Ideas claras
El reto de los constitucionalistas es movilizar a los que quieren un cambio
Muy cerca del inicio formal de la campa?a electoral catalana ¡ªa las 24 horas de ma?ana, lunes¡ª, la precampa?a ha servido para dibujar dos peligros principales, ambos muy graves, que deben ser objeto de m¨¢xima atenci¨®n.
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Uno es que la fragmentaci¨®n de partidos concurrentes y las contradicciones entre ellos sean tan agudas que imposibiliten la formaci¨®n de un nuevo Govern. Y que en consecuencia se perpet¨²e el caos vivido en el Parlament la anterior legislatura.
Y es eso precisamente, un aut¨¦ntico Govern, lo que necesitan los catalanes. Un Gobierno que gobierne y no agite; que resta?e las divisiones causadas por el disparatado proc¨¦s en la sociedad catalana; que rescate a su econom¨ªa del declive augurado por la fuga de empresas; que restablezca la imagen de seriedad dilapidada en pocos meses, en menoscabo del prestigio interno e internacional de Catalu?a.
El otro riesgo es que se pudiera repetir un mandato a cargo del bloque secesionista. Porque aunque ya no podr¨ªa repetir los desastres que perpetr¨® en su ¨²ltima fase ¡ªculminados en un golpe parlamentario de opereta¡ª, perpetuar¨ªa y ahondar¨ªa la fractura pol¨ªtica, social y econ¨®mica en la que su irresponsable proceder ha sumido a Catalu?a.
El continuismo segregacionista aumentar¨ªa la inseguridad jur¨ªdica y la consiguiente falta de confianza, ambas indispensables para reenderezar lo que fue plena y din¨¢mica vitalidad de la econom¨ªa y de la sociedad catalana. El bloque secesionista es incapaz de proporcionarlas, como ha demostrado los ¨²ltimos d¨ªas.
Nada bueno presagia una autocr¨ªtica tan t¨ªmida como, en realidad, falsaria, y que adem¨¢s se suspendi¨® s¨²bitamente. Ni las contradicciones cotidianas sobre el bilateralismo y la ilegalidad, que hoy se niegan, ma?ana se justifican y al d¨ªa siguiente se reivindican. Ni la pretendida continuidad del gobierno de una rep¨²blica nacida tan muerta que ni siquiera dio lugar a un miserable decreto ejecutivo. Ni la alucinante deriva insolidaria de un presidente que, en modo shakespeariano rey Lear, se apunta a las tesis del populismo ultraderechista antieuropeo, tras haber asegurado que Europa validar¨ªa su estrepitosa aventura.
As¨ª que las soluciones a tan grave crisis deber¨¢n venir desde el resto del arco parlamentario. Desde los partidos enlazados por el m¨ªnimo com¨²n denominador de la defensa de la legalidad y el orden constitucional. No forman un bloque, ni debieran, porque en democracia hay derecho y deber de pluralidad, no obligaci¨®n de dividir y enfrentar en partes irreconciliables.
Conviene que los partidos no ya constitucionalistas sino simplemente sensatos profundicen en el an¨¢lisis de los desastres ocurridos, en sus recetas para afrontarlos, y en ilusionar a sus votantes. Despu¨¦s del qu¨¦ hacer ya vendr¨¢ el c¨®mo y el con qui¨¦n.
Pero si se dedican a trazar fronteras entre s¨ª, a excluir alianzas futuras con este o con aquel y a primar los matices entre ellos en vez de enfrentarse pol¨ªticamente a los perpetradores del desorden, causar¨¢n m¨¢s de una decepci¨®n. Tienen que evitar el mal mayor. Y para eso es crucial que eviten las miserias t¨¢cticas e ilusionen a la ciudadan¨ªa para que vaya a votar masivamente con la esperanza de lograr un futuro mejor en una Catalu?a de y para todos.
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