?Por qu¨¦ no debes chantajear a los ni?os en Navidad con el cl¨¢sico ¡°?p¨®rtate bien!¡±?
El mensaje subliminal y t¨®xico que estamos enviando a nuestros hijos es que sean buenos por miedo, no por razones, valores o principios
Estamos en Navidad, para bien y para mal. Rito de origen cristiano, impregnado de tal forma en nuestra cultura que hasta las familias no religiosas lo celebramos. Cada a?o por estas fechas, vuelvo a constatar con una inquietante frecuencia c¨®mo a mi alrededor los ni?os van comentando lo bien que deben portarse porque son ¡°espiados¡± por un sujeto (Papa Noel) o varios (Reyes Magos) que todo lo ven y todo lo pueden, ya que tienen en su mano algo muy preciado por nuestros ni?os: regalos. Incluso algunos amables dependientes de las tiendas de juguetes, bienintencionados amigos, suegros y vecinos les preguntan abiertamente si se han portado bien o mal, supongo que con el objeto de que los ni?os vayan ajustando sus expectativas sobre la cantidad de juguetes o de carb¨®n que los m¨¢gicos personajes les traer¨¢n. ?O no? ?O lo preguntan para el que el ni?o haga balance sobre su adecuada o no adecuada conducta en el ¨²ltimo a?o? Va a ser esto ¨²ltimo¡
Me resulta muy cansino y triste ver como se les chantajea con ¡°portarse bien, porque si no ser¨¢n (nuevamente) castigados con la ausencia de regalos o peor a¨²n, con el negro carb¨®n.
Se sentir¨ªan unos ni?os extraordinariamente marginales si el d¨ªa en que casi todos los dem¨¢s ni?os del planeta occidental reciben regalos, ellos los malos, no obtuvieran nada. Es adem¨¢s de una manipulaci¨®n, una mentira porque no lo haremos. No conozco ninguna familia que a pesar de haber asustado a sus hijos con el asunto de marras, haya tenido el coraje de cumplirlo.
El hecho de utilizar a estos personajes del imaginario popular, tan amorosos y cercanos, como herramientas de chantaje para nuestros hijos, se explica desde nuestra falta de autoridad y de recursos que desemboca en tener que recurrir a estos sicarios para que nos hagan el trabajo sucio. Y es tambi¨¦n la representaci¨®n a gran escala de la pedagog¨ªa basada en el premio y en el castigo: te est¨¢n vigilando¡, Si no te ¡°portas bien¡± no habr¨¢ premio.
Por suerte, vienen siendo ya los que quedan porque el hombre del saco, el coco y otros ilustres inventos de presi¨®n, quiero pensar que est¨¢n extintos.
Y voy m¨¢s lejos, el mensaje subliminal y t¨®xico que estamos enviando a nuestros hijos es ¡°p¨®rtate bien por miedo¡± no por razones, valores o principios, no porque eso te ayudar¨¢ a crecer y te beneficia, no porque te amamos y tratamos de transmitirte lo mejor de nosotros mismos.
¡°P¨®rtate bien¡± porque si te ¡°portas mal¡±, el esp¨ªa de la barba blanca y los chicos de los camellos, no pasar¨¢n por aqu¨ª.
En estos d¨ªas, donde el estr¨¦s se va apoderando de las familias que ya est¨¢n empezando a sentir que algo se les desubica por dentro, donde los que faltan se vuelven inmensos, donde los conflictos intrafamiliares que hemos ido esquivando el resto del a?o ahora se ponen encima de la mesa, donde el simple hecho de las vacaciones de los ni?os y la perspectiva de que tenerlos en casa a muchas familias les remueve, donde nos confrontamos con el paso del tiempo, donde los ritos nos conectan con emociones que no queremos manejar, todos nos volvemos m¨¢s vulnerables, es a¨²n m¨¢s f¨¢cil recurrir a terceros m¨¢gicos que hagan de esp¨ªas omnipresentes y amenazantes.
Es humano, pero no es ¨¦tico.
Y adem¨¢s ni construye ni educa.
Los regalos son regalos, d¨¢divas, ofrendas, que sirven para transmitir amor, generosidad, gratitud. Yo regalo a mis hijos porque me produce y les produce felicidad, igual que lo hago con mis amigos o con mi pareja. A ninguno de ellos les digo que si no ¡°se portan bien¡± no les har¨¦ un regalito por Navidad o por su cumplea?os.
Si formamos parte de esos padres que hemos decidido continuar con el ritual m¨¢gico de Papa Noel o de los Reyes Magos, no podemos usarlos a nuestra conveniencia. La magia entonces es sagrada y el fin no justifica los medios. Nunca o casi nunca.
En una sociedad basada en la abundancia de cosas y en la privaci¨®n de contacto y presencia, propongo ¡°utilizar¡± estos ritos culturales para ense?ar y transmitir a nuestros hijos la satisfacci¨®n y plenitud que produce la acci¨®n de dar as¨ª como la de recibir.
Las navidades son un buen pretexto, aunque no el ¨²nico hacer un ejercicio de gratitud, expresando lo agradecidos que nos sentimos por todo lo bueno que la vida nos regala, aunque no siempre nos portemos bien, poniendo m¨¢s luz en lo que tenemos y no tanta en lo que nos falta. Seamos espejo y referente sin necesidad de chantajes, enturbiando la magia de una noche que es ilusi¨®n y alegr¨ªa y que con toda seguridad, te?ir¨¢ de ternura los recuerdos de nuestros hijos, quienes a su vez, transmitir¨¢n el mismo entra?able tesoro en los suyos.
Dec¨ªa Albert Einstein que dar ejemplo no es la principal manera de influir, es la ¨²nica.
Nunca es demasiado pronto para transmitirles el germen de la solidaridad y nunca es demasiado tarde para alejar a los sicarios del castigo de la pedagog¨ªa negra que tiene patas muy, pero muy cortas y que aunque nos corra por la venas, podemos combatir desde una nueva y renovada conciencia y desde el absoluto e incondicional amor hacia nuestros ni?os.
Feliz Navidad.
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