¡®Regreso al futuro¡¯ | La obsesi¨®n por el patinete
En cada viaje echamos de menos al carrito. Y lo ¨²nico que consuela es que a¨²n faltan muchos a?os hasta que la ni?a nos pida una moto
?Record¨¢is la fascinaci¨®n que sentimos al ver el monopat¨ªn volador de Regreso al futuro 2? Ha llovido mucho desde 1989 y el trasto a¨²n no se ha inventado. Pero a nuestros hijos les da igual, porque no han visto la peli, y porque para ellos el futuro es¡ un simple patinete.
Durante todo un curso de guarder¨ªa vimos c¨®mo a nuestra hija se le iban los ojos detr¨¢s de cada uno de los flamantes monopatines sobre los que llegaban sus compa?eros de clase m¨¢s crecidos o los alumnos del curso superior. Y en los parques vimos directamente c¨®mo se le iban las manos y los pies, porque a la que ve¨ªa uno aparcado, se sub¨ªa encima y arrancaba sin hacerle el puente. (Situaci¨®n que derivaba siempre en berrinche del propietario original y gesti¨®n de da?os entre padres.)
Finalmente, cuando ha crecido un poco m¨¢s, y viendo que no era capricho ef¨ªmero ni una pantalla digital que la esclavizara, hemos acabado cayendo. Nosotros a la hora de soltar pasta y ella a la hora de montar en ¨¦l.
Por suerte, las primeras ca¨ªdas han sido en el pasillo de casa, por el que ha ido practicando sin pensar ni en el parquet ni en los vecinos. Tanto le gusta el patinete que hasta incluso quiere dormir con ¨¦l.
Los que dud¨¢is si comprar uno quiz¨¢ imagin¨¢is que entonces dejar¨¦is el carrito en casa y no os har¨¢ falta pelearos en la guarder¨ªa para encontrar sitio donde aparcarlo (o tener que doblarlo y colgarlo en las barras superiores casi como si hicierais una pi?ata). Pues bien¡ ¨¦ste puede ser el ¨²nico beneficio real y palpable. Porque no hemos ganado en velocidad ni en comodidad.
El patinete no hay d¨®nde guardarlo (seg¨²n el modelo, no puedes ni ponerle candado) y para los padres desconfiados la mejor soluci¨®n es llev¨¢rtelo contigo al salir de la guarder¨ªa. (Y no, no puedes usarlo t¨². S¨®lo aguanta veinte quilos y su manillar es muy bajo. Antes de pasar a la posteridad como el jorobado que dobl¨® un patinete de Peppa Pig en plena calle, prefiero que nos lo roben. O mejor no, porque entonces tocar¨ªa comprar otro¡ ?y montarlo! Porque algunos hay que montarlos.)
La velocidad es otro de los espejismos de este producto. Si la ruta es de bajada y hay una cierta inercia aprovechable, a¨²n. Pero si no, el trayecto se expande hasta el infinito. Antes de que el cr¨ªo domine el volante y lo coordine con los pies, habr¨¢ ca¨ªdas de morros contra el manillar, de ni?o contra el suelo, y de patinete rematando a ni?o, adem¨¢s de derrapes ins¨®litos que acaban contra un ¨¢rbol. Tardar¨¦is el doble que antes y el ¨²nico remedio ser¨¢ ir agachados y darles impulso con la mano apoyada en su espalda.
En cada viaje echamos de menos al carrito. Y lo ¨²nico que consuela es que a¨²n faltan muchos a?os hasta que la ni?a nos pida una moto.
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