L¨ªmites de la pasi¨®n patri¨®tica

La pasi¨®n produce monstruos, bellos o malsanos. Produce, pues, belleza, enso?aci¨®n. Y tambi¨¦n genera paranoias, fanatismos. Tambi¨¦n favorece la cursiler¨ªa, monta?as nevadas, patriotismos mejores que otros patriotismos, egos patri¨®ticos que se compran y se venden como el cari?o verdadero. Como la exageraci¨®n de la autoestima.

En el actual apasionamiento catal¨¢n se dan esas dos clases de riesgos: la patria encandila, si lo sabr¨¢ un canario, que viviendo en islas tiende a pensar, como Samuel Beckett, que las islas viajan en nuestro ombligo. Y, claro, eso se da en Catalu?a, que en este minuto es una isla en s¨ª misma, un para¨ªso que tiene quienes le escriben a favor y no permiten que haya quienes osen escribir ¡°hombre, quiz¨¢ no¡±.

Esos que no permiten que haya libro de reclamaciones para dejar constancia de que no todo es oro en la querida isla practican la deslectura de los otros, de los del ¡°quiz¨¢ no¡±. Para alimentar la raz¨®n propia, la que propicia el desd¨¦n por la opini¨®n ajena, los que est¨¢n pose¨ªdos por la pasi¨®n patri¨®tica prefieren leerse entre ellos. Practican, con ese material del ombligo, el desd¨¦n basado en el desconocimiento de la opini¨®n ajena: no te quiero leer, no te quiero ni escuchar.

Escribientes de toda laya que de pronto exigen a otros que miren por el ojo de la fidelidad a la patria y que tienen en un altar de inigualable inspiraci¨®n lo que pas¨® el 1 de octubre. En el calendario sentimental marcan esa como una fiesta patria y no toleran, cargados de tal raz¨®n, discrepancia alguna sobre todo lo dem¨¢s que ocurri¨® antes y despu¨¦s de tan nefasta ocasi¨®n. Como si s¨®lo hubiera pasado el 1 de octubre de 2017. Como si ese 1 de octubre fuera la justificaci¨®n de lo que pas¨® antes y de lo que sucedi¨® despu¨¦s, en la calle, en el Parlament. La fecha talism¨¢n, tan dolorosa sin duda alguna, aunque no la ¨²nica fecha del descarrilamiento.

Amedrentan, borran, han creado un abismo terrible, a veces francamente tierno, y a veces tan desconsiderado que ya no se sabe si un d¨ªa las llamadas entre los que est¨¢n con la patria y los que dicen ¡°hombre, quiz¨¢ no estoy de acuerdo¡± ser¨¢n de hielo o de fuego.

La pasi¨®n se torna melanc¨®lica en alg¨²n momento. Y tambi¨¦n se vuelve locura. Un d¨ªa, pronto tal vez, se reducir¨¢ la pasi¨®n y quiz¨¢, tanto quiz¨¢ duele, se retorne a la conversaci¨®n que hace falta para que los puentes rotos se recompongan.

Quiz¨¢, ya me cans¨¦ de poner tanto quiz¨¢. Ojal¨¢, pues.