Sal¨ª de fiesta en una discoteca de se?oras mayores un domingo por la tarde
Bailes agarrados, poco alcohol y bandejas de calamares. Al final me echaron porque me confundieron con un detective privado
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Para una generaci¨®n que no quiere crecer, que finge estar muy ocupada y no puede quedar para poder cazar Pok¨¦mon. Que ha aprendido japon¨¦s no porque sea un idioma en alza sino porque sigue viendo a Goku o Sailor Moon. Y que se sigue autoenga?ando llamando ¡°figuras¡± a los juguetes que compra para sentir que no est¨¢ anclado en los diez a?os, parece que la vida est¨¢ en un punto incierto.
Te acabas planteando si de verdad eres ya demasiado mayor para salir, te hacen pensar que todo es un intento frustrado de ¡°disfrazarte de joven¡± y te sientes como el Se?or Burns vestido como Jimbo. Pero si andas perdido en tu presente, al menos hay un lugar donde podr¨¢s seguir saliendo y siendo tu yo presente en el futuro. Un viaje en el tiempo por solo 9 euros y con copa, ni Ryanair vaya.
Desde que conozco Madrid me han causado intriga esas largas colas de abrigos de vis¨®n, trajes con corbata y esencia de Brumel que veo en Gran V¨ªa cada domingo por la tarde. Ya era hora de resolver el misterio de a qu¨¦ espera esta gente. Porque tanta ansia por entrar los primeros y esperar una hora cada domingo llueva o haga sol. ?Por qu¨¦ siempre hay esa cola tan entra?able en el GOLDEN? Y es que aqu¨ª nadie te va a decir que eres demasiado mayor para nada, de hecho, el miedo al hacer la cola antes de entrar es¡ que no te dejen pasar por ser¡ demasiado joven.
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La media de edad es de unos cincuenta para arriba, tan arriba que veo como un se?or llega con garrota y la deja en el ropero¡ La cosa pinta bien, muy bien¡Y eso que a¨²n no estoy dentro. Los se?ores van como un pincel, van a lucirse y a ser vistos, ellas van con el ato de los domingos, pero en modo noche, apuestan fuerte por la pedrer¨ªa, aunque lo m¨¢s destacado es su gama de peinados, van curiosamente peinadas como personajes de Final Fantasy, quiz¨¢ te sorprenda ahora darte cuenta pero tu madre va peinada como Squall.
Al bajar la escalera ya se ve que la sala es impresionante, la zona de bar grand¨ªsima desde la que se ve la pista, con suelo de parqu¨¦, un escenario donde toca una orquesta en directo y rodeado todo de sof¨¢s de cuero. Encima se ve una zona acristalada e independiente, la zona ¡®rociera¡¯, vaya que resulta que tiene m¨¢s ambientes que Pach¨¢. No me olvido de las bolas de discoteca y la iluminaci¨®n que van a ser cruciales. La sala es cl¨¢sica pero se nota un intento forzado e innecesario de adaptarla a una ¨¦poca moderna.
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La noche es joven. Es tan joven que empieza a las seis y media de la tarde, comida, cafelito y postre, en este caso merengue pero del que se baila. No hay lugar para la siesta. Estamos muy perdidos, la ¡®noche¡¯ empieza suave, luces azuladas y pasodobles de bailar agarrao. En la pista solo cuatro parejas tranquilas y el resto de gente se va sentando en los sof¨¢s de alrededor, no imagin¨¢bamos lo que venia despu¨¦s; tras cuatro pasodobles, cambio de luces y de atm¨®sfera, ellos parecen guiarse por las luces: cuando son azules solo se baila en pareja, cuando ponen las verdes todos a la pista a montarla, es el momento de la m¨²sica latina.
Bachatas con letras que en ese ambiente suenan demasiado ir¨®nicas ¡°colegiala no seas tan coqueta¡¡±, ¡°desde que me dejaste, la ventanita del amor se me cerr¨®¡¡± y es que seg¨²n nos dicen la mayor¨ªa del p¨²blico son divorciados en busca de nuevas parejas o, simplemente, de pasarlo bien. Lo de las letras inapropiadas no nos pilla de lejos, nos criamos cantando el ¡°me haces tanto bien¡±, de Amistades peligrosas, y ¡°he mojado mis saben blancas record¨¢ndote, en mi cama nadie es como t¨²¡¡±. Todos son asiduos, todos se conocen y se extra?an de nuestra presencia, tras un intento fallido de ¡°parecer mayor¡±, el t¨ªo del bigote y el cr¨¢neo tatuado, que intenta bailar pasodobles en plan robot no iba a pasar desapercibido mucho tiempo. Todo tiene un ambiente de educaci¨®n y ternura dif¨ªcil de explicar pero a pesar de la edad, se sale a lo mismo: a ligar.
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La manera de ligar es tambi¨¦n diferente: ellos les preguntan a ellas que si quieren bailar y ellas responden tajantemente con un ¡°no¡±, sin m¨¢s explicaciones, es como ver el Tinder pero en real, y ellos aceptan con elegancia su ¡®unmatch¡¯. El roneo es muy m¨ªstico, casi imperceptible, pero se nota en el ambiente. Ellas, las solteras, permanecen tranquilamente sentadas en los momentos de luz azul, su personal c¨®digo de luces les hace saber cuando les pertenece la pista, yo, novato y perdido me quedo repentinamente en soledad sin saber qu¨¦ ha pasado y ansiando como nunca en mi vida otra versi¨®n de Marc Anthony para no sentirme descarriado. Qui¨¦n me lo iba a decir.
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Otra cosa que choca es que aqu¨ª nadie est¨¢ con el m¨®vil. A nadie le interesa contar por sus redes lo que esta haciendo porque, en muchos casos, y aqu¨ª viene el lado m¨¢s turbio, lo que vienen a hacer es un secreto. Estamos en la ¨²nica fiesta que no tiene hashtag, aqu¨ª nadie tiene la necesidad de testimoniar su presencia y es que, en algunos casos, los compa?eros de merengue no son la pareja habitual, ya me entend¨¦is por donde voy¡ Mientras el mito de mi generaci¨®n es ¡°no necesito divertirme para beber¡± (no, no has le¨ªdo mal y sabes que es verdad) el de ellos es realmente el contrario, ellos no necesitan beber para divertirse, no necesitan como nosotros ayuda extra.
Si Marta y Marilia eran Ella Baila Sola podr¨ªa decir que Clara y Cintia, mi nuevo grupo de amigas que veis en im¨¢genes son Ellas Bailan Sobrias. Cubren sus vasos con servilletas que atraviesan con pajitas, lo hacen por lo que est¨¢s imaginando, para que no les echen ¡°nada¡± en el vaso. Una se?ora explica tranquilamente ¡°a ver si me van a echar burundanga¡±. No te puedes sorprender, tu madre te ha dicho alguna vez lo de ¡°?cuidado que no te echen nada en el vaso!¡± como ves, ellas de verdad se aplican sus propios consejos.
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No os voy a enga?ar, no pill¨¦. Pero creo que podr¨ªa haber pillado. Mantener el equilibrio con zapatos de suela en un suelo de parqu¨¦ con una iluminaci¨®n traicionera y haciendo giros de 90 grados cada estribillo da sus frutos. Eso es lo que despu¨¦s nos vinieron a decir y tambi¨¦n la triste raz¨®n por la que ya no podr¨¦ volver: nos confundieron con detectives privados. Incre¨ªble pero cierto y tuvimos que irnos para no molestar. Las miradas no eran quiz¨¢s de gusto sino de sospecha y la idea no es amargar la noche (o tarde) a nadie. Nos fuimos despu¨¦s de que sacasen las bandejas de calamares (a media sesi¨®n te dan de comer calamares) y antes del sorteo del viaje y de los 100 euros (que esta gente sabe mont¨¢rselo de verdad). Tradici¨®n y transgresi¨®n, esa es la f¨®rmula.
Los secretos de cada uno siguen a salvo, no fuimos a revelar los misterios. Se trataba de saber qu¨¦ pasa dentro del Golden. Y lo que hay es la fiesta m¨¢s entra?able quiz¨¢s de todo Madrid, gente que te habla sin que tengas que haberle dado likes, que se lo pasa bien sobria. Que son capaces de bailar a la Pantoja con sus vasos de protecci¨®n casera antidrogas, nos llevan a?os de ventaja, no solo biol¨®gicos. Y por cierto, la ruta del pasodoble no acaba en el Golden, nos comentan algunos que salen cada d¨ªa de la semana. Aprended menores de cincuenta: Golden, La Rosa, Stylo, Pasarela¡ Hasta que el cuerpo aguante, y el cuerpo aguanta bien a base de calamares.
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Pod¨¦is estar tranquilos que en veinte a?os nos volveremos a ver las caras pillando en el Golden, ese para¨ªso. Las tradiciones no cambian, ellos oyen y hacen lo que les gusta como les gustaba, ahora imaginadlo con tecno. Vosotros ya mayores bailando agarrados el Jaguar o The Bells de Jeff Mills. B¨¢sicamente somos iguales. Ellos me dijeron que conoc¨ªan los pasodobles por la Pantoja y nosotros diremos que conocemos los temas por Mulero. El Golden es el futuro anclado en el pasado.
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