Patrimonio y nacionalismo

La decisi¨®n tomada esta semana por el ministro de Cultura de ordenar la devoluci¨®n al Monasterio de Santa Mar¨ªa de Sijena (Huesca) de las 44 piezas que, a pesar de las sentencias judiciales, siguen en el Museo Diocesano de Lleida, ha sido tomada por los independentistas como una afrenta a la identidad de Catalu?a y utilizada para cuestionar la aplicaci¨®n del art¨ªculo 155 por parte del Gobierno.

Toca recordar, otra vez, que las sentencias judiciales son de obligado cumplimiento. Y tambi¨¦n, que la reclamaci¨®n del Gobierno de Arag¨®n y el Ayuntamiento concernido es leg¨ªtima, pues el tesoro de Sijena fue esquilmado, seg¨²n las sentencias judiciales, con la participaci¨®n de la di¨®cesis de Lleida, el Vaticano y el Govern, en violaci¨®n de las normas sobre patrimonio.

Igual que Catalu?a recibi¨® y la Espa?a democr¨¢tica celebr¨® como un acto de justicia hist¨®rica la devoluci¨®n de los papeles de Salamanca que le hab¨ªan sido esquilmados en la Guerra Civil, no cabe ahora sino lamentar la instrumentalizaci¨®n nacionalista de un contencioso que deber¨ªa resolverse de forma exclusiva por las v¨ªas legales establecidas y con plenas garant¨ªas, sobre todo, para la integridad del patrimonio en cuesti¨®n.

El periplo hist¨®rico y consiguiente dispersi¨®n en colecciones p¨²blicas y privadas seguido por el conjunto patrimonial del Monasterio de Santa Mar¨ªa de Sijena, ofrece un magn¨ªfico ejemplo de los dilemas que dominan hoy la gesti¨®n del patrimonio cultural.

Tambi¨¦n de la presi¨®n nacionalista sobre el mundo del arte y la cultura a cargo de pol¨ªticos y gestores que aspiran a construir identidades y as¨ª afianzar sus relatos diferenciadores sobre la base de un patrimonio cultural que, al contrario de sus pretensiones, pertenece a toda la humanidad y no a una naci¨®n, pueblo o grupo. Si debatimos sobre d¨®nde deben exponerse las obras es precisamente porque son de todos, no de unos pocos.