Las mujeres que combatieron en la Rep¨²blica
A Isabel Oyarz¨¢bal, Victoria Kent o Mar¨ªa Zambrano no siempre les fue bien. Ten¨ªan una tarea may¨²scula, y se encontraron con enormes resistencias. Pero no se rindieron
Hay en Beatriz Galindo en Estocolmo, la obra de Blanca Balt¨¦s que se representa estos d¨ªas en Madrid, un episodio que define muy bien lo que se le ven¨ªa a Espa?a con la dictadura. Empieza 1937 y, en plena Guerra Civil, Isabel Oyarz¨¢bal ha sido enviada a la capital de Suecia como embajadora del Gobierno leg¨ªtimo de la Rep¨²blica. Pero no hay manera. El anterior embajador se ha encerrado a cal y canto en la delegaci¨®n espa?ola y no piensa salir de all¨ª hasta que Franco gane la guerra.
La imagen es reveladora: retrata a un r¨¦gimen que se concibi¨® con la vocaci¨®n de aislarse sobre s¨ª mismo y que neg¨®, no solo la legalidad y la legitimidad de las instituciones espa?olas, sino tambi¨¦n los cambios que se estaban produciendo en el mundo y a los que la Rep¨²blica abri¨® las puertas de par en par. Lleg¨® a Estocolmo para hacerse cargo de la Embajada una mujer, la primera en la historia para ocupar un puesto de esa relevancia, y un hombre le cerr¨® las puertas en las narices.
La obra se ve con un nudo en la garganta. Porque sabemos que la guerra la perdi¨® la Rep¨²blica y que el franquismo se aplic¨® a demoler las conquistas de aquellas mujeres que ocupan el escenario: Isabel Oyarz¨¢bal (que firmaba su columna de El Sol con el seud¨®nimo de Beatriz Galindo, la legendaria humanista), la escritora Concha M¨¦ndez, las pol¨ªticas Victoria Kent y Clara Campoamor. Detr¨¢s de sus figuras resuenan otros nombres: Mar¨ªa Zambrano, Rosa Chacel, Maruja Mallo, Elena Fort¨²n, Remedios Varo, tantas otras. Hay un momento en que se escucha que la Rep¨²blica ha perdido la guerra. La actriz que da vida a Concha M¨¦ndez hace entonces el min¨²sculo gesto de llevarse las manos a la boca. Dan ganas de ponerse a llorar.
Porque ese leve adem¨¢n anuncia la cat¨¢strofe: con el franquismo lleg¨® un tiempo de tinieblas que tritur¨® la imponente energ¨ªa y las ganas de vivir de aquellas mujeres. No siempre les fue bien, ten¨ªan una tarea may¨²scula, y se encontraron con enormes resistencias. Pero no se rindieron. Combat¨ªan por sus ideas, combat¨ªan por tener voz, combat¨ªan por ser m¨¢s felices, m¨¢s libres, m¨¢s independientes. No siempre estaban de acuerdo entre ellas, y uno de los logros de la obra es mostrarlas discutiendo. Con qu¨¦ br¨ªo, con qu¨¦ inteligencia.
?La obra llega cuando son muchas las que toman la palabra para denunciar los abusos que padecen las mujeres y la lamentable brecha salarial por la que ganan menos que los hombres cuando hacen los mismos trabajos. Por eso est¨¢ bien acordarse de las mujeres que combat¨ªan en la Rep¨²blica para conquistar su presente y su futuro. Nada que ver con eso que Ferlosio llam¨® ¡°el victimato¡±, que se limita exclusivamente a se?alar un pasado de horrores para exigir (?a qui¨¦n, de qu¨¦ manera, c¨®mo?) una reparaci¨®n. Ah¨ª est¨¢ la lastimosa caricatura: la galer¨ªa de M¨¢nchester que ha retirado un cuadro de ninfas desnudas.
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