Revuelta en Ir¨¢n
Hastiada de la revoluci¨®n, la sociedad pide apertura y justicia social
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Las revueltas que se iniciaron el jueves pasado en la ciudad de Mashad para luego extenderse por todo el pa¨ªs se han convertido en un desaf¨ªo de primer orden para el r¨¦gimen iran¨ª. La veintena de muertos y los centenares de detenidos sit¨²an las protestas en una magnitud no vista desde 2009, cuando la elecci¨®n fraudulenta de Mahmud Ahmadineyad desencaden¨® una ola de protestas que fue sofocada sin contemplaciones por el r¨¦gimen.
Si en aquella ocasi¨®n la motivaci¨®n del descontento fue sobre todo pol¨ªtica y fue encabezada por los universitarios en las grandes ciudades, ahora las protestas se han originado en los incontables problemas econ¨®micos ¡ªel principal, el coste de la vida, pero tambi¨¦n la corrupci¨®n¡ª, la falta de perspectivas de futuro y la frustraci¨®n ante unas reformas mil veces prometidas pero luego nunca llevadas a cabo o pospuestas sine die. Todo ello mientras el r¨¦gimen iran¨ª invierte sustanciosos recursos en sostener a sus aliados en L¨ªbano, Siria, Irak, Bahr¨¦in o Yemen, peones de su rivalidad ideol¨®gica, estrat¨¦gica y religiosa con Arabia Saud¨ª.
La diferencia entre la respuesta conciliadora del presidente Hasan Rohan¨ª, pidiendo escucha y di¨¢logo, y la amenazante del l¨ªder supremo de la revoluci¨®n, el ayatol¨¢ Ali Jamenei, culpando de las revueltas a los enemigos del r¨¦gimen y evocando los m¨¢rtires de la guerra con Irak en los a?os ochenta del pasado siglo, retratan bien la pugna entre modernizadores e inmovilistas que caracteriza a la pol¨ªtica iran¨ª y las dificultades de hacer evolucionar la teocracia fundada en 1979 por el ayatol¨¢ Jomeini hacia un sistema, aunque aut¨®ctono, m¨¢s cercano a la democracia. Pero sobre todo hacen temer una escalada de la violencia, especialmente si los sectores m¨¢s duros del r¨¦gimen, con los guardianes de la revoluci¨®n a la cabeza, deciden tomar bajo su control la represi¨®n para dar una respuesta ejemplarizante al desaf¨ªo al sistema que implican las protestas.
En ese contexto, la respuesta de Donald Trump, azuzando a los manifestantes contra el r¨¦gimen, es un error may¨²sculo que puede resultar contraproducente pues debilita al presidente Rohan¨ª y a los sectores moderados. Adem¨¢s de torpe, es c¨ªnica porque es sabido el nulo aprecio de Trump por los derechos humanos y la promoci¨®n de la democracia ¡ªque ni siquiera fueron mencionados en su discurso de investidura¡ª. Y menos a¨²n por los iran¨ªes, a los que ha incluido en su veto migratorio, cerrando o dificultando sus posibilidades de viajar a EE?UU. Tambi¨¦n es oportunista, porque aprovecha las revueltas para cargar contra un acuerdo nuclear esencial para mantener la paz en la regi¨®n y lograr que el Ir¨¢n revolucionario encauce sus demandas regionales por cauces diplom¨¢ticos.
Hasta ahora, el Estado iran¨ª ha mostrado disponer tanto de la capacidad represiva como de la voluntad de emplearla para imponerse a los disidentes. Los iran¨ªes aspiran, como tantos en la regi¨®n, a prosperar econ¨®micamente en sociedades abiertas pol¨ªticamente, en paz y libres de corrupci¨®n. Y est¨¢n cansados de una revoluci¨®n que aspira a legitimarse en una lucha obsesiva contra todo tipo de enemigos, interiores y exteriores en lugar de gobernando para ellos.
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