Cuando tu abuelo traficaba con tabaco y caf¨¦
En los pueblos de la Raya, en la frontera hispano-lusa, no se hacen ofrendas a la Virgen sino al contrabandista
A VICENTE ya no le cabe el traje de boda. Aunque siempre fue bajito, de joven era fornido. Ahora, con 78 a?os, su barriga es pronunciada como una monta?a sin pico. Es una se?a identitaria: comer, tras la posguerra y la dictadura, fue un acto revolucionario para las familias, un verbo que compensaba d¨¦cadas de hambruna.
Vicente se cas¨® con Severina a los 22 a?os, hac¨ªa unos meses que un hermano hab¨ªa fallecido y su madre quer¨ªa que en la ceremonia luciera un traje negro de pana en se?al de luto. Le dijo a su futura suegra: ¡°As¨ª no me caso con tu hijo¡±. Vicente fue tres noches seguidas a Portugal para sacarse ¡°unos duros¡± gracias al contrabando. Con ellos compr¨® ¡°un traje de g¨¦nero¡±. ¡°Uno de tela buena, vaya¡±, precisa ella.
El comercio de estraperlo en los pueblos de la frontera hispano-lusa, conocida como la Raya, completaba las rentas familiares de subsistencia, una pr¨¢ctica que en esta zona ya era com¨²n en el siglo XV.
Vicente, que naci¨® en Eljas (C¨¢ceres), compaginaba desde los 15 a?os su trabajo diurno en los campos de olivos con el de contrabandista. Acud¨ªa cuatro noches a la semana a Foios, el primer pueblo de Portugal desde Eljas. Acortando por la sierra, eran ocho kil¨®metros a pie. ¡°El amo me daba 15 duros. Para pagarme el traje, llev¨¦ el doble de carga y me dio 20 por noche¡±, relata.
¡°A pie ¨ªbamos a Foios a coger caf¨¦. Para coger tabaco ¨ªbamos a Aranhas, que estaba m¨¢s lejos y hab¨ªa que ir a caballo¡±
La manta cubri¨¦ndolos y el saco al hombro era el uniforme habitual. As¨ª lo representan en tres pueblos de Espa?a: Eljas, Oliva de la Frontera (Badajoz) y El Granado (Huelva). Aqu¨ª no se hacen ofrendas a la Virgen, sino al contrabandista: ¡°En 1995 nos hermanamos con Foios. ?Qu¨¦ era lo que nos un¨ªa? El contrabando¡±, explica Antonio Bellanco, alcalde de Eljas, que tambi¨¦n trafic¨® a finales de los setenta. ¡°A pie ¨ªbamos a Foios a coger caf¨¦. Para coger tabaco ¨ªbamos a Aranhas, que estaba m¨¢s lejos y hab¨ªa que ir a caballo¡±.
En El Granado, los contrabandistas cruzaban el r¨ªo Guadiana para llegar a Santana de Cambas, donde recog¨ªan caf¨¦. Maite Barroso, del Ayuntamiento de dicho municipio, se?ala que su monumento, erigido en 2011, es ¡°un recuerdo no a la actividad il¨ªcita, sino a la ¨¦poca de mala vida que les toc¨® vivir a muchas familias¡±. ¡°Se sacrificaron para dar de comer a los suyos¡±, a?ade.
Rafael Caballero, de Oliva de la Frontera, es uno de los impulsores del club de senderismo Los Mochileros, en homenaje a las mochilas que portaban quienes se dedicaban al estraperlo. Aqu¨ª no solo hay un monumento, sino que se organizan rutas: ¡°Ense?amos d¨®nde se escond¨ªan, c¨®mo se orientaban y el campo que cruzaban cuando anochec¨ªa¡±. Caballero apunta que en la posguerra se comerciaba con piedras de mechero y harina. M¨¢s tarde, con caf¨¦. Acud¨ªan caminando a los pueblos lusos de Barrancos y La Marilleja: ¡°Llevaban 40 kilos a la espalda y 5 en la mano. Si ten¨ªan que huir de la Guardia Civil, soltaban los 40 y se quedaban los otros 5. A esos los llamaban ¡®el salvavidas¡±.
De Galicia a Andaluc¨ªa hay unos 1.200 kil¨®metros, un territorio donde los pueblos quedaban aislados geogr¨¢fica y pol¨ªticamente. La frontera actuaba como un bloque de pisos en el que los portugueses eran, literalmente, los vecinos a los que uno va a pedirles sal o az¨²car. El culto al contrabandismo, que en el franquismo cont¨® incluso con la participaci¨®n de curas y alcaldes, es hoy un producto cultural. Una raya, precisamente, como elemento de uni¨®n.
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