera y la Gran Recesi¨®n. Desde entonces, los partidos socialdem¨®cratas viven atrapados en una paradoja. Su propuesta de ¡°sociedad cohesionada, crecimiento compartido y futuro sostenible¡± es de alcance universal, pero carece de los instrumentos para hacerse efectiva. Si hace un siglo la socialdemocracia encontr¨® en los estados nacionales el medio para alcanzar las conquistas sociales, desde hace a?os urge un cambio de paradigma. Si entonces dej¨® a un lado el horizonte internacionalista, ahora no tiene soluciones a los retos de la globalizaci¨®n y el desarrollo tecnol¨®gico dentro de los marcos nacionales. El repliegue soberanista no es m¨¢s que un vano intento por regresar a un mundo que ya no existe. Por eso hoy los mejores aliados de la socialdemocracia son Macron y Merkel, empe?ados en sacar adelante la Uni¨®n Europea o en liderar la lucha contra el cambio clim¨¢tico frente a Trump. Sin un cambio de dimensi¨®n, sin un marco pol¨ªtico europeo ser¨¢ imposible volver sobre el objetivo de la redistribuci¨®n para combatir la desigualdad. Y esto s¨ª que es revolucionario.
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