Prohibido indignar a la mayor¨ªa
Una fenomenal corriente de pensamiento cree que hay defender la libertad de expresi¨®n de lo que nos es grato a los o¨ªdos
Hace unos d¨ªas, en un microtrumpismo, el presidente del Gobierno expres¨® en Twitter su rechazo al preg¨®n del Carnaval de Santiago. Fue un tuit escrito por ¨¦l personalmente, pues llevaba su firma, MR. El nombre de Mariano Rajoy es como el Ahorcado al rev¨¦s: cuantas m¨¢s letras se pongan, menos se sabe de qui¨¦n se trata.
El preg¨®n de Carlos Santiago fue procaz, deslenguado y por momentos sonrojante: una envidia de preg¨®n. Quiz¨¢s excesivo para un preg¨®n de la Semana Santa, probablemente corto para las fiestas m¨¢s corrosivas del a?o. El presidente del Gobierno se sensibiliz¨® con los ofendidos con un gui?o a Tierno Galv¨¢n. ¡°Los pregones deber¨ªan servir para invitar a todos a la celebraci¨®n, no para indignar a la mayor¨ªa¡±.
M¨¢s all¨¢ de su conocimiento de la Teor¨ªa del Preg¨®n, la frase de Rajoy encierra una certeza: la mayor¨ªa no debe ser indignada, la minor¨ªa ya tal. Indignar a la mayor¨ªa acaba movilizando al Gobierno, la Iglesia y la Justicia; indignar a la minor¨ªa termina, generalmente, en una mesa redonda sobre las amenazas a la libertad de expresi¨®n. Esto provoca movimientos tan l¨®gicos como el del cofrade que va a los tribunales porque se han metido con su Cristo y pasa la tarde echando de menos la vieja libertad de expresi¨®n, cuando se pod¨ªa ofender a todo el mundo menos a ¨¦l. Con tono, y esto es lo peor, de que ya no se puede.
Mientras esto pasa se confirma la sentencia a tres a?os de c¨¢rcel para un rapero, Valtonyc, por unas canciones escritas entre los 17 y los 18 a?os en las que reclama bombas y cr¨ªmenes varios sin que se le hiciese mucho caso. Versos susceptibles de delito debido a una ley sujeta a una proporcionalidad tan caprichosa que puedes acabar metido en una c¨¢rcel. En un pa¨ªs en el que la Audiencia Nacional considera que se enaltece treinta veces m¨¢s el terrorismo cuando no lo hay que cuando lo hab¨ªa.
Una fenomenal corriente de pensamiento cree que hay defender la libertad de expresi¨®n s¨®lo cuando lo dicho nos es grato a los o¨ªdos. Una corriente contraria, expresada de forma un¨¢nime en los tiempos de Charlie Hebdo, aplaude a quienes nos ofenden porque las consecuencias de sus ofensas ayudan a distinguir una civilizaci¨®n de otra.
La libertad de expresi¨®n no la amenazan esos colectivos cuya indignaci¨®n y su castigo no tiene nada que ver con la del poder que se ve impelido a escribir un tuit para avisar de que no se indigna a la mayor¨ªa, siendo la mayor¨ªa y la pena a imponer lo que el propio poder decida.
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