Una huelga in¨²til

La huelga del taxi que dej¨® ayer sin este transporte p¨²blico a casi todas las ciudades espa?olas, con especial incidencia en Madrid y Barcelona, constituye un error pol¨ªtico de las asociaciones convocantes, por m¨¢s que su seguimiento fuese masivo y la protesta se hiciese notar de forma estridente, incluidos algunos actos vand¨¢licos y agresiones contra personas y veh¨ªculos de Uber y Cabify que hay que condenar. Los ciudadanos no aceptan el recurso a la violencia ni la paralizaci¨®n total de servicios p¨²blicos como m¨¦todo para resolver diferencias econ¨®micas o regulatorias que deben abordarse en mesas de negociaci¨®n. Con su proceder, los taxistas perjudican a los usuarios y est¨¢n perdiendo la parte de raz¨®n que les asiste.

Durante decenios el taxi ha vivido en un r¨¦gimen de monopolio que limitaba o bloqueaba la concesi¨®n de licencias municipales.Tales pr¨¢cticas han derivado en un mercado negro de licencias y un encarecimiento estratosf¨¦rico de las mismas. Pero como han establecido sucesivas sentencias judiciales, el modelo de mercado gremial cerrado a la competencia que ha imperado hasta ahora no se puede sostener. El taxi tradicional est¨¢ en crisis, hay nuevos actores en competencia y hay que encarar la situaci¨®n con racionalidad.

La crisis es f¨¢cil de describir: servicios como Uber y Cabify u otras plataformas han venido para quedarse. Ofrecen calidad, mejor atenci¨®n al cliente y m¨¢s facilidades de uso. As¨ª que esta huelga es in¨²til y perjudicial. La transformaci¨®n del mercado del taxi debe afrontarse, por una parte, mediante una mejora de los servicios que presta el taxi tradicional; por otra, con normas nuevas (que corresponden a los municipios) para integrar a los competidores entrantes sin da?ar a los tradicionales y que garantice condiciones iguales (fiscales, administrativas) para todos los agentes. Es crucial que los taxistas abandonen la bronca callejera y negocien otro marco regulatorio donde quepan todos los operadores.