Aqu¨ª han dormido Gorbachov, Blair, Obama y Trump
A lo largo y ancho del globo, los hoteles m¨¢s selectos despliegan su boato en las ¡®suites¡¯ presidenciales. Equipadas con todos los lujos y medidas de seguridad imaginables, muchas de estas estancias han servido de escenario para an¨¦cdotas y decisiones hist¨®ricas. Recorremos algunas de las m¨¢s destacables.
DURANTE MUCHOS a?os, la Royal Penthouse del H?tel Pr¨¦sident Wilson encabez¨® la lista Forbes de las suites m¨¢s caras del mundo. En ella se han hospedado casi todos los mandatarios en visita oficial a Ginebra, del presidente egipcio Hosni Mubarak al sovi¨¦tico Mija¨ªl Gorbachov o el primer ministro brit¨¢nico Tony Blair. Sus 12 alcobas, repartidas en 1.672 metros cuadrados, miran con deleite al lago Lem¨¢n y al Mont Blanc. Revestida de m¨¢rmol en la zona de ba?os y con tapices persas en las paredes, la suite incluye tambi¨¦n un piano de cola Steinway, una mesa de billar, una extensa colecci¨®n de libros antiguos e incluso un gimnasio con toda la maquinaria imaginable. A la habitaci¨®n se accede por un ascensor privado tras abonar, eso s¨ª, la nada desde?able cantidad de 67.000 euros por noche. Con todos los lujos y medidas de seguridad, estancias ¨²nicas como esta existen por todo el mundo. Dise?adas con el mayor de los boatos para alojar a l¨ªderes y dignatarios, el anecdotario de aires y desaires ocurridos en ellas dar¨ªa para llenar una biblioteca.
Sin ir m¨¢s lejos, una cr¨®nica en EL PA?S de 1989 recuerda c¨®mo, en su primera visita a la Espa?a democr¨¢tica, el rey Hassan II, padre del actual monarca marroqu¨ª, daba palmas y acompa?aba con los pies el espect¨¢culo flamenco que le organizaron en el espl¨¦ndido hotel Alfonso XIII de Sevilla. A su t¨¦rmino, y sin apenas haber degustado los manjares que le serv¨ªan en bandejas de plata, cogi¨® una flor del centro de la mesa y se la ofreci¨® al bailar¨ªn principal mientras le susurraba unas palabras al o¨ªdo. En la sala y tambi¨¦n fuera de ella, m¨¢s de uno entendi¨® aquel cuchicheo como una invitaci¨®n galante y no como un tradicional gesto de cortes¨ªa ¨¢rabe, una interpretaci¨®n ¡°retorcida¡± que, contaba este peri¨®dico, naci¨® de un ¡°comentario procaz¡± de un pol¨ªtico all¨ª presente.
M¨¢s recientemente, tanto como este mismo 2017, el presidente estadounidense, Donald Trump, demostr¨® no fiarse demasiado de su anfitri¨®n, el primer ministro israel¨ª Benjam¨ªn Netanyahu, cuando este le ofreci¨® hospedarse en el mismo hotel de Jerusal¨¦n donde, 70 a?os antes, la organizaci¨®n terrorista Etzel hizo explotar una bomba que destruy¨® los siete pisos del ala sur, causando m¨¢s de 90 muertos. El hotel King David se prest¨® a reformar la suite presidencial con un dispositivo de seguridad que protegiera al magnate y a su esposa, Melania Trump. Se instal¨® un aire acondicionado independiente en previsi¨®n de un ataque con gas. Los muros fueron reforzados para resistir el impacto de un misil. Las ventanas se blindaron a prueba de granadas. Si el hotel hubiera sufrido un ataque con un arma de gran potencia, la estancia se habr¨ªa derrumbado en una sola pieza. A lo sumo, sus ocupantes habr¨ªan salido con algunos huesos rotos, pero vivos. En la calle, 10.000 polic¨ªas controlaban cualquier movimiento. La prensa israel¨ª calcul¨® en 100 millones de d¨®lares (unos 84 millones de euros) el coste de estas medidas. Un dispositivo que los predecesores de Trump, Barack Obama y George W. Bush, adem¨¢s de Putin o el pr¨ªncipe Carlos de Inglaterra, no merecieron cuando visitaron el pa¨ªs.
En India, 13 generaciones de maharaj¨¢s han ido poblando desde 1727 las habitaciones del fabuloso palacio de Rajast¨¢n, donde a¨²n reside la princesa Jayendra Kumari. Transformado en hotel de lujo por ella en 1995, algunas de las estancias del Raj Palace albergan museos de cer¨¢mica y galer¨ªas de arte con vistas a id¨ªlicos jardines. Eso s¨ª, ninguna tan esplendorosa como las dos suites presidenciales, conocidas como el Shahi Mahal y el Pabell¨®n del Maharaj¨¢, este ¨²ltimo de 1.500 metros cuadrados, con servicio de mayordom¨ªa y un ascensor privado que comunica sus cuatro plantas interiores. Todo un rival para el Principe di Savoia, en Mil¨¢n, cuya suite cuenta con espejos venecianos del XIX, chimenea de m¨¢rmol, hamam, piscina de estilo pompeyano y balcones sobre la plaza de la Rep¨²blica.
Mucho m¨¢s modesto, en Estambul, el Amira, un palacete neobarroco que perteneci¨® a un sult¨¢n otomano, ha seducido por sus vistas al estrecho del B¨®sforo a Giorgio Armani, Uma Thurman, Liz Hurley y muchos otros personajes, encantados de alojarse en una de sus dos suites abalconadas por la m¨®dica cifra de 103 euros en temporada baja. Tarifario aparte, el hotel ofrece un servicio privado de barco y helic¨®ptero para evitar las bulliciosas calles de la ciudad turca.
En la visita de Donald Trump al King David de Jerusal¨¦n se reforzaron los muros para resistir el impacto de un misil
En la otra punta del globo, el alojamiento favorito de los gerifaltes que visitan la Ciudad de M¨¦xico es el Presidente InterContinental. Erigido durante la fiebre de los rascacielos en el barrio de Polanco, en los sesenta, representa el sue?o de todo amante de la suntuosidad. A 6,5 metros por segundo, sus 15 ascensores han transportado hasta sus habitaciones a dirigentes como Barack Obama, que en 2009 se hosped¨® en la suite presidencial Diego Rivera. Se trata de un d¨²plex de casi 600 metros cuadrados en la planta 42, con unas vistas espectaculares que enmarcan obras de importantes artistas mexicanos y un mobiliario firmado por Dixon, Citterio o Miller. Antes que Obama, estrellas como Pavarotti y Madonna disfrutaron de su piscina y la mesa para 18 comensales. Para tranquilidad de los hu¨¦spedes, el hotel est¨¢ equipado con 40 amortiguadores s¨ªsmicos y 60 pilotes de hormig¨®n que le han permitido resistir m¨¢s de una decena de terremotos.
Y en el mismo continente, en 1995, Hillary Clinton inaugur¨® en Lambar¨¦, Paraguay, la Quinta Conferencia de Esposas de Jefes de Estado y de Gobierno de las Am¨¦ricas. Una cumbre as¨ª solo pod¨ªa celebrarse en el Yacht & Golf Club Paraguayo, inaugurado a principios de la d¨¦cada anterior por quien entonces gobernaba el pa¨ªs, el general Alfredo Stroessner. Las primeras damas se solazaron en sus elegantes instalaciones, construidas a lo largo de 54 hect¨¢reas ribere?as al r¨ªo Paraguay.?
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