Algunos ganan, pero todos perdemos
Aunque Arrimadas venza en votos, no logra el poder; y aunque los independentistas sumen mayor¨ªa, han tocado techo
Finalizado el recuento, el bloque independentista comenzar¨¢ r¨¢pidamente a reagruparse y aparcar las divisiones que han marcado la campa?a para trabajar en un posible Govern que intentar¨¢ interpretar como una consolidaci¨®n de su proyecto republicano. Pero muchas cosas han cambiado. Sumaron 72 esca?os en 2015 y han logrado 70 en 2017, dos m¨¢s que la mayor¨ªa absoluta, y sin embargo parecen haber tocado techo. La victoria no se mide solo en votos y esca?os, sino en proyecto, y ¨¦ste ha encogido. Los constitucionalistas, por su parte, han movilizado a miles de personas que en otras citas no hab¨ªan acudido a votar, pero los bloques permanecen m¨¢s o menos inc¨®lumes, inamovibles, sin transferencias aparentes entre s¨ª.
Llega la hora de elevar el foco y no mirar solo los n¨²meros de votos y de esca?os, que consolidan la divisi¨®n en dos mitades de la sociedad catalana, sino de evaluar tambi¨¦n de qu¨¦ trata exactamente ganar en este 21-D excepcional. La victoria y la derrota son hoy el¨¢sticas, subjetivas. Y algunos ganan, pero todos perdemos. Hay varios puntos importantes:
- 1.- Gana la ley. El art¨ªculo 155 y la convocatoria de elecciones que anunci¨® Mariano Rajoy tras el voto en el Senado no ten¨ªa por objetivo que venciera el bloque constitucionalista ni la lista popular, sino restituir la ley. En ese sentido, ning¨²n resultado podr¨¢ desafiar de nuevo los marcos legislativos consensuados por los espa?oles, de los que el Tribunal Constitucional ha sido y ser¨¢ garante. La participaci¨®n de los independentistas en una convocatoria decidida desde Moncloa ha sido la mejor prueba de que el engranaje institucional legal ha vuelto a funcionar.
- 2. El unilateralismo ha muerto. La victoria independentista en esca?os, de confirmarse, no debe asumirse con triunfalismo ni como un plebiscito sobre su actuaci¨®n en el proc¨¦s, sino como un respaldo a los l¨ªderes soberanistas por parte de votantes que en ning¨²n caso van a darles la espalda a pesar de los errores cometidos. Una buena parte de ellos est¨¢ insatisfecha con lo ocurrido, lamenta haber llegado tan lejos y reconoce que no hab¨ªa valorado suficientemente la dimensi¨®n arriesgada que conllevaba la declaraci¨®n de independencia. Pero no por ello les van a abandonar. Tanto ERC como Junts Per Catalunya, si forman gobierno, tendr¨¢n que cambiar los tiempos, renunciar a la unilateralidad y, si practican la inteligencia, abordar de otra manera sus objetivos pol¨ªticos leg¨ªtimos.
- 3. Nueva l¨ªder en el bloque constitucionalista. El enorme avance de los constitucionalistas frente a convocatorias anteriores es tambi¨¦n una forma de victoria moral. Tras las manifestaciones que visibilizaron a una ciudadan¨ªa antes callada, pero gravemente ofendida por los pasos del anterior Govern, han superado con creces los 1,6 millones de votos que obtuvieron en 2015. Pero en sus filas ha cambiado la hegemon¨ªa y es In¨¦s Arrimadas quien m¨¢s ha logrado convencer. Un rostro joven de un partido joven que no tiene inconveniente en reivindicar el legado del 78, pero con af¨¢n renovador. Y sin embargo su victoria no la lleva al poder.
- 4. Los cl¨¢sicos nacionales pierden. Tanto el Partido Popular como el PSC cosechan un p¨¦simo resultado, el primero, o insuficiente, el segundo. Y eso debe tener consecuencias a escala nacional. El Partido Popular no deber¨ªa aceptar proseguir sin cambiar, sin sacar lecciones de la responsabilidad que le toca debido a su inacci¨®n. Ser uno de los partidos m¨¢s minoritarios de Catalu?a cuando encabeza el Gobierno de la naci¨®n nos habla de una fisura insuperable. Tendr¨¢n que abordarlo. Y el Partido Socialista de Pedro S¨¢nchez tambi¨¦n.
Los resultados, en suma, nos muestran una Catalu?a en dos mitades que todos deber¨ªan querer evitar. La lecci¨®n final m¨¢s probable es que el independentismo, aunque haya renovado los votos, se le ha encogido su proyecto y su capacidad de acci¨®n. Y el constitucionalismo ha ganado en votos, pero se le ha encogido la raz¨®n.
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