Abatir al perro guardi¨¢n
La Uni¨®n Democr¨¢tica del Centro quiere acabar con la radiotelevisi¨®n p¨²blica (SSR)
Suiza es una Willensnation, una naci¨®n por voluntad. Su existencia y su cohesi¨®n dependen del deseo de sus ciudadanos de defender juntos los intereses del pa¨ªs. Suiza necesita, incluso m¨¢s que otros Estados, un di¨¢logo permanente entre sus ciudadanos. Que se escuchen, hablen, se observen para comprenderse, aunque no est¨¦n de acuerdo. Si no, ¡°Suiza no existe¡±, como dijo el artista Ben hace 25 a?os.
La democracia directa, que deposita el poder en el pueblo, refuerza la importancia de la proximidad informativa. Y la radiotelevisi¨®n p¨²blica (SSR), con sus cinco cadenas de TV y sus 17 radios, constituye un elemento central de cohesi¨®n en un pa¨ªs con cuatro lenguas y mil l¨ªneas divisorias. Si en el refer¨¦ndum del pr¨®ximo 4 de marzo se aprueba la iniciativa ¡°No Billag¡±, que pretende eliminar el canon de radio y televisi¨®n de 451 francos anuales, la SSR, sin el 75% de sus ingresos, acabar¨¢ desmantelada.
La SSR es un elemento central de cohesi¨®n en un pa¨ªs con cuatro lenguas y mil l¨ªneas divisorias
El vac¨ªo audiovisual creado tendr¨¢ consecuencias. Las principales cadenas de la SSR, que poseen m¨¢s del 50% de la cuota de mercado en los horarios de m¨¢xima audiencia, influyen directamente en la calidad de nuestro debate nacional, ahora que el peque?o milagro econ¨®mico suizo est¨¢ m¨¢s en duda que nunca y que, ante la revoluci¨®n digital, el pa¨ªs tiene que reinventarse y redefinir las relaciones con sus vecinos. La situaci¨®n exige un m¨ªnimo consenso entre los rincones m¨¢s remotos de nuestros valles, y la informaci¨®n debe circular para garantizar la buena salud del sistema.
Dentro del pa¨ªs, la perspectiva de que desaparezca la SSR ha suscitado un feroz debate. Fuera, sobre todo entre nuestros vecinos, ha despertado asombro e inter¨¦s. Suiza es el primer pa¨ªs de la era digital que da al pueblo el poder de hacer desaparecer el servicio p¨²blico.
En realidad, no es tan excepcional. En muchos otros pa¨ªses se est¨¢ poniendo en tela de juicio la utilidad de los medios p¨²blicos en esta ¨¦poca de caos informativo.
La carga procede de los partidos populistas, en pleno ascenso en gran parte de Europa. A priori, la Uni¨®n Democr¨¢tica del Centro (UDC), un partido patri¨®tico, deber¨ªa pensar que una televisi¨®n p¨²blica encarna a la naci¨®n. Pero ese argumento pierde peso frente a la profunda aversi¨®n a una ¡°televisi¨®n del Estado¡±, de izquierdas y, por tanto, parcial. La UDC, como todo partido populista, quiere dirigirse al pueblo sin filtros, y desaf¨ªa tambi¨¦n a toda la prensa que practica un periodismo profesional y objetivo. Quiere abatir al perro guardi¨¢n, y con motivo. La UDC tiene una probada afici¨®n a manipular las cifras y las medias verdades. Sus campa?as pol¨ªticas ¡ªpor ejemplo, en materia de inmigraci¨®n¡ª se centran en las emociones m¨¢s que en los hechos.
?Qu¨¦ pasar¨ªa si gana su iniciativa? Ellos dicen que la SSR podr¨ªa sobrevivir con las emisiones esenciales, financiadas por la publicidad y por la suscripci¨®n a una televisi¨®n a demanda. Una cortina de humo. La SSR tendr¨ªa una programaci¨®n an¨¦mica que no le permitir¨ªa recaudar ni el 25% de los ingresos publicitarios actuales. Adem¨¢s, las radios y televisiones locales, que suelen recibir m¨¢s del 50% de la redistribuci¨®n de una parte de los 60 millones del canon, tambi¨¦n podr¨ªan desaparecer.
Las primeras v¨ªctimas de la supresi¨®n del servicio p¨²blico estar¨ªan entre los simpatizantes de la UDC
?Es muy grave? Quedar¨ªa la prensa privada, ?no? Desde luego. Pero los recursos publicitarios se secar¨ªan, y las concentraciones y reducciones de personal se han acelerado en los ¨²ltimos 18 meses. No podr¨¢n quedarse con los ingresos de la difunta SSR, porque ser¨¢n marginales. Y los grandes grupos, Tamedia y Axel Springer-Ringier, en competencia directa con los gigantes de internet, no est¨¢n dispuestos a compensar los malos rendimientos y los d¨¦ficits de sus cabeceras agotando los beneficios de sus actividades digitales. ?Y las start-ups de informaci¨®n en internet? Despuntan aqu¨ª y all¨¢, especialmente sobre las cenizas de la revista L¡¯Hebdo, pero permanecen en sus nichos. Suiza, campe¨®n de la diversidad medi¨¢tica, se empobrece a ojos vistas.
Parad¨®jicamente, las primeras v¨ªctimas de la supresi¨®n del servicio p¨²blico estar¨ªan entre los simpatizantes de la UDC, una poblaci¨®n m¨¢s envejecida, de zonas rurales o alpinas, que es el p¨²blico m¨¢s fiel de la SSR. En Ginebra y Zurich, el mercado llenar¨¢ el hueco. Y la brecha entre las regiones ser¨¢ a¨²n mayor.
A medida que la campa?a avanza y se vuelve m¨¢s agresiva, se vuelve m¨¢s patente que habr¨¢ una derrota democr¨¢tica si gana el s¨ª. Esperemos que, como indican los ¨²ltimos sondeos, los ciudadanos den prueba de sensatez y rechacen ese ahorro de 451 francos al a?o.
La SSR no es ninguna vaca sagrada. Debe reformarse profundamente y aprender a producir con menos medios en la era digital. La ley de medios que est¨¢ en elaboraci¨®n deber¨ªa dejar m¨¢s espacio a los medios privados. Pero su desaparici¨®n, por una ley que, al mismo tiempo, prohibir¨ªa todo tipo de subvenci¨®n a los medios, convertir¨ªa el paisaje medi¨¢tico en un desierto.
Pierre Ruetschi es redactor jefe de Tribune de G¨¦n¨¨ve.
Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia.
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