Maduro en Catalu?a

Uno de los diagn¨®sticos m¨¢s repetidos es que el proc¨¦s ha terminado. El mensaje ag¨®nico de Puigdemont a Com¨ªn lo confirmaba, aun cuando al expresarse en p¨²blico pasara de inmediato a sustituir la sinceridad por el empecinamiento habitual. Estamos as¨ª ante una insistencia que de ser simplemente el gesto individual de un eg¨®latra obsesivo, y ciertamente Puigdemont lo es, apenas hubiese influido sobre la interminable crisis pol¨ªtica en que viven los catalanes (y de paso el resto de los espa?oles). Solo que en la distribuci¨®n actual del poder, sus seguidores, apoyados por la CUP, y con ERC forzada, est¨¢n en condiciones de cerrar la puerta a toda normalizaci¨®n de la vida pol¨ªtica catalana. Su objetivo es prolongar el pulso actual con el Estado y promover a partir de ah¨ª una movilizaci¨®n independentista, que desestabilice el precario equilibrio vigente a la sombra del 155.

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Puigdemont es el mascar¨®n de proa de esta novedad t¨¢ctica, pero por lo le¨ªdo en sus mensajes a Com¨ªn, no da para tanto. La l¨®gica del relanzamiento de la v¨ªa unilateral, a partir de una Asamblea de Electos, de momento al servicio de la preeminencia de Puigdemont sobre el orden constitucional, encabezando el ¡°Govern leg¨ªtim¡±, vuelve a situarnos en la estrategia de driblar al Estado, dise?ada tiempo atr¨¢s por Carles Viver. Su objeto no es otro que aprovechar cada vac¨ªo legal y cada posibilidad de fraude de ley para avanzar hasta la fractura. Ahora con mayor fuerza, a fin de situar al Gobierno ¡°de Madrid¡± ante el hecho consumado.

La Asamblea de Electos?no es nada nuevo. A la sombra de Lizarra, la izquierda abertzale cre¨® Udalbiltza: la masa de cargos nacionalistas suplantar¨ªa las instituciones de la democracia representativa, siguiendo el patr¨®n venezolano de Hugo Ch¨¢vez, y ahora en Catalu?a de su sucesor Nicol¨¢s Maduro. Su vocaci¨®n consiste en convertirse en Asamblea Constituyente, compuesta solo por los cruzados de la causa. Ser¨ªa el instrumento para una nueva DUI, bajo el renacido h¨¦roe de Waterloo, avalado por un Parlament que no puede alcanzar esa meta, dado el freno del Tribunal Constitucional. Esto es, un remake sofisticado de la Constituyente de Maduro. Y como el Estado no tolerar¨¢ la servidumbre voluntaria de las instituciones constitucionales a un ¨®rgano fabricado ad hoc, nacido para desvirtuarlas, deber¨¢ entrar en juego la movilizaci¨®n.

Nuestra legitimidad para sortear la legalidad. Movilizaci¨®n participativa de los nuestros, de un lado; conquista de la calle por otro. Enfrentamiento pac¨ªfico en apariencia, pero abierto a la violencia, con la CUP como fuerza de choque, que sue?a con un nuevo 1-O. ?Paso del proc¨¦s a les bullangues, asonadas del primer liberalismo donde la movilizaci¨®n popular inutiliza las defensas del Estado? As¨ª parece