Violencia contra mujeres y ni?os: una epidemia que se puede prevenir
Frenar estos abusos es posible pero requiere actuaciones tempranas e intervenir en m¨²ltiples esferas
La violencia afecta a una de cada tres mujeres en alg¨²n momento de su vida y a mil millones de ni?os por a?o en el mundo. Seis de cada diez ni?os entre los 2 y los 4 a?os sufren castigos f¨ªsicos y emocionales por parte de sus padres o cuidadores. Es una epidemia que tiene consecuencias nocivas en la salud mental y f¨ªsica de quienes la sobreviven y que afecta a mujeres y ni?os sin distinci¨®n de pa¨ªses, culturas, niveles educativos y socioecon¨®micos. En Espa?a, 2017 ha superado el n¨²mero de mujeres fallecidas por violencia de g¨¦nero del a?o anterior y en el mundo, de los 25 pa¨ªses con las tasas m¨¢s altas de mujeres asesinadas por violencia de g¨¦nero, diez est¨¢n en Am¨¦rica Latina donde mueren diariamente 12 mujeres a manos de sus parejas.
La violencia est¨¢ presente en las diferentes etapas de la vida de los ni?os y de las mujeres. En la infancia suele manifestarse con el uso de m¨¦todos de disciplina violentos, el abuso sexual y el ser testigo de violencia ¨ªntima de pareja contra la mujer; las agresiones durante el noviazgo y el abuso sexual son frecuentes en la adolescencia, y la violencia ¨ªntima de pareja se produce durante la juventud y la vida adulta. Pero, adem¨¢s, quien es v¨ªctima de violencia durante la ni?ez tiene m¨¢s probabilidades de sufrirla o de perpetrarla como adulto. Una publicaci¨®n del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), Pulso Social, asegura que una ni?a que haya visto a un hombre golpear a su madre tiene un 12% m¨¢s de posibilidades de sufrir violencia f¨ªsica por parte de su pareja en su vida adulta. Si una mujer ha sufrido castigos f¨ªsicos severos en su infancia, la probabilidad de que sus hijos sean castigados con violencia aumenta en un 20 o 25% en pa¨ªses como Per¨² o Colombia, respectivamente. De esta manera, la violencia se transmite entre generaciones y lejos de disminuir, se mantiene o aumenta en los pa¨ªses latinoamericanos, como ha sucedido en los ¨²ltimos 30 a?os.
La violencia contra mujeres y ni?os no es inevitable y hay que tomar medidas urgentes para frenar la repetici¨®n de patrones violentos. Ninguna estrategia puede tener ¨¦xito si se basa ¨²nicamente en acciones de respuesta o de penalizaci¨®n, por lo que la prevenci¨®n es la principal herramienta para combatirla. Entre las estrategias m¨¢s efectivas se cuentan aquellas que buscan transformar las normas sociales que legitiman la desigualdad de poder entre hombres y mujeres y desarrollar habilidades para resolver los problemas sin violencia.
Las familias son el primer referente de la prevenci¨®n contra la violencia ya que es donde los ni?os aprenden patrones de conducta y a relacionarse con los dem¨¢s. Por ello, los programas de apoyo a la crianza desempe?an un papel clave a la hora de mejorar las competencias parentales y promover relaciones igualitarias, respetuosas y no violentas, constituyendo otra de las estrategias prometedoras para prevenir la transmisi¨®n de violencia entre generaciones. En Am¨¦rica Latina y el Caribe hay muy pocos programas de este tipo que promuevan una reflexi¨®n sobre las normas de g¨¦nero en torno a la crianza. El Programa P, que se llev¨® a cabo en Brasil, Nicaragua, Guatemala y Bolivia, es uno de los pocos que llenan esta laguna fomentando la participaci¨®n de los hombres en el cuidado de sus hijos y en las tareas dom¨¦sticas, las relaciones equitativas en el hogar y la prevenci¨®n de la violencia contra mujeres e hijos.
La adolescencia es, en segundo lugar, un momento ¨²nico para incentivar actitudes y comportamientos que protejan contra la violencia. En esta edad es cuando se consolidan las diferencias de g¨¦nero y tanto los chicos como las chicas prueban diferentes modos de pensar y actuar en sus relaciones ¨ªntimas. Es necesario llegar a los adolescentes antes de que inicien sus vidas sentimentales buscando fortalecer sus capacidades para que puedan sortear sus primeras relaciones de forma saludable y sin coerci¨®n, reconocer los signos de una relaci¨®n controladora o violenta, solucionar sus conflictos sin agresi¨®n y saber c¨®mo actuar y a qui¨¦n recurrir para pedir ayuda en el caso de que surja una situaci¨®n violenta.
Si bien la mayor¨ªa de los adolescentes son capaces de reconocer la violencia f¨ªsica, un estudio del BID encontr¨® que en la mayor¨ªa de las ocasiones no identifican otras formas de violencia, como las relacionadas con el control de sus movimientos, vestimentas o actividades en redes sociales y que pueden ser precursoras de violencia ¨ªntima de pareja. Se trata de buscar que los adolescentes rechacen en sus relaciones las primeras se?ales de control y maltrato y aprovechar el uso y alcance de la tecnolog¨ªa digital para promover la reflexi¨®n sobre la calidad de sus relaciones. Adem¨¢s, hay que proporcionar a los j¨®venes espacios saludables y seguros donde puedan interactuar y hay que atraerles a servicios p¨²blicos de calidad que puedan identificar y dar una respuesta efectiva a la violencia, as¨ª como apoyar a aquellos que ya la han sufrido.
Finalmente, es necesario transformar las normas sociales que legitiman la violencia y promover relaciones igualitarias, seguras y respetuosas en los individuos, la sociedad y las instituciones. Se requieren pol¨ªticas concertadas para proteger tanto a mujeres como a ni?os ya que ambos suelen verse afectados de manera simult¨¢nea en los hogares, comparten factores de riesgo, sufren consecuencias similares en la salud f¨ªsica y mental y suelen compartir servicios de atenci¨®n. Algunos de los caminos a seguir pasan por mejorar la capacitaci¨®n profesional e institucional para actuar frente a m¨²ltiples tipos de violencia en las escuelas, en los centros de salud o en las entidades que interact¨²an con las familias y favorecer la colaboraci¨®n entre los investigadores que estudian la violencia contra mujeres, ni?os y adolescentes. Esto requiere un compromiso sostenido por parte de los gobiernos y de la sociedad civil para que se haga realidad el derecho de las mujeres y de sus hijos a vivir libres de violencia.
*Clara Alemann ella es consultora en el departamento de Protecci¨®n Social y Salud del Banco Interamericano de Desarrollo.
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