?Somos menos duros con acosadores guapos como James Franco que con casos tipo Weinstein?
Doble rasero ante las denuncias de agresi¨®n sexual que salen a la luz. Hollywood y la opini¨®n p¨²blica condicionan su reacci¨®n en funci¨®n de quien cometa el supuesto abuso
Cada d¨ªa nos levantamos con una nueva noticia de acoso sexual en Hollywood. Los casos se suceden con la rapidez de un rayo. La informaci¨®n suele ser escasa, pero eso no es ¨®bice para que todo el mundo se lance a opinar en las redes sociales, se hagan manifiestos a favor y en contra y se escriban muchos art¨ªculos como este.
En los ¨²ltimos d¨ªas han saltado dos nuevos esc¨¢ndalos, los de James Franco y Aziz Ansari despu¨¦s de que varias mujeres argumentaran que fueron v¨ªctimas de un comportamiento sexual ofensivo por parte de los artistas. La gala de los Globos de Oro fue el detonante. Los dos pasearon por la alfombra roja exhibiendo su apoyo al movimiento Time's Up, lo que ocasion¨® la l¨®gica indignaci¨®n de estas mujeres que aprovecharon para poner de manifiesto la hipocres¨ªa de Franco y Ansari.
Sin embargo, a pesar de que los medios de comunicaci¨®n parecen encantados con encontrar m¨¢s carnaza para seguir explotando el asunto, ni ellos ni la opini¨®n p¨²blica parecen estar tratando con la misma severidad a James Franco y Aziz Ansari que, por ejemplo, a Kevin Spacey, despedido de forma inmediata de la serie House of Cards e incluso borrado digitalmente de una pel¨ªcula de pr¨®ximo estreno. De hecho, algunos medios conservadores han aprovechado para proclamar que estos casos suponen el comienzo del movimiento Time's Up, por supuesto para poner en entredicho a estas mujeres y aferrarse al ¡°consentimiento mutuo¡± para intentar desacreditarlas.
La doble moral en Hollywood no es nueva. ?Es menos culpable James Franco por ser cool? ?Y Aziz Ansari por ser gracioso? ?Es posible que se juzgue con menos severidad a aquellos artistas que caen m¨¢s simp¨¢ticos que a los que dan repel¨²s?
En ese sentido, resultan curiosas las declaraciones de la actriz Ashley Judd, una de las primeras mujeres que se atrevieron a destapar el caso de Harvey Weinstein y una de las figuras m¨¢s destacadas del movimiento #MeToo. Judd parece darle un voto de confianza a Franco despu¨¦s de sus declaraciones en el late night de Stephen Colbert, a pesar de que son ya cinco mujeres las que lo han acusado de conducta impropia. Es cierto que los casos de Franco, Ansari o el de Louis C.K. no pueden considerarse al mismo nivel que el de Harvey Weinstein, pero s¨ª ponen de manifiesto lo extendidas que se encuentran las agresiones sexuales dentro de nuestra sociedad, y todav¨ªa m¨¢s peligroso y grave, lo desapercibidas que pasan al integrarse como parte casi natural de nuestra cotidianidad.
Hollywood se ha mostrado siempre como una excelente caja de resonancias de lo que ocurre en la sociedad, pero multiplicado por mil. Las pasiones y las miserias siempre resultaban m¨¢s aparatosas. Las traiciones, m¨¢s despreciables. Y en este caso, los villanos tambi¨¦n se han revelado como aut¨¦nticas encarnaciones del mal. Harvey Weinstein adem¨¢s de ser un depredador sexual que ejerc¨ªa su voluntad gracias a su dinero y su poder, era f¨ªsicamente desagradable. Casi todas las mujeres que lo han descrito en sus relatos lo han hecho como si se tratara de un animal monstruoso del que era imposible zafarse debido a su tama?o. Una mole de inmundicia.
Sin embargo, la industria fue c¨®mplice manteniendo a esta bestia dentro de su sistema durante d¨¦cadas. Lo mismo que le ha ocurrido a Woody Allen. En 2014 su hija Dylan Farrow lo acus¨® de haber abusado de ella cuando ten¨ªa siete a?os, pero a nadie pareci¨® importarle. Las estrellas se peleaban por trabajar con ¨¦l a pesar de que siempre plane¨® sobre su cabeza la sombra de la duda. Ahora todas se sienten avergonzadas y han renegado p¨²blicamente de su trabajo con ¨¦l, entre ellas, Mira Sorvino, Greta Gerwig, Rebecca Hall y Ellen Page. El actor Timoth¨¦e Chalamet, que acaba de protagonizar su ¨²ltima pel¨ªcula tambi¨¦n se ha desvinculado del proyecto asegurando que ceder¨¢ su sueldo a varias asociaciones, entre ellas Time's Up. En definitiva, todo el mundo intenta borrarlo de su expediente.
Este borrado a veces es incluso f¨ªsico, como le ha ocurrido a Kevin Spacey en la ¨²ltima pel¨ªcula de Ridley Scott. Quiz¨¢s sea el caso m¨¢s paradigm¨¢tico de hasta d¨®nde puede llegar este ramalazo de correcci¨®n pol¨ªtica enmascarada que de pronto se ha instalado en la industria. En realidad, no han eliminado a Spacey porque su conducta haya sido reprobable, sino por dinero. El dinero que podr¨ªa haber perdido Ridley Scott si todo Hollywood se hubiera puesto en contra de la pel¨ªcula por estar protagonizada por Kevin Spacey. Y no deja de ser una paradoja si tenemos en cuenta que Todo el dinero del mundo va precisamente de eso, de c¨®mo la avaricia conduce a la miseria moral.
Ridley Scott ha escurrido el bulto, pero su pel¨ªcula seguir¨¢, durante mucho tiempo, conoci¨¦ndose como ¡°aquella que borr¨® digitalmente a Kevin Spacey¡±, por mucho que ahora quieran compensar con nominaciones y premios la esforzada interpretaci¨®n de su sustituto, Christopher Plummer. ?Y si ahora denunciaran a Plummer? ?Lo har¨ªan tambi¨¦n desaparecer de la pel¨ªcula?
Hollywood ha estado manteniendo bestias en su interior sin mover un dedo durante tiempo porque les conven¨ªa. Ahora las expulsa porque tambi¨¦n les conviene. Al fin y al cabo, lo ¨²nico que les mueve es salvaguardar toda su maquinaria intacta. Tolerancia cero por hacer la vista gorda demasiadas veces. Pero de nuevo, tolerancia cero con quien ellos quieren.
"Aunque las actrices hagan lo que puedan para llevar a cabo campa?as anti-acoso, lo cierto es que los despachos siguen dominados por hombres y son ellos los que manejan los hilos de acuerdo a sus intereses comerciales"
Los ejemplos de esa displicencia son demasiados. El a?o pasado, sin ir m¨¢s lejos, Casey Affleck sub¨ªa a recoger un Oscar por su interpretaci¨®n en Manchester frente al mar, despu¨¦s de varias denuncias de acoso sexual. Y ah¨ª est¨¢n para ratificar el doble rasero los casos de Johnny Depp o Christian Bale y, m¨¢s Gary Oldman, que podr¨ªa ganar este a?o el Oscar por encarnar a Winston Churchill en El instante m¨¢s oscuro, a pesar de que su ex mujer lo denunci¨® por maltrato delante de sus hijos.?Perdonar¨¢ entonces Hollywood a James Franco? El problema es que, aunque las actrices hagan lo que puedan para llevar a cabo campa?as anti-acoso, lo cierto es que los despachos siguen dominados por hombres y son ellos los que manejan los hilos de acuerdo a sus intereses comerciales.
Al menos nos queda la intenci¨®n. Que las mujeres se hayan unido por fin para luchar por sus derechos, para defenderse de los abusos de poder y rebelarse contra el sistema. Que hayan se?alado con el dedo y su voz y su palabra haya tenido por fin consecuencias. Que sus protestas hayan calado en la sociedad, en el subconsciente colectivo para poner en entredicho ciertas actitudes machistas. Puede que sea feminismo mainstream, pero al fin y al cabo, es feminismo.
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