No eres un ¨¢ngel, eres un imb¨¦cil
Los celos no son un signo de amor. Para erradicar la violencia en la convivencia, hay que desmitificar el perverso romanticismo del sufrimiento.
ENTRE EL TORRENTE televisivo de anuncios de perfumes de las pasadas Navidades sobresal¨ªa uno especialmente mostrenco. Voy a resumir la historia, aunque no dir¨¦ la marca porque no quiero hacerles propaganda. Chico guapo le dice a chica bella: ¡°Un d¨ªa me amar¨¢s y otro me odiar¨¢s. Nunca sabr¨¢s d¨®nde estoy ni d¨®nde vivo. No soy un ¨¢ngel. Ahora ya lo sabes¡±, ante lo cual la bella se derrite de pasi¨®n y le morrea ¨¢vidamente. O sea, otro cansino gui?o al supuesto atractivo de los chicos malotes, otra fr¨ªvola y petarda exaltaci¨®n de los hombres da?inos tipo sombras de Grey. El mensaje es: ?Te hace sufrir? Guau, qu¨¦ tipazo tan interesante, eso s¨ª que es pasi¨®n, intensidad y amor de pel¨ªcula.
Seg¨²n las encuestas, uno/una de cada tres j¨®venes espa?oles entre 15 y 29 a?os consideran normal o inevitable controlar a su pareja
Resulta todo tan obvio y tan tramposo que hasta puede parecer inofensivo. Pero lo malo es que llueve sobre mojado: seg¨²n las encuestas, uno/una de cada tres j¨®venes espa?oles entre 15 y 29 a?os consideran normal o inevitable controlar a su pareja; y un 27,4% del mismo abanico de edad piensan que la violencia de g¨¦nero es normal dentro de una relaci¨®n sentimental. Ahora a?ade a estas cifras aterradoras el machac¨®n mensaje publicitario, el modelo aspiracional de esos dos j¨®venes tan guapos, la guinda del coche descapotable y esa normalizaci¨®n e incluso mitificaci¨®n del amante que no es un ¨¢ngel (y que por consiguiente es un demonio). Si tenemos en cuenta que en 2017 han muerto 55 mujeres en Espa?a v¨ªctimas de la violencia de g¨¦nero, adem¨¢s de ocho ni?os que tambi¨¦n han sido asesinados por los maltratadores de sus madres, ese casposo anuncio tiene muy poca gracia.
La idea de que el amor peligroso, el amor da?ino, es mucho m¨¢s intenso, m¨¢s puro y fascinante es una vieja creencia que ha causado infinitos sufrimientos. ¡°Todo hombre mata lo que ama¡±, dec¨ªa Oscar Wilde, que vivi¨® una relaci¨®n t¨®xica con Alfred Douglas. Tambi¨¦n los hombres caen en estos pozos, desde luego, aunque la tradici¨®n machista ha hecho que las mujeres ganemos en este triste terreno por goleada. Yo dir¨ªa que por cada 10 mujeres puede que haya un hombre. O eso cabr¨ªa deducir, por ejemplo, de las cifras de la violencia dom¨¦stica. De media, al a?o mueren en Espa?a unos seis o siete varones a manos de mujeres (s¨ª, tambi¨¦n hay hembras criminales, como parece ser el caso de la joven argentina), toda una tragedia, desde luego, pero num¨¦ricamente muy inferior a las 55 asesinadas en 2017. Aprovecho la ocasi¨®n para salir al paso de los recurrentes bulos de Internet; todos los a?os se vocifera en las redes que ha habido una treintena de hombres que han perdido la vida por la violencia dom¨¦stica y que de ellos no se habla. Pues bien, resulta que en esos datos incluyen a las v¨ªctimas asesinadas por parejas que son tambi¨¦n varones; m¨¢s las de los cr¨ªmenes familiares, padres que matan a sus hijos y viceversa; por ¨²ltimo, tambi¨¦n contabilizan a los criminales de g¨¦nero que, tras liquidar a la pareja, se suicidan, y a los nuevos compa?eros de las mujeres que tambi¨¦n son asesinados por el maltratador. Repito: a manos de mujeres son unos seis o siete. En cualquier caso, demasiados. Ni uno m¨¢s, ni una m¨¢s.
Pero para conseguir eso, para erradicar la violencia en la convivencia, hay que desmitificar el perverso romanticismo del sufrimiento. Los celos, sean de ¨¦l o de ella, no son un signo de amor, sino de enfermedad. Llorar por una relaci¨®n sentimental no es una medida de su intensidad, sino de que algo va muy mal. Y sobre todo nosotras, las mujeres, a quienes el machismo nos ha convertido en v¨ªctimas principales de esta enga?ifa, tengamos claro que los chicos malos son simplemente eso, ego¨ªstas, sexistas, groseros, insufribles, quiz¨¢ incluso peligrosos psic¨®patas. Y que no les vamos a cambiar, aunque nos creamos sus redentoras. El sapo seguir¨¢ siendo toda la vida un sapo por m¨¢s que lo beses. Yo tambi¨¦n tuve a los 24 a?os un novio que me dijo: ¡°Me dejar¨¢s, como todas. No ser¨¢s capaz de soportarme¡±. Y yo, necia como tantas, pens¨¦ que lo salvar¨ªa de s¨ª mismo. Al a?o comprend¨ª que ¨¦l ten¨ªa toda la raz¨®n y le dej¨¦, tras haber aprendido para siempre que si un chico viene y te dice: ¡°No soy un ¨¢ngel¡±, hay que contestar: ¡°Desde luego que no: eres un imb¨¦cil¡±, y seguir con tu vida sin ¨¦l tan ricamente.?
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