Espa?a y sus jueces europeos
Necesitamos un sistema de selecci¨®n de magistrados al estilo holand¨¦s, checo o brit¨¢nico
El nombramiento de un nuevo juez espa?ol en el Tribunal Europeo de Derechos Humanos ha levantado un gran revuelo, tras conocerse que el llamado ¡°candidato del Gobierno¡±, nada menos que un antiguo presidente del Tribunal Constitucional, hab¨ªa sido calificado en ¨²ltimo lugar al someterse al escrutinio del comit¨¦ de expertos del Consejo de Europa. A continuaci¨®n, la elecci¨®n de una candidata cuyas opiniones personales sobre los derechos de los homosexuales y de los transexuales han visto la luz p¨²blica, ha provocado un esc¨¢ndalo may¨²sculo cuyo desenlace es a¨²n incierto.
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Con independencia del resultado del nombramiento, lo cierto es que el sistema de selecci¨®n de jueces europeos vigente en Espa?a es mejorable y es previsible que, de no hacer nada al respecto, la situaci¨®n se deteriore progresivamente con el paso del tiempo.
Al tratarse de tribunales internacionales, se ven¨ªa aceptando que estos nombramientos corresponden al Gobierno, el cual, con total discrecionalidad y en el ejercicio de su competencia en pol¨ªtica exterior, ha propuesto candidatos sin someterlos al escrutinio del Parlamento. Este sistema ha funcionado hasta la fecha razonablemente, en la medida en que los tribunales internacionales se han caracterizado siempre por una impronta fuertemente t¨¦cnica, lo que ha justificado el nombramiento de expertos en Derecho Internacional o Derecho P¨²blico, generalmente ajenos a la contienda pol¨ªtica. As¨ª se explica que Espa?a haya contado con brillantes juristas en los tribunales europeos, como fue el caso de Eduardo Garc¨ªa de Enterr¨ªa, D¨¢maso Ruiz-Jarabo, Gil Carlos Rodr¨ªguez Iglesias o Pedro Cruz Villal¨®n.
Sin embargo, la destacad¨ªsima relevancia que han adquirido en los ¨²ltimos a?os los tribunales europeos en la vida de los ciudadanos los han convertido en un objetivo del m¨¢ximo inter¨¦s para partidos pol¨ªticos y grupos de inter¨¦s. No hay m¨¢s que repasar la cr¨®nica judicial europea del ¨²ltimo a?o para darse cuenta de los asuntos vitales que se resuelven en las instancias judiciales europeas. La relevancia e impacto de las decisiones de estos tribunales ir¨¢ en aumento en los a?os venideros. A medida que los partidos pol¨ªticos, las facciones dentro de ellos o los colectivos profesionales peleen cada vez con m¨¢s dureza por un nombramiento judicial europeo, las escaramuzas y la consiguiente erosi¨®n de la imagen internacional de Espa?a est¨¢n asegurados.
Los nombramientos puramente discrecionales a cargo del Gobierno s¨®lo nos van a traer m¨¢s desafortunadas y tristes escenas como las vividas estos d¨ªas
En los ¨²ltimos a?os, el Gobierno, presionado por las instituciones europeas, se ha visto obligado a organizar una especie de proceso de selecci¨®n de los jueces espa?oles en los tribunales europeos. Este proceso no es realmente competitivo ni tiene valor alguno, pues la decisi¨®n de la preselecci¨®n, as¨ª como la decisi¨®n final, sigue siendo gubernamental.
Lo que necesitamos es un sistema de selecci¨®n al estilo holand¨¦s, checo o brit¨¢nico, donde un comit¨¦ plural, compuesto por diputados, jueces, altos funcionarios y representantes de la sociedad civil, participa colegiadamente y con toda transparencia en la selecci¨®n de un candidato o candidata competente, profesional, independiente y con un excelente dominio de las complejas materias que va a tener que afrontar, as¨ª como de los idiomas. No es casualidad que los pa¨ªses que han optado por estos procedimientos han elegido sistem¨¢ticamente, sin excepci¨®n y durante d¨¦cadas, a magn¨ªficos jueces, de un gran prestigio e independencia de criterio. Al final son estos jueces los que, gracias a su prestigio e independencia, influyen m¨¢s decisivamente en un tribunal europeo.
Espa?a ha contado, y cuenta a¨²n, con excelentes jueces en Europa. Sin embargo, el hecho de que nuestra trayectoria haya sido positiva no es ninguna garant¨ªa de que continuemos en esa misma estela en el futuro. El rocambolesco proceso vivido estos ¨²ltimos d¨ªas, al que habr¨ªa que a?adir (conviene no olvidarlo) un recurso previo ante el Tribunal Supremo que anul¨® la primera terna de candidatos preparada por el Gobierno, es s¨®lo un ejemplo de los conflictos y del da?o institucional que un mal procedimiento puede infligir en la imagen y reputaci¨®n de nuestro pa¨ªs en jurisdicciones fundamentales para nuestros intereses. Esperemos que nuestros pol¨ªticos reflexionen sobre ello en lugar de tirarse los trastos a la cabeza, y tengan la suficiente altura de miras para dar con un sistema transparente, meritocr¨¢tico y representativo, que nos permita contar siempre, sin excepci¨®n, con los mejores jueces en Europa.
Daniel Sarmiento es profesor de Derecho de la Uni¨®n Europea en la Universidad Complutense y antiguo letrado del Tribunal de Justicia de la Uni¨®n Europea.
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