Un alto precio
Cuando las instituciones son d¨¦biles, su funcionamiento queda al albur del talante del pol¨ªtico de turno
La confianza social pertenece a ese tipo de virtudes colectivas que tienen la cualidad de un diamante. Son duras y fr¨¢giles a la vez. Las sociedades que la poseen en abundancia cuentan con una fortaleza sobre la que construir un imperio de bienestar: amplia redistribuci¨®n, desarrollo econ¨®mico, buen gobierno, legitimidad democr¨¢tica. Pero cuando la confianza social se fractura, su recomposici¨®n lleva tiempo, su recuperaci¨®n no es inmediata. La consecuencia es un deterioro de la legitimidad de las reglas de juego que rigen la convivencia entre todos. Esa que explica que estemos dispuestos a aceptar la justicia que impongan los jueces o a pagar los impuestos que decida el Gobierno.
Espa?a puede presumir de confianza hacia el pr¨®jimo (aquella que mostramos hacia la gente que no conocemos), cuyos niveles se han mantenido incluso durante la ¨¦poca m¨¢s dura de la crisis. En cambio, pincha en confianza institucional: desconfiamos m¨¢s de los jueces y del Gobierno que en otros pa¨ªses. Y las instituciones que pertenecen a los tres principales poderes ¡ªejecutivo, legislativo y judicial¡ª se encuentran entre las peor valoradas por la opini¨®n p¨²blica, seg¨²n datos del CIS.
Dada la importancia de la confianza institucional para el bienestar social y su delicado estado de salud en este pa¨ªs, uno esperar¨ªa que la acci¨®n de los pol¨ªticos contribuyese, si no a reforzarla, como m¨ªnimo a no debilitarla. Una l¨®gica de prudencia y capacidad de autocontenci¨®n que topa con la actuaci¨®n del Gobierno el pasado viernes: desconsiderada hacia el procedimiento legal, el papel del Tribunal Constitucional y el propio car¨¢cter colectivo de las decisiones del Ejecutivo. No hay urgencia que justifique el precio institucional que se paga con ello. Un coste adem¨¢s innecesario, al existir otros mecanismos para denunciar cualquier acci¨®n de los poderes p¨²blicos que se separe de la legalidad.
Cuando las instituciones son d¨¦biles, su funcionamiento queda al albur del talante del pol¨ªtico de turno. El de la actual generaci¨®n de dirigentes quiz¨¢s quede marcado por el oportunismo pol¨ªtico con el que unos y otros han vapuleado a sus instituciones. @sandraleon_
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