Salir del pozo
Hay quien piensa que solo Catalu?a est¨¢ en un pozo. Pero es un pozo m¨¢s grande. Salir de ah¨ª es una prueba decisiva para la democracia.
HAY UN principio que deber¨ªa regir la sensatez pol¨ªtica y todas las sensateces: si caes en un pozo, no sigas cavando. Salvo que te dediques a la arqueolog¨ªa.
Estoy en un centro comercial, en un espacio de aparatos electr¨®nicos, y las paredes son grandes paneles de televisores. Hay bastante gente, pero nos movemos en silencio, con cara de c¨ªborgs a la b¨²squeda de implantes. En todas las pantallas, sin voz, se multiplica una imagen. La de un pol¨ªtico catal¨¢n, Oriol Junqueras, caminando hacia el tribunal. Las televisiones repiten la toma una y otra vez. Puede leerse la noticia en subt¨ªtulos. La sala de recursos del Tribunal Supremo rechaza su petici¨®n de quedar en libertad y lo devuelve a prisi¨®n.
Hay un principio que deber¨ªa regir la sensatez pol¨ªtica y todas las sensateces: si caes en un pozo, no sigas cavando
Es un d¨ªa festivo, de Navidad, y estamos afanados a la b¨²squeda de herramientas m¨¢gicas. No s¨¦ lo que piensan los dem¨¢s de lo que muestran las pantallas, pero yo me siento como un c¨ªborg perplejo. No por esto y lo otro, sino por todo esto. Un c¨ªborg unamuniano al que le duele Catalu?a y Espa?a, s¨ª, y Europa, y el cuerpo todo desde el ?rtico a la Ant¨¢rtida. La realidad ha regresado desde el mundo virtual y somos nosotros los que vivimos en un mundo de ficci¨®n, queriendo creer que hay una especie de Superinteligencia que, al margen de nuestras palabras y actos, restablecer¨¢ un orden racional y, por decirlo as¨ª, todos los ordenadores encontrar¨¢n su cerebro. Pero la realidad sigue movi¨¦ndose, creo que con desinteligencia, y cada vez se aproxima m¨¢s a aquella cita tan del gusto de Borges: ¡°?Qu¨¦ es la vida? ?Una maldita cosa detr¨¢s de otra!¡±.
Dejo mi momento c¨ªborg, salgo de esa permanente Navidad del ¡°solucionismo tecnol¨®gico¡± y, claro, me caigo en el pozo. Es el espacio real, el pozo. Hay quien piensa que solo Catalu?a est¨¢ en un pozo. Pero es un pozo m¨¢s grande, que nos implica a todos. Salir de ese pozo es una prueba decisiva para la democracia.
Palada a palada, se ha perdido la capacidad de escuchar. La simple conversaci¨®n parece hoy una utop¨ªa. Y es algo inexplicable, pero tambi¨¦n a lo inexplicable hay que buscarle una explicaci¨®n sin esperar al Juicio Final. Hay un problema de sectarismo pol¨ªtico, cuando los partidos se comportan como facciones que confunden su af¨¢n particular con el inter¨¦s de las mayor¨ªas. Pero, sobre todo, hay un serio problema de agarrotamiento en los protagonistas que dominan el escenario. Recuerdan a un tipo de gente que defini¨® con gracia Charles Di?ckens: ¡°Hay hombres que parecen tener solo una idea y es una l¨¢stima que esa idea sea equivocada¡±.
Aqu¨ª la idea equivocada y compartida es el conformismo. Cada uno con el suyo. Ese acomodarse a la fatalidad de que despu¨¦s de una cosa vendr¨¢ otra maldita cosa.
Es tambi¨¦n com¨²n el lamento por la fractura en la sociedad, pero una sociedad compleja y avanzada no se encona de repente. Y ser¨ªa ingenuo pensar que esa fractura se limita a Catalu?a. Entre lo uno y lo otro, y dentro de lo uno y lo otro, hay una inmensidad de matices. Hay un momento fronterizo, de fracaso, y es cuando el exabrupto sustituye al argumento. Esa corrosi¨®n del lenguaje acaba por imponer la dial¨¦ctica amigo o enemigo. El imperio del exabrupto impide la ecolog¨ªa de las palabras, espanta toda sutileza. Ese estado de malquerer es un fracaso de la pol¨ªtica. Pero sobre todo, cuando el lenguaje se desalma, es una derrota de la cultura. Es el momento de los procrustes. Era este, Procrustes (El Estirador), un posadero griego que ten¨ªa un m¨¦todo infalible para encamar al viajero. Si era alto, le serraba las piernas. Si era bajo, lo estiraba a la fuerza. En ciencia, hacer la ¡°cama de Procrustes¡± consiste en la deformaci¨®n de la realidad para que se ajuste como sea a la propia teor¨ªa.
Es un error intentar solucionar el problema catal¨¢n con la cama de Procrustes.
Para salir del pozo, en lugar de conformar la realidad a nuestra medida, podr¨ªamos intentar una modesta revoluci¨®n ¨®ptica. Ver la realidad de otra manera. Por ejemplo, que el contencioso de Catalu?a se dirime entre posiciones que se definen como dem¨®cratas, que defienden la libertad y que abominan de la violencia. Eso deber¨ªa considerarse una bendici¨®n. ?Qu¨¦ m¨¢s se necesita para retomar la escucha y llegar a un entendimiento b¨¢sico?
Que ning¨²n Procrustes nos robe la esperanza. Despu¨¦s de una cosa puede venir otra cosa y que no sea una maldita cosa.
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