Guerras h¨ªbridas
La Estrategia de Seguridad Nacional se?ala los riesgos de la desinformaci¨®n
Una responsabilidad primordial de los Gobiernos es proteger a sus ciudadanos de las amenazas que pongan en riesgo su seguridad, libertades, bienestar o la estabilidad de sus instituciones de gobierno.
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Hist¨®ricamente, dichas amenazas se han centrado en la conquista o anexi¨®n del territorio y materializado, sobre todo, en la b¨²squeda de capacidades e instrumentos militares que permitieran garantizar la soberan¨ªa nacional y disuadir a potenciales agresores.
Hoy en d¨ªa, sin embargo, muchos vivimos en sociedades democr¨¢ticas, plurales, abiertas, econ¨®micamente integradas, y, por tanto, porosas al exterior. Ese entorno garantiza nuestra prosperidad, pero tambi¨¦n abre el paso a nuevas formas de inseguridad. El terrorismo, el cambio clim¨¢tico, los flujos migratorios o el ciberespacio pueden, si no son eficazmente gestionados, proyectar riesgos tan existenciales sobre la sociedad como los de viejo cu?o. Dado que las nuevas amenazas a la seguridad tienen un car¨¢cter multidimensional que desborda lo estrictamente militar, es l¨®gico que requieran instrumentos de acci¨®n y estrategias adaptadas al car¨¢cter de esos nuevos desaf¨ªos.
La nueva estrategia de seguridad nacional, aprobada por el Gobierno el pasado viernes, y que actualiza la anterior, fechada en 2014, cumple eficazmente con esa vocaci¨®n de dibujar los riesgos y amenazas a los que nuestro pa¨ªs debe hacer frente y establecer los planes de acci¨®n que ayudar¨¢n a enfrentarlos.
Entre esos nuevos retos que afectan a Espa?a de manera muy destacada, la estrategia se?ala los peligros de fragmentaci¨®n y debilidad del proyecto europeo, especialmente a ra¨ªz del Brexit; las amenazas al orden liberal internacional, con especial ¨¦nfasis en los riesgos del proteccionismo comercial ¡ªaunque no cite a Trump, su principal responsable¡ª y la polarizaci¨®n pol¨ªtica en las sociedades democr¨¢ticas ¡ªuna manera elegante de citar el populismo sin hacerlo expresamente.
Pero sobre todo, la principal novedad de la estrategia es que por primera vez eleva la desinformaci¨®n al primer nivel de riesgo para la seguridad de nuestra democracia. Y lo hace enmarc¨¢ndola en su correcto lugar: no en un comportamiento anecd¨®tico a cargo de ciberactivistas que act¨²an por su cuenta, sino como parte de una doctrina militar que recibe el nombre de ¡°guerra h¨ªbrida¡±. Esa doctrina ¡ªelaborada en Rusia¡ª busca debilitar a las democracias interfiriendo en sus procesos electorales y alimentando sus conflictos internos, sean ideol¨®gicos o territoriales, vali¨¦ndose para ello de instrumentos como las noticias falsas o la manipulaci¨®n de las redes sociales.
Un elemento esencial de esa doctrina de guerra h¨ªbrida es el enmascaramiento, lo que dificulta la atribuci¨®n de este nuevo tipo de ataques. De ah¨ª que las autoridades espa?olas, como las europeas y tambi¨¦n nuestros aliados en la OTAN, est¨¦n invirtiendo cada vez m¨¢s recursos humanos y materiales en contrarrestar ese tipo de amenazas. Esta estrategia de seguridad nacional es un primer paso, imprescindible, para tomar conciencia sobre la importancia de esta amenaza y la necesidad de responder coordinadamente.
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