Majestad, p¨®nganoslo m¨¢s f¨¢cil

Majestad, he le¨ªdo con atenci¨®n vuestro discurso en Davos, dedicado a poner en valor ante la comunidad internacional la mejor realidad espa?ola contra (en vuestras propias palabras) ¡°viejos clich¨¦s y estereotipos caducados¡±. ¡°?C¨®mo podemos negar¡± ¡ªos preguntabais¡ª ¡°que Espa?a es un gran pa¨ªs?¡± Y a partir de ah¨ª fuisteis desgranando: un pa¨ªs entre los m¨¢s seguros del mundo; un sistema sanitario excelente; una protecci¨®n ejemplar de los espacios naturales, una de las escasas ¡°democracias plenas¡± en el mundo... Todo muy cierto (sin olvidar algunas sombras que no era el momento de mencionar).

Pero os fue imposible ignorar el principal reto al que se enfrenta nuestro progreso colectivo y nuestra misma imagen internacional: Catalu?a, que ha pasado de motor del progreso econ¨®mico y social a uno de sus m¨¢s grave obst¨¢culos. Pero Majestad, de nuevo me cuento entre quienes en este asunto compartimos vuestras palabras pero lamentamos vuestros silencios.

La actual realidad catalana va mucho m¨¢s all¨¢ de las acciones irresponsables de muchos de sus l¨ªderes y de lo que deban pagar por ellas. Es err¨®neo dar la impresi¨®n que el problema territorial y de identidad colectiva que hoy pesa sobre Espa?a (de ra¨ªz profundamente emocional y de sentimientos) empieza o acaba con lo que haga tal o cual partido o candidato. Millones de votos prueban lo contrario. Nuestros abuelos y bisabuelos ¡ªtambi¨¦n el suyo, Se?or¡ª ya vivieron y escucharon en primera persona tensiones y discursos no muy distintos de los que escuchamos hoy. Recordar la Historia de nuestro pa¨ªs deber¨ªa servirnos a todos para no caricaturizar situaciones complejas ante realidades que exigen inteligencia, generosidad, visi¨®n de Estado y liderazgo. No corresponde al Monarca proponer soluciones concretas que s¨®lo las fuerzas pol¨ªticas deber¨¢n encontrar y aplicar. Pero no deber¨ªa parecer que el Rey, por sus palabras o sus silencios, reduce ni un cent¨ªmetro el enorme espacio abierto por la Constituci¨®n, donde caben las reformas m¨¢s radicales en b¨²squeda de otros equilibrios de poder social o territorial; o donde ciudadanas y ciudadanos aspiren a integrarse en la compleja y diversa realidad espa?ola de la forma que m¨¢s les plazca y que mejor encaje con su personal identidad.

Nada impide que vuestro mensaje de unidad se transmita con otra empat¨ªa hacia cuantos tambi¨¦n la desean y defienden pero proponen otras f¨®rmulas renovadas para la convivencia

Comprendo los l¨ªmites y riesgos de cualquier gesto o palabra real en nuestra Monarqu¨ªa Parlamentaria. Pero cuando los valor¨¦is, os ruego que no ignor¨¦is el riesgo real de alejaros de tantos que todav¨ªa desean, o cuando menos aceptan, ver en el Rey la imagen de una Espa?a en la que quepamos todos. Y no hablo aqu¨ª de quienes proclaman que ya no quieren ser espa?oles (aunque tambi¨¦n est¨¦ por ver qu¨¦ ocurrir¨ªa si la Primera Autoridad les hablara en otro tono). Hablo, Majestad, de quienes no queremos aceptar que no existe nada entre la independencia y el statu quo inmovilista que parecen defender algunos. Hablo de quienes vemos en nuestro ser catalanes nuestra forma particular de ser espa?oles, sin contradicci¨®n alguna y sin tener que criticar o limitar una identidad para poder defender la otra. Hablo de quienes buscamos construir una Espa?a abierta y plural, capaz de combinar la igualdad esencial de todos los espa?oles con el respeto visible y palpable a una diversidad que no es invento de nadie, sino que forma parte de su mism¨ªsimo ADN. Somos mucho quienes rechazando el abuso de nuestros actuales dirigentes miramos con tristeza y desconcierto a nuestros compatriotas en el resto del Estado en busca frustrada de voces y propuestas en las que proyectar con confianza e ilusi¨®n de futuro nuestra condici¨®n de catalanes espa?oles, de espa?oles catalanes.

Hacednos m¨¢s f¨¢cil explicar Espa?a, Majestad. Nada impide que vuestro mensaje de unidad se transmita con otra empat¨ªa hacia cuantos tambi¨¦n la desean y defienden pero proponen otras f¨®rmulas renovadas para la convivencia y el progreso com¨²n. Como nada os impide dirigiros a quienes, de buena fe, creen que Espa?a ya nada les ofrece. Y cu¨¢nto ayudar¨ªa a ello ver a m¨¢s representantes del Estado hacer el gesto de hablar de Espa?a en las otras lenguas que millones de espa?oles consideran propias.

Se?or, buscasteis la ocasi¨®n en Davos para presentar al mundo, en ingl¨¦s, las virtudes presentes y futuras de Espa?a. ?No ser¨ªa bueno dedicar al menos igual empe?o a hacerlo dentro de nuestras propias fronteras?

Ignasi Guardans fue diputado por CiU y es abogado. @iguardans