El bar espa?ol de Daniel Br¨¹hl y su amigo Atilano Gonz¨¢lez en Berl¨ªn
MEDIA ESPA?A le descubri¨® con Good Bye, Lenin!, esa pe?l¨ªcula tan tierna en la que un chico muy guapo le hac¨ªa creer a su madre que no hab¨ªa ca¨ªdo el muro de Berl¨ªn para que no enfermara. Desde entonces han pasado ya 15 a?os y en este tiempo Daniel Br¨¹hl se ha convertido en el actor alem¨¢n m¨¢s internacional, una de las figuras imprescindibles del cine europeo. ?Hasta ah¨ª su cara m¨¢s conocida. La otra, la de empresario y restaurador, es la que le permite comer, beber y disfrutar junto a su amigo Atilano Gonz¨¢lez en Bar Raval, su restaurante berlin¨¦s.
Br¨¹hl nos abre la puerta del local en semana grande. Est¨¢ a punto de arrancar la Berlinale, el gran festival de cine de la capital alemana. Cada a?o, Br¨¹hl y Gonz¨¢lez lo celebran con un fiest¨®n. En el Raval, claro. ¡°El primer a?o no lleg¨® casi nadie hasta las diez de la noche. Pens¨¢bamos que hab¨ªamos pinchado. Despu¨¦s, esto se convirti¨® en un circo. Ahora empezamos directamente a las diez¡±, r¨ªe Br¨¹hl, que tambi¨¦n presume de haber trabajado bajo las ¨®rdenes de Tarantino en Malditos bastardos.
Lo del Raval no es ninguna coincidencia. Br¨¹hl, hijo de una maestra espa?ola, naci¨® en Barcelona y, aunque su familia en seguida se mud¨® a Alemania, sigue conservando amigos en Espa?a. Algo parecido le pasa a Gonz¨¢lez. Los dos tienen ra¨ªces espa?olas y los dos llevan en Alemania toda la vida. En Bar Raval dan rienda suelta a su nostalgia. ¡°Me siento orgulloso de la riqueza espa?ola. Queremos que los alemanes aprendan que en nuestro pa¨ªs no solo hay jam¨®n serrano y croquetas¡±, explica el actor. Aunque lo de las patrias y las fronteras no va mucho con un artista que asegura no sentirse ni catal¨¢n, ni espa?ol, ni alem¨¢n; que ¨¦l es sobre todo ¡°europe¨ªsta¡± y que anda entristecido a cuenta de la crisis catalana. ¡°Es duro ver el clima en las familias y en los c¨ªrculos de amigos¡±.
El restaurante est¨¢ ubicado en Kreuzberg, uno de los barrios m¨¢s alternativos de la capital. Por fuera, los grafitis t¨ªpicamente berlineses podr¨ªan despistar al que no sepa que este es un restaurante muy espa?ol. Aqu¨ª se sirven patatas bravas, pimientos de Padr¨®n y pulpo a la ?gallega, adem¨¢s de otras tapas muy sofisticadas con las que aspiran a ampliar el paladar alem¨¢n. Las mesas y sillas son de madera; las baldosas, hidr¨¢ulicas, y los vasos, de chato de vino. ¡°Este no es un local de moda¡±, aclara Gonz¨¢lez, gestor de Bar Raval, dedicado en su otra vida a la m¨²sica electr¨®nica y a la gesti¨®n cultural. ¡°El p¨²blico es muy variado. Hay espa?oles y alemanes modernillos, y se?ores que se toman su co?ac y est¨¢n en la gloria¡±, dice Gonz¨¢lez, socio y sin embargo amigo del actor desde hace 13 a?os. Br¨¹hl forma parte de esa clientela. Siempre que puede viene a ver los partidos del Bar?a. ¡°Con una tortilla y unos pimientos soy feliz¡±, dice.
El d¨²o quiere ahora dar el salto a lo ecol¨®gico y planea abrir un puesto en el mercado del barrio. En Espa?a han contactado con productores para traer la mercanc¨ªa hasta Berl¨ªn. Gonz¨¢lez es el encargado de la ?prospecci¨®n, mientras Br¨¹hl encadena proyectos cinematogr¨¢ficos. El actor acaba de terminar una serie estadounidense, El alienista, un ?thriller psicol¨®gico ambientado en 1896. En esta edici¨®n de la Berlinale (que finaliza hoy) ha presentado 7 Days in Entebbe, en la que hace de terrorista alem¨¢n.
Br¨¹hl ya ha cumplido 39 a?os, pero mantiene su cara de ni?o pillo. Tiene un mont¨®n de planes en la cabeza, incluida la direcci¨®n. Entre ellos cobra fuerza la posibilidad de mudarse a Nueva York por un tiempo. Su mujer es psic¨®loga y tiene empleo all¨ª. En los ¨²ltimos siete a?os su trabajo ha marcado el destino de su familia, que cuenta ya con un nuevo miembro, un ni?o de 16 meses. Quiz¨¢ es hora de cambiar de prioridades.?
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