Nadie sabe la salida
Quiz¨¢s el problema de Catalu?a no est¨¢ en la esfera de la pol¨ªtica sino en la esfera de la sociedad
Cada vez que se repasan los resultados de las elecciones catalanas del d¨ªa 21 el desconcierto es mayor y la conclusi¨®n la misma: un pa¨ªs partido por la mitad. No es una divisi¨®n entre dos partidos, eso ser¨ªa normal, un sistema bipartidista. Tampoco el bloques ideol¨®gicos derechas/izquierdas, m¨¢s normal todav¨ªa. Lo espec¨ªfico y grave es que se trata de una divisi¨®n existencial: seguir formando parte de un Estado como es Espa?a o separarse y constituir un Estado distinto.
No es, por tanto, como tantas veces se dice, que Catalu?a quiera separarse de Espa?a, lo cual ser¨ªa m¨¢s solucionable mediante acuerdos bilaterales, sino que, a grosso modo, una mitad de Catalu?a quiere separarse de Espa?a y la otra mitad quiere seguir perteneciendo a ella. Si el Brexit es grave, y muchos brit¨¢nicos ahora ya se arrepienten, el Catalexit, desde todos los puntos de vista, infinitamente peor.
La gravedad se acent¨²a si vemos con un cierto detalle las fronteras divisivas. La costa es unionista, el interior secesionista; las grandes ciudades son unionistas, las m¨¢s peque?as y los pueblos rurales, son secesionistas; todo ello a grandes rasgos y con las excepciones que se quieran, pero es as¨ª.
De las cuatro capitales de provincia, en tres la mayor¨ªa es unionista, y el partido triunfador nada menos que Ciudadanos. De la conurbaci¨®n de Barcelona, todas los municipios han votado mayoritariamente unionista (el primer partido ha sido tambi¨¦n Ciudadanos), a excepci¨®n de tres (Sant Cugat, San Just Desvern y Molins de Rei), no precisamente la m¨¢s pobladas. De los diez barrios de Barcelona, en siete han ganado los unionistas (con Ciudadanos como primer partido). A primera vista, pues, dos Catalu?as: la industrial unionista y la rural separatista. Pero tampoco ser¨ªa exacto porque ah¨ª se cruza tambi¨¦n el factor del origen: los de ocho apellidos catalanes y los que no. Aunque tampoco es exactamente as¨ª porque en ambos bandos hay de todo. En definitiva, una situaci¨®n endiablada.
Adem¨¢s, en estas elecciones nadie pod¨ªa llevarse a enga?os: los secesionistas sab¨ªan que sus dirigentes les hab¨ªan mentido. No era verdad que una Catalu?a como Estado separado seguir¨ªa en la Uni¨®n Europea, que su econom¨ªa ir¨ªa mejor, que muchos estados del mundo la admitir¨ªan en la sociedad internacional. Ya con pruebas, no con opiniones, aunque fueran fundadas, dos millones de catalanes votaron a partidos que les hab¨ªan enga?ado y lo sab¨ªan: a Puigdemont no lo recibe nadie en Bruselas, 3000 empresas han cambiado de sede. A pesar de todo les votaron.
Por tanto, quiz¨¢s el problema de Catalu?a no est¨¢ en la esfera de la pol¨ªtica sino en la esfera de la sociedad. Es posible que por ah¨ª, por el debate social, quepa buscar una salida. Aunque de momento nadie sabe cu¨¢l es.
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