Solo hay dos v¨ªas: el orden o el caos

La feraz imaginaci¨®n indepeinsin¨²a que hay muchas salidas al bloqueo de la investidura: pactar la (atrabiliaria) impunidad, reclamar la (imposible) inmunidad cuando media presunto delito, pedir al juez Llarena un (improbable) permiso para ser investido, volver en helic¨®ptero (tipo James Bond),?cobijarse bajo la protecci¨®n del (joven) presidente del Parlament, desafiar (a cajas destempladas) la ley¡­ Ag¨ªtense seg¨²n convenga, y distraigan as¨ª al personal.

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En realidad, las salidas se reducen a dos. Una, el orden. Otra, el caos. El orden implica reconducir el proc¨¦s-I a un proc¨¦s-II que respete las reglas de juego, la legislaci¨®n estatutaria y constitucional, el fin del unilateralismo y del rupturismo (y deje en sue?o el af¨¢n de un Estado propio).

Es la v¨ªa pragm¨¢tica, la que serenar¨ªa a una sociedad agitada, a un empresariado irritado y a un entorno espa?ol y mundial ya indignados (en contra). Es la v¨ªa de un president alternativo impoluto y de un Govern de t¨¦cnicos como propone Andreu Mas-Colell. La que m¨¢s conviene tambi¨¦n a los secesionistas (menos a uno, a ?l): contar con resortes de poder, de alforjas para el desierto, de vi¨¢ticos para financiar complicidades. La secundan la l¨®gica (tantas veces derrotada en esta aventura). Y en Esquerra (Joan Tard¨¤), y hasta en el PDeCAT (Marta Pascal), pero en sordina, por terror a que les cuelguen el sambenito de traidores o botiflers. As¨ª que uno solo, ?l, secuestra a toda la dirigencia secesionista.

La alternativa al orden es el desorden. Intentar la investidura ilegal. La abona, contra toda l¨®gica, la experiencia acumulada. Ante cada dilema estrat¨¦gico el secesionismo se decant¨® por lo radical, impracticable y perjudicial: expeli¨® a Uni¨® pues no desbordaba el dret a decidir; entre Artur Mas y la CUP, apost¨® por esta; entre Neus Munt¨¦ y Carles Puigdemont, eligi¨® al gerundense; entre convocar elecciones y ce?irse al yugo del 155, prefiri¨® ser humillado.

El caos ser¨ªa entretenido, si no fuera funesto y arruinase a plazo el bolsillo (y el esp¨ªritu) de la pe?a. Pero al cabo, investir al pr¨®fugo resulta imposible: Roger Torrent no querr¨¢ ir a prisi¨®n ni un solo d¨ªa como su antecesora; cumplir¨¢ la ley (esperemos).

Puigdemont no volver¨¢, contra lo que jur¨®; y si lo hiciese, ser¨ªa a Estremera, sin investirse. El secesionismo no convocar¨¢ elecciones, porque para que corra el reloj de esa convocatoria es imperativo celebrar una investidura, gajes de la ley. El desorden cobijar¨¢ muchas subf¨®rmulas. Pero ninguna es susceptible de llegar a nada.