Fulgor y cat¨¢strofe de los ¡®indepes¡¯

Dos de las tres listas independentistas aguantaron bien. Pero esa resistencia no se deb¨ªa principalmente a sus propias virtudes. Al menos m¨¢s all¨¢ de la paciencia y generosidad de sus entusiastas.

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La causa es que se les brind¨® casi gratis el argumentario desde fuera de la pol¨ªtica. Poco en sus propuestas era cosecha nueva.

Y casi todo lo sustancial se les regal¨®. Los porrazos del 1-O; las contundentes medidas cautelares judiciales; su consecuencia, la realidad de pol¨ªticos presos (o pr¨®fugos) con falsa apariencia de presos pol¨ªticos; la f¨¢bula de un president exiliado; la azarosa resoluci¨®n judicial sobre el (discreto) tesoro de Sijena. Todo eso lo lograron fuera de la pol¨ªtica convencional.

De ah¨ª el fulgor de los indepes. Resultados tangibles, aunque en descenso (muy suave). Y contrarrestados por fracasos.

Algunos, anteriores a la votaci¨®n de ayer. El principal es que ni persiguieron, ni reeditaron, ni se presentaron como un bloque: tres listas distintas y ning¨²n l¨ªder verdadero; negativa a un programa com¨²n y dispersi¨®n de planes; recelo extremo entre los patrones de Bruselas y Estremeras; divisiones en varias candidaturas, brutales en la neopujolista.

Junto a ese, su gran fiasco es que van a tener que seguir siendo independentistas. No independientes. Esto es, partidarios y no usufructuarios de la independencia: no podr¨¢n gozar de la senyera y seguir¨¢n encadenados a la facciosa estelada.

No saben a¨²n, ni sus electores, si deben uncirse al yugo de la unilateralidad imposible, a la bilateralidad improbable o al autonomismo del que perjuraron.

Y el retorno a lo que tildaron de ¡°pantalla pasada¡±, un refer¨¦ndum pactado (al que quer¨ªan atraer a los comunes) se antoja arduo: ?qui¨¦n confiar¨ªa en su lealtad tras el abuso de computar su derrota (47,8%) del plebiscitario 27-S como mandato victorioso, cuando fue derrotado?

Y ya no son m¨¢s cre¨ªbles sus ficciones de una secesi¨®n gratis. Europa no la quiso, el euro no la cobij¨®, los espa?oles no la jalearon, la sociedad desconfi¨® y se les rompi¨® entre los dedos, las empresas huyeron, desobedecer conllev¨® costes. Los activistas de la secesi¨®n son imaginativos, audaces, innovadores. Pero ya no son m¨¢s Houdini.

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