?Qui¨¦n hablar¨¢ por la ¡°Espa?a vac¨ªa¡±?
Todos los sistemas electorales ofrecen dilemas y son cuesti¨®n de grado
El debate sobre la reforma electoral suele mezclar fuertes pasiones con discusiones t¨¦cnicas, de ah¨ª que pronto se emborrone. Como equipos de f¨²tbol, cada cual prefiere un sistema con una alineaci¨®n diferente. Quiz¨¢ por eso merezca la pena delimitar el terreno de juego para la discusi¨®n.
Hay que empezar por separar claramente dos elementos. De un lado est¨¢ el nivel de proporcionalidad del sistema electoral, cuyo efecto m¨¢s fuerte viene del tama?o de la circunscripci¨®n. Cuantos m¨¢s esca?os se escojan, m¨¢s proporcionalidad habr¨¢ independientemente de la f¨®rmula que se emplee. Por ejemplo, en las elecciones a la Asamblea de Madrid, con 129 diputados, superada la barrera del 5%, la proporcionalidad es casi total al margen del m¨¦todo de reparto.
Del otro lado est¨¢ el prorrateo, que se refiere a la correspondencia entre los esca?os que se eligen y la poblaci¨®n censada en la circunscripci¨®n. Cuando se petrifican m¨ªnimos de esca?os sin ajustes por demograf¨ªa, este sesgo se hace notar. Por ejemplo, en Euskadi existen 25 diputados fijos por provincia al margen de que Guip¨²zcoa y Vizcaya est¨¦n m¨¢s pobladas que ?lava. O en Canarias las dos islas capitalinas, con el 83% de la poblaci¨®n, eligen s¨®lo a la mitad de los diputados auton¨®micos.
Estas dos desviaciones se dan en muchos sistemas electorales del mundo, pero Espa?a punt¨²a alto en la clasificaci¨®n general. El sistema para el Congreso de los Diputados se caracteriza por ser, de los proporcionales, el que tiene efectos m¨¢s mayoritarios. Pero, adem¨¢s, somos los segundos con mayor sesgo de prorrateo de la OCDE, tan s¨®lo superados por Islandia.
Todos los sistemas electorales ofrecen dilemas y son cuesti¨®n de grado. ?Cu¨¢nto se quiere corregir en cada dimensi¨®n? ?Qu¨¦ efectos genera esto? Es un debate interesante y necesario.
Hay quien defiende que gracias a ¡°correcciones mayoritarias¡± se puede apuntalar Gobiernos estables, aunque con frecuencia se hace la trampa de asimilar estabilidad a mayor¨ªas absolutas monocolor. Al fin y al cabo, los Gobiernos de coalici¨®n pueden ser igual de duraderos que los de un solo partido. Pregunt¨¦monos mejor si nos gusta que el poder est¨¦ repartido en el Consejo de Ministros, aunque eso implique que la claridad de responsabilidades y del mandato electoral puedan resentirse.
Ahora s¨ª, m¨¢s llamativo resulta el s¨²bito inter¨¦s de ciertos pol¨ªticos por preservar los intereses de la llamada ¡°Espa?a vac¨ªa¡±. Comentan indignados que de quitarse esca?os en las provincias menos pobladas se las olvidar¨¢ totalmente. Sin embargo, de esto no han de preocuparse. Si s¨®lo se modificara la f¨®rmula electoral lo que cambiar¨ªa ser¨ªa s¨®lo el modo de reparto dentro de cada circunscripci¨®n. Cada provincia del interior tendr¨¢ los mismos diputados, as¨ª que podr¨¢n seguir haci¨¦ndoles el mismo caso que hasta ahora.
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