?Sue?an los ¡®millennials¡¯ con escritores viejunos?
'Los escritores plagiaristas' es el mejor libro para conseguir que te interesen algunos de los autores que triunfaron en el siglo XX
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Hace unos d¨ªas cog¨ª un autob¨²s para ir al norte, ocup¨¦ mi asiento, y un minuto antes de arrancar llegaron cinco adolescentes que literalmente me rodearon. Pens¨¦ que no iba a ser capaz de soportar sus gritos y sus peleas durante las cuatro horas de viaje, pero me equivoqu¨¦. Los cinco se acomodaron en silencio, sacaron sus respectivos m¨®viles, engancharon los auriculares y se recostaron. Ni una palabra m¨¢s alta que otra. Ni una colleja al gafotas. Ni un insulto al gordinflas.
Saqu¨¦ un libro y empec¨¦ a leer, pero me qued¨¦ dormido un rato despu¨¦s. Al abrir los ojos dos horas m¨¢s tarde, los adolescentes segu¨ªan callados. Uno de ellos, adem¨¢s, estaba leyendo un libro. ?Un libro en papel, por el amor de Dios! Pero no cualquier libro, no. Estaba leyendo Rayuela. ?Rayuela! ?Os lo pod¨¦is creer? ?Rayuela, joder! ?El chaval no hab¨ªa cumplido a¨²n los dieciocho y ya se atrev¨ªa con el mism¨ªsimo Cort¨¢zar!
En las presentaciones que llevamos a cabo cuando publicamos el libro Los escritores plagiaristas (editorial: Banda¨¤parte; autores: F¨¦lix Blanco, Daniel Jim¨¦nez, Daniel Rem¨®n y Minke Wang) hablamos mucho de Cort¨¢zar. Tambi¨¦n hablamos de Borges, de Bola?o, de Foster Wallace y de Carver. Pero sobre todo hablamos de Cort¨¢zar y de Rayuela, y nos preguntamos si los j¨®venes del siglo XXI seguir¨ªan leyendo este libro con el mismo fervor con el que se ley¨® en los 60, nada m¨¢s publicarse, o con la misma devoci¨®n con la que lo le¨ªmos los que nacimos a principios de los 80 y quisimos ser escritores.
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Algunos de los lectores que estuvieron en la presentaci¨®n aseguraban que el libro en cuesti¨®n, Rayuela, hab¨ªa envejecido mal, que se hab¨ªa quedado obsoleto. Como si fuera un Alcatel, no te jode. Sin embargo, F¨¦lix Blanco hizo notar que tal vez no era el libro el que hab¨ªa envejecido; ¨¦ramos nosotros. El tiempo, la sociedad, la tecnolog¨ªa, las redes sociales y la madre que los pari¨® a todos nos han vuelto esc¨¦pticos pero ingenuos, nos han obligado a modernizarnos y a homogeneizarnos, todo a la vez. Menos ideolog¨ªas, m¨¢s sentimentalismo; menos se?as de identidad, m¨¢s cultura de masas. Nos han obligado a dudar de nuestros h¨¢bitos y de nuestra formaci¨®n, de nuestras convicciones y de nuestros ¨ªdolos de juventud; y entre ellos est¨¢, por supuesto, Julio Cort¨¢zar.
Un juego literario muy serio
No me gustar¨ªa parecer arrogante o presuntuoso, pero me sorprendi¨® ver a un joven imberbe leyendo Rayuela. En realidad, m¨¢s que otra cosa, me emocion¨®. En el libro Los escritores plagiaristas, una suerte de antolog¨ªa de relatos originales que versionan, parodian, recrean o imitan el estilo, los temas, las estructuras o las obsesiones de una docena de autores, tambi¨¦n hay un cap¨ªtulo dedicado a Cort¨¢zar. Un cap¨ªtulo que incita a leerlo y a cuestionarlo al mismo tiempo, igual que hacemos con todos los dem¨¢s autores a los que plagiarizamos, que no es lo mismo que plagiar. Porque nuestro libro es la segunda publicaci¨®n del Movimiento plagiarista, un juego literario muy serio que intenta por todos los medios aumentar el alcance y la relevancia de la literatura en unos tiempos que son, que siguen siendo, malos para la l¨ªrica.
"?Saben ellos, los 'millennials', lo que es un aleph? (...). ?Saben que la pel¨ªcula 'Vidas cruzadas' de Robert Altman est¨¢ basada en los relatos de Raymond Carver? ?Saben, acaso, de qu¨¦ pel¨ªcula estamos hablando?"
As¨ª pues, una de las preguntas que nos hac¨ªamos los escritores plagiaristas est¨¢ resuelta: Los millennials siguen leyendo a Cort¨¢zar, y lo hacen, adem¨¢s, en papel. Maravillosa noticia, ?verdad? Pero con eso no es suficiente. ?Qu¨¦ pasa con Georges Perec y sus interminables listas? ?Qu¨¦ pasa con Bryce Echenique y La vida exagerada de Mart¨ªn Roma?a? ?Qu¨¦ pasa con los H¨¦roes de Ray Loriga y la metaliteratura autorreferencial de Enrique Vila-Matas? ?Saben ellos, los millennials, lo que es un aleph? ?Encuentran sentido, o diversi¨®n, en el libro de Stanislaw Lem Vac¨ªo perfecto, un compendio de pr¨®logos a una serie de libros que jam¨¢s han existido? ?Saben que la pel¨ªcula Vidas cruzadas de Robert Altman est¨¢ basada en los relatos de Raymond Carver? ?Saben, acaso, de qu¨¦ pel¨ªcula estamos hablando?
Es posible, como siempre ocurre en estos casos, que nos estemos poniendo demasiado dram¨¢ticos. Los j¨®venes espa?oles leen constantemente, aunque seg¨²n esos informes del demonio que se hacen a nivel europeo, no parece que lean tanto como, por ejemplo, los franceses. Las distracciones que pueden tener ambos son las mismas, solo que unos dedican m¨¢s tiempo a la literatura que otros. ?Y bien? ?Qu¨¦ podemos hacer nosotros para animarles a leer m¨¢s?
Nosotros, los plagiaristas, hemos intentado, como si dij¨¦ramos, actualizar la obra de algunos de los escritores que fueron fundamentales para entender el desarrollo de la literatura en el siglo XX. Si resulta que ya han le¨ªdo a los escritores de los que hablamos, en los relatos de Los escritores plagiaristas encontrar¨¢n una nueva forma de conocerlos, como si estuvieran escuchando una versi¨®n pirata de un tema antiguo. Si, por el contrario, todav¨ªa no conocen, por ejemplo, la obra de Bola?o, puede que este libro y el relato que lo homenajea les inciten a sacar de donde sea el tiempo necesario para leer Los detectives salvajes.
"Si, por el contrario, todav¨ªa no conocen, por ejemplo, la obra de Bola?o, puede que este libro y el relato que lo homenajea les inciten a sacar de donde sea el tiempo necesario para leer 'Los detectives salvajes"
En cualquier caso, es evidente que la amargura y la p¨¦rdida del pelo generan un extra?o sentimiento de nostalgia por lo que fue y ya no ser¨¢ m¨¢s. Pero no dejemos que el salto generacional y la oferta ilimitada de contenidos, informaciones y distracciones nos arruinen el prop¨®sito de seguir leyendo a algunos de los escritores m¨¢s importantes del siglo pasado, o en todo caso a sus derivados plagiaristas. En verdad, nos importa menos vender un libro m¨¢s que lograr que otro de los adolescentes que viajaron conmigo hacia el norte tire una piedra al suelo y empiece a saltar a la pata coja. Al fin y al cabo para eso sirve la literatura: para seguir jugando.
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