No en nuestros cr¨¢neos
Cajal se pele¨® contra los nacionalistas catalanes del cambio de siglo; ?podemos extraer alguna lecci¨®n?
He le¨ªdo u o¨ªdo, solo unas pocas veces, que el independentismo catal¨¢n es del tipo "etnicista", que es una forma brit¨¢nica y calmosa de decir racista. Pese a que mis amigos catalanes me han contado algunas conversaciones privadas inc¨®modas, sigo creyendo que los independentistas no lo son por etnicismo, sino por convicci¨®n pol¨ªtica. Pero esto no siempre fue as¨ª. Lee en Materia las evidencias aplastantes de racismo que lastraban al nacionalismo catal¨¢n en el anterior cambio de siglo (el del XIX al XX), y c¨®mo el genio de Ram¨®n y Cajal explot¨® contra esas ideas retr¨®gradas y pseudocient¨ªficas. La forma de los cr¨¢neos como argumento del supremacismo. Qu¨¦ verg¨¹enza hist¨®rica.
En 1899, el m¨¦dico Bartolom¨¦ Robert dio una conferencia titulada "La raza catalana", donde expon¨ªa "la s¨®lida prueba del ¨ªndice cef¨¢lico de las distintas razas, sigui¨¦ndolas en su camino a trav¨¦s de Espa?a". Seg¨²n el doctor Robert (?no hay una canci¨®n de los Beatles que se llama as¨ª?), los valencianos ten¨ªan una cabeza ovalada, muy diferente de la redonda que caracterizaba a los primitivos habitantes de la pen¨ªnsula, esos que ven¨ªan de ?frica, t¨² sabes, toda esa gentuza. El cr¨¢neo catal¨¢n, dijo el doctor Roberts, era intermedio entre los de la jungla y los de los pa?sos del Levante, ?eh?, no mezclemos las razas y las cosas.
"Nuestra nacionalidad subsiste y no se confundi¨® en la hegemon¨ªa castellana o francesa, porque tiene una base ¨¦tnica propia y fundamental (revelada, entre otras cosas, por el cr¨¢neo sardo, el m¨¢s numeroso en Catalu?a y a¨²n en Valencia y Mallorca)", escribi¨® luego el historiador Jos¨¦ Pella y Forgas.
La especie humana es la m¨¢s homog¨¦nea del planeta Tierra
Por desgracia para estos te¨®ricos del caos, Europa es "gen¨¦ticamente muy aburrida, como dice el gran evolucionista Jaume Bertranpetit, de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona. Si ya la especie humana es la m¨¢s homog¨¦nea del planeta Tierra ¨Ccomo corresponde a nuestro origen reciente, hace unos 200.000 a?os¡ª, los europeos somos homog¨¦neos al cuadrado, un verdadero reba?o de ovejas bajo el prisma de la gen¨¦tica. Hay diferencias relevantes entre una persona y otra, pero no se debe a su origen ¨¦tnico, sino a la variabilidad individual dentro de cada poblaci¨®n. Haber nacido en un territorio u otro es irrelevante, salvo en la mente de los fan¨¢ticos.
El asunto de medir los cr¨¢neos hunde sus ra¨ªces en el mism¨ªsimo Darwin, y sobre todo en su primo listo, Francis Galton. La selecci¨®n natural ¨Cel mecanismo evolutivo que descubri¨® Darwin¡ª implicaba unas transiciones graduales y parsimoniosas. Si la evoluci¨®n humana se hab¨ªa basado en ella, cabr¨ªa esperar que las distintas islas remotas y continentes inexplorados mostraran distintos grados de evoluci¨®n hacia el cerebro victoriano. El primo Galton refin¨® esa hip¨®tesis hasta donde pudo en su tiempo. Todo aquello qued¨® en nada.
Las poblaciones humanas somos gen¨¦ticamente "aburridas". Los nacionalismos tendr¨¢n que buscarse otra excusa.
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