El mandato del pueblo
No son los ciudadanos quienes tienen que decidir directamente sobre el futuro del pa¨ªs con su voto, son sus representantes
No hay mandatos del pueblo. Es m¨¢s que abusivo deducir la existencia de una voluntad colectiva que se expresa en un reparto concreto de esca?os entre los distintos partidos. El pueblo no es un sujeto vivo, que piensa, desea y act¨²a, por m¨¢s que el lenguaje del populismo, tan en boga, permita tales expansiones metaf¨®ricas.
El abuso populista busca mandatos populares en casi todo, en las manifestaciones, en consultas y refer¨¦ndums y en las elecciones. La fabricaci¨®n de un sujeto colectivo, con deseos y voluntad, que se opone a otro sujeto, enemigo y exterior, e igualmente fabricado, permite dos operaciones de alto inter¨¦s: controlar la agenda, el tiempo e incluso el espacio pol¨ªtico, el terreno donde se juega la partida; y luego lavarse las manos por los desperfectos que puedan producirse: los ha decidido el pueblo.
Es tambi¨¦n una forma de subarriendo de responsabilidades, pr¨¢ctica que desborda el campo populista. Los pol¨ªticos buscan desesperadamente un mandato del pueblo desde hace al menos cinco a?os. Unos, para que el pueblo les diga de una vez que quiere que Catalu?a sea independiente, y los otros, para que diga lo contrario. Los primeros se han prodigado en elecciones y consultas, prescindiendo incluso de la legalidad. Los segundos, encabezados por Rajoy, lo han hecho ahora con estas elecciones, plebiscitarias sin quererlo, para intentar lo mismo en direcci¨®n contraria.
Y aqu¨ª est¨¢ el resultado. El pueblo devuelve el encargo a sus representantes. El primer partido, Ciudadanos, es el que impugna con mayor claridad el independentismo y menos responsabilidades tiene en la gesti¨®n del conflicto. El independentismo sigue teniendo fuerza: aun sin contar con la mayor¨ªa plebiscitaria de votos, contar¨¢ probablemente con los esca?os para proponerse, si lo desea, otra aventura insensata como la que ya ha protagonizado.
No son los ciudadanos quienes tienen que decidir directamente sobre el futuro del pa¨ªs con su voto, en refer¨¦ndum o en elecciones polarizadas, son sus representantes elegidos democr¨¢ticamente. Este es el mandato popular: que hablen y se entiendan, que dejen de enredar y de subrogar su responsabilidad, unos en la gente, otros en los jueces o la polic¨ªa. Que hagan pol¨ªtica.
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