El triunfo de OT entre los 'millennial': de la apat¨ªa al cl¨¢sico generacional
Amaia gana una edici¨®n que se ha metido en el bolsillo a los m¨¢s j¨®venes y a una generaci¨®n mayor que deja atr¨¢s el consumo 'postir¨®nico' de contenidos televisivos
Amaia gan¨® anoche de forma previsible la edici¨®n m¨¢s imprevisible de Operaci¨®n Triunfo. Pocos se imaginaban que el talent ser¨ªa capaz de regresar con artistas (o proyectos de artistas) capaces de emocionar a espectadores que no vinieran ya emocionados de casa. Y fueron menos todav¨ªa los que vaticinaron que detr¨¢s de este fen¨®meno se encadenar¨ªan en la prensa algunas de las discusiones m¨¢s vivas de los ¨²ltimos a?os sobre la industria cultural.
Puede que el Operaci¨®n Triunfo original fuera un monstruo televisivo m¨¢s feroz e impactante, pero el debate que hab¨ªa dejado tras aquella estela de furor era bastante binario y est¨¦ril. Los integrados agitaban banderitas y los apocal¨ªpticos cambiaban CD¡¯s del concurso por ¡°m¨²sica de verdad¡±. Hoy aquellos adolescentes han crecido y han premiado la capacidad del programa para explotar con prudencia el placer hortera con eso que se conoce como ¡°servicio p¨²blico¡±. Ha habido talento, o sea, para construir un reality m¨¢s o menos did¨¢ctico, na?f y pertinente, aderezado por el carisma de unos concursantes que se convirtieron en personajes casi sin querer. Roberto Leal se revel¨® como un presentador eficiente, M¨®nica Naranjo como un meme infatigable y Noem¨ª Galera como una secundaria instruida en el arte maternal de dosificar momentos de ternura con otros de dureza.
Anoche gan¨® Amaia y junto a ella la generaci¨®n que recibi¨® las burlas de sus hermanos mayores con camisetas de Nirvana por votar a Chenoa a trav¨¦s de SMS. Pero tambi¨¦n gan¨® otra parte de esa misma generaci¨®n: la que fue capaz de superarse a s¨ª misma y dejar atr¨¢s el consumo postir¨®nico de televisi¨®n, identific¨¢ndose con un programa sencillo de gente normal, encantadora, inmadura y enamoradiza (tal vez reflejo de ellos mismos) que estaba all¨ª cantando, bailando y escondi¨¦ndose en las duchas para meterse mano. Los que no ¨¦ramos capaces de entrar, al principio, acabamos sucumbiendo a las insistentes de amigos a los que jam¨¢s hubi¨¦ramos imaginado hablar sobre Operaci¨®n Triunfo. ¡°?Es que son todos tan simp¨¢ticos!¡±
Una buena parte de nuestro pa¨ªs se enamor¨® de Twitter por el troleo. Los programas que reun¨ªan a la gente alrededor del fuego eran espect¨¢culos humillantes y gracios¨ªsimos como Qui¨¦n quiere casarse con mi hijo, donde todo el mundo sab¨ªa a lo que iba, como un matadero de fama autocombustible. Tal vez OT haya sido el ejemplo m¨¢s n¨ªtido de eso que la cr¨ªtica americana llam¨® Nueva Sinceridad Televisiva, y que da carpetazo al cinismo como m¨¢scara. El programa que una vez tuvo su mayor atractivo en un se?or que destru¨ªa las expectativas de unos adolescentes, ahora es altavoz del reggaeton feminista o la solidaridad con los refugiados.
El nuevo OT ha despertado el entusiasmo del pensamiento gif, capaz de rendirse a las alabanzas m¨¢s ingenuas si alg¨²n concursante hablaba de g¨¦nero no binario mientras com¨ªa espaguetis, y tambi¨¦n la ira de los columnistas m¨¢s pedantes. Estos ¨²ltimos han sido incapaces de dejar a la gente disfrutar de lo suyo sin irrumpir en el debate como una manada de elefantes; y tampoco han sabido hacer una lectura de clase sin acabar apest¨¢ndola con el excremento parad¨®jico de su clasismo cultural.
Pero tambi¨¦n ha habido discusiones f¨¦rtiles, como las que provocaron la tensi¨®n entre el discurso de ¡°s¨¦ t¨² mismo¡± y los protocolos de la industria o la interpretaci¨®n de un tema de V¨ªctor Jara en una gala. As¨ª, los ¨²ltimos meses hemos podido leer acerca de la televisi¨®n como generadora de sentido com¨²n y reflexiones como ¨¦sta de Cibr¨¢n Tenreiro sobre arte, pol¨ªtica y dinero. OT ha vuelto a ser entra?able gracias a que Amaia es la persona m¨¢s salada sobre la faz de la tierra, pero lo m¨¢s sorprendente es que, hasta cierto punto, ha vuelto a ser, tambi¨¦n, relevante. Ninguna conversaci¨®n sobre arte popular puede escapar, hoy, de lo que ha significado esta edici¨®n, lo que explica tambi¨¦n el acercamiento al formato de I?igo Errej¨®n, pol¨ªtico obsesionado en la tarea imposible de construir un partido ¡°que se parezca a Espa?a¡±. Discutir ma?ana sobre la idoneidad o el oportunismo de la puesta en escena de Te recuerdo Amanda en la gala 12 puede acabar con cualquiera de nosotros emulando a Alvy Singer y trayendo del brazo al fantasma de Marshall McLuhan; s¨®lo as¨ª demostraremos a nuestro interlocutor que lo que est¨¢ diciendo sobre el medio y el mensaje es una aut¨¦ntica chorrada.
Un OT diferente que nos ha ense?ado que lo que viene lo hace con valent¨ªa y mucho talento. Y una voz todav¨ªa m¨¢s original. Enhorabuena #AmaiaGanadora (@Amaia_ot2017), esa voz ni se compra ni se vende, que siga su camino #OTFinal pic.twitter.com/NGy8bTdlQW
— ??igo Errej¨®n (@ierrejon) February 6, 2018
Hace algo m¨¢s de tres meses, alguien recibi¨® en la prensa este reboot millennial de Operaci¨®n Triunfo con expresiones como ¡°un ba?o fr¨ªo de nostalgia¡± o ¡°resurrecci¨®n correctita; ins¨ªpida pero funcional¡±. No s¨®lo eso, sino que tuvo la clarividencia de presagiar apat¨ªa por parte del p¨²blico millennial (justo el que lo ha encumbrado como un cl¨¢sico instant¨¢neo de appeal generacional) diciendo: ¡°este OT 2017 podr¨ªa haberse emitido hace diez a?os, lo que no acaba de parecer un anzuelo llamativo para aquellos espectadores que viven en Instagram¡±. Le¨ªdas hoy, estas boutades sonrojan a cualquiera, y en especial a la persona que las escribi¨®. O sea, a m¨ª.
Recuerdo estar en pijama, vulgar y so?oliento, mientras tecleaba aquello; pero ahora lo releo y, tras el texto, me imagino repantigado en el butac¨®n de cuero que no tengo mientras balanceo una copa del co?ac que no suelo beber. Casi como un old man yells at cloud macerado en su propia ranciedad. Pero la nube, con frecuencia, somos nosotros. Escribir esa cosa que llamamos cr¨ªticas fomenta el delirio de imaginarse un trono celestial. Desde ah¨ª arrojamos opiniones, ocurrencias y met¨¢foras todav¨ªa m¨¢s baratas que ¨¦sta como un Zeus desnudo arrojar¨ªa rayos. Por suerte, las nubes son s¨®lo un estado gaseoso, y superado el flato de la condescendencia s¨®lo puede brillar no la voz de Amaia ni el desparpajo de Ana War (que supongo que tambi¨¦n), sino la lucidez honest¨ªsima e incuestionable de un producto cultural vivo que ha encontrado su p¨²blico, ha dado placer y ha generado debate. ?Se necesita m¨¢s?
Al fin y al cabo, eso deber¨ªa ser la buena tele: entretenimiento + conversaci¨®n. Los fans de toda la vida y los conversos que se acercaron por curiosidad han convergido esta edici¨®n en un di¨¢logo sobre temas relevantes. En el indolente art¨ªculo que cubr¨ªa la Gala 0, aquel Zeus desnudo de mi cabeza no pudo evitar concluir su cr¨®nica con una demagogia aceitosa sobre la alienaci¨®n. Lo que menos se esperaba el sonsonete c¨ªnico de aquel argumentario tan poco original era que Operaci¨®n Triunfo acabara siendo un ejemplo de televisi¨®n p¨²blica (desde luego mainstream, pero ?y qu¨¦?) en plena era Rajoy.
S¨ª: seguramente se necesita m¨¢s. Pero es bastante. Y qu¨¦ simp¨¢ticos eran todos, la verdad es que s¨ª.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.