La animalista que meti¨® un mapache muerto en la sopa de Anna Wintour
Activista implacable y provocadora contra el sufrimiento de los animales, la voz de Ingrid Newkirk?voz ha convencido ya a seis millones de personas?en todo el mundo. PETA, la organizaci¨®n que dirige, no teme ni a Gobiernos ni a multinacionales. Tampoco a la c¨¢rcel.
DURA, RESISTENTE e infinitamente brit¨¢nica, Ingrid Newkirk (Surrey, 1949) est¨¢ hecha de una aleaci¨®n ¨²nica. A lo largo de su vida, igual ha asaltado laboratorios de experimentaci¨®n animal que paseado en cueros por Times Square o irrumpido en un restaurante para meter un mapache muerto en la sopa de la exquisita editora de moda Anna Wintour. Todo es poco para ella. La presidenta de la mayor organizaci¨®n mundial de defensa de los derechos animales nunca descansa. Habla, siente y vive para un fin: salvar del tormento a las criaturas que pueblan la Tierra.
En otra ¨¦poca habr¨ªa sido misionera en tierras hostiles. Ahora es una temida y famosa activista en el coraz¨®n del imperio, en Washington. Experta en el marketing de impacto, desde la atalaya de su organizaci¨®n, Personas por el Trato ?tico a los Animales (PETA, en sus siglas en ingl¨¦s), no desde?a ninguna oportunidad para hacerse notar. All¨¢ por 1994, fue la primera en convencer a las grandes modelos para que posasen desnudas contra el uso de pieles. Desde entonces suele dar en el blanco. Sus campa?as son agresivas, inteligentes, siempre provocadoras. ¡°Usamos todo lo que est¨¢ en nuestras manos. El humor, la seriedad, cosas est¨²pidas, desagradables, rid¨ªculas¡ Tambi¨¦n el sexo. ?Por qu¨¦ no? Nada vende m¨¢s. Todo con tal de que la gente reflexione y discuta. Se pueden re¨ªr de nosotros, nos pueden criticar y no pasa nada, algo aprender¨¢n. Tenemos la obligaci¨®n de que nuestras ideas lleguen a la gente¡±, dice con calma.
¡ªSu compromiso es muy fuerte.
¡ªSoy un animal. No me gusta que piensen que soy mujer, que soy blanca, que soy angloamericana. Eso es basura, eso es separar antes que ensanchar.
¡ª?Ensanchar?
¡ªCuando uno se enfrenta a una injusticia, debe preguntarse si la siente solo porque le afecta o porque es un hecho universal que no deber¨ªa ocurrir. Es como la guerra. ?Rechazas ¨²nicamente que pase en tu pa¨ªs o est¨¢s en contra de todas? No se puede estar solo contra la muerte de un animal, sino de todos los animales. Hay que ensanchar los principios¡±.
Newkirk est¨¢ sentada en el primer piso de la sede de su organizaci¨®n en la capital de Estados Unidos. Una simp¨¢tica casa de ladrillo cerca del barrio diplom¨¢tico de Dupont Circle. Viste camisa turquesa y pantalones negros. Todo de algod¨®n, por supuesto. Su conversaci¨®n es fluida y extremadamente educada. Pero nunca baja la guardia. Esta antigua jefa del departamento de control de enfermedades animales de Columbia es una propagandista feroz. Hierro puro, capaz de enfrentarse a multinacionales y Gobiernos. Durante a?os fue una militante perseguida. La detuvieron innumerables veces y pas¨® temporadas en la c¨¢rcel. Hasta que en 1980 decidi¨® crear PETA y, dentro de la ley, volcarse en la defensa de sus creencias. La entidad logr¨® sonados ¨¦xitos. Fren¨® experimentos de vivisecci¨®n y torci¨® el brazo a gigantes como Mobil, Shell o McDonald¡¯s.
Los animales necesitan el derecho a ser protegidos de nosotros. Lo hemos destruido todo y les hemos arrebatado su espacio
Newkirk hizo del combate una forma de vida. No importaba que el adversario fuese global o se ubicase en su propio barrio. Lo vital era la resistencia. La capacidad de negarse, all¨¢ donde fuera, al sacrificio de los animales. ¡°Me acuerdo que durante dos a?os dirig¨ª un grupo que liberaba pichones destinados a la pr¨¢ctica de tiro en Pensilvania. Era horrible. Los dejaban sin comer y luego los soltaban para ser abatidos. Los tiradores iban borrachos, las aves ca¨ªan heridas y a¨²n vivas las met¨ªan en enormes barriles. Nosotros los liber¨¢bamos antes para impedir la matanza. Luego nos deten¨ªan y nos neg¨¢bamos a pagar la fianza. Cada vez que lo hac¨ªamos, pas¨¢bamos 15 d¨ªas en prisi¨®n. Pero no dimos nuestro brazo a torcer y al final se abandon¨® la pr¨¢ctica del tiro al pich¨®n¡±.
Newkirk sonr¨ªe recordando aquella peque?a victoria. Es as¨ª. Sabe que a¨²n es minor¨ªa y que cada paso adelante, por corto que sea, es terreno conquistado. Por ello, su organizaci¨®n y ella misma se hallan en perpetuo movimiento. La matanza de focas y la de ballenas, la caza, los acuarios, los zoos, los espect¨¢culos con animales y, desde luego, los toros figuran entre sus objetivos. Ante esta determinaci¨®n, de poco sirven los argumentos econ¨®micos y culturales. ¡°La esclavitud tambi¨¦n fue parte de nuestra cultura. Hay muchas tradiciones sucias y crueles. Y eso no las justifica. ?C¨®mo se puede aceptar dar tormento a un animal? No es civilizado ni defendible. Pero no todo es negro, la sociedad evoluciona y m¨¢s de 100 ciudades en Espa?a han prohibido ya los toros. Todo esto acabar¨¢, todo lo que suponga tortura para un animal¡±, sentencia Newkirk.
Dicho lo cual, cambia la sonrisa por un gesto adusto. No resulta dif¨ªcil advertir que sus convicciones son p¨¦treas. Hay quien la ha vinculado incluso al Frente de Liberaci¨®n Animal, la organizaci¨®n dedicada al asalto, sabotaje y boicoteo de las empresas que usan animales para sus negocios. Un grupo clandestino, formado por c¨¦lulas an¨®nimas dispersas en una treintena de pa¨ªses.
¡°No somos lo mismo. El Frente no tiene sedes ni personal; se trata de un conjunto de personas que nadie sabe qui¨¦nes son, dedicadas a liberar animales antes de que los maten. No nos parece mal lo que hace el Frente, pero PETA no quebranta leyes; tenemos otro modo de operar. Hemos decidido que para lograr el cambio tenemos que influir en el consumidor y, por tanto, en los mercados¡±, explica
.¡ªEntonces, ?los defiende?
¡ªPor supuesto.
¡ªPero infringen la ley.
¡ªS¨ª, y tambi¨¦n lo hicieron los activistas por los derechos de las mujeres y ahora nos beneficiamos de sus acciones. Hay cosas que se tienen que hacer.
¡ª?Apoya los ataques a granjas
¡ª?Ataques?
¡ªLiberar a los animales sin autorizaci¨®n del due?o.
¡ªSi lo condenas, preg¨²ntate qu¨¦ est¨¢s haciendo legalmente para frenar estas atrocidades. Si haces algo, quiz¨¢ tengas derecho a decir que esa v¨ªa no te parece adecuada, pero si no haces nada¡
La presidenta de PETA no parece dispuesta a callar. En la defensa de sus creencias acepta pocas barreras. La experimentaci¨®n m¨¦dica, por ejemplo, no es una de ellas. Para Newkirk se trata de una pr¨¢ctica a la que debe ponerse fin. Sostiene que las encuestas se?alan que el 46% de la poblaci¨®n es contraria al uso de animales en ensayos m¨¦dicos y que las pautas est¨¢n cambiando: las vivisecciones ya est¨¢n prohibidas en su mayor¨ªa y la ?tecnolog¨ªa ha ayudado con el cultivo de tejidos humanos.
¡°Durante a?os se han cometido aberraciones. Han sido d¨¦cadas de crueldades y matanzas de primates. Pero hay m¨¦todos alternativos y muchos cient¨ªficos se niegan a ensayar con chimpanc¨¦s¡ Pi¨¦nselo un momento: ?acaso experimentar¨ªamos con hu¨¦rfanos, pobres o inmigrantes solo porque nos diese beneficios? Ser¨ªa moralmente equivocado. ?D¨®nde est¨¢ la ¨¦tica en la ciencia? Si hubi¨¦ramos puesto dinero en la tecnolog¨ªa, habr¨ªamos evitado muchos males. Pero no, durante a?os preferimos matar animales, hasta que a alguien se le ocurri¨® probar alternativas¡±.
Puro Newkirk. Su visi¨®n es b¨¢sicamente optimista. Parte de la premisa de que siempre hay una alternativa. Una forma de superar el problema. Solo se requiere voluntad. Ella la aplica constantemente. No se trata solo de denunciar, sino tambi¨¦n de crear. Esa es una de sus especialidades. Newkirk es una perfecta anfitriona, una organizadora inagotable. A lo largo de los a?os ha sabido rodearse de famosos, desplegar campa?as virales, expandir su discurso antiespecista por los circuitos comunicativos de Occidente. Seis millones y medio de personas militan o apoyan ahora la entidad. Pero ella est¨¢ convencida de que son muchos m¨¢s quienes la siguen. ¡°Ahora mismo estamos registrando un crecimiento exponencial: la gente joven se siente cada vez m¨¢s atra¨ªda por nuestro mensaje. Esto solo puede ir a m¨¢s. En el futuro, alguien mirar¨¢ la actualidad, se llevar¨¢ las manos a la cabeza y dir¨¢: ¡®?C¨®mo es posible que hicieran lo que hicieron?¡¯. Mi esperanza es que la pr¨®xima generaci¨®n no sea tan ciega como la m¨ªa¡±.
Es indudable que el veganismo, la nueva conciencia ecol¨®gica, avanza. Ante la voracidad de un mundo que mata 60.000 millones de animales al a?o, cada d¨ªa son m¨¢s los que prefieren decir no. Los que repudian la carne, el pescado, la leche, los huevos, la miel. No hay una cifra clara, pero una grieta se ha abierto en el antropocentrismo. Nuevos estilos de vida y tambi¨¦n ¨¦ticas distintas est¨¢n emergiendo. Newkirk las defiende con pasi¨®n.
La esclavitud tambi¨¦n fue parte de nuestra cultura. Hay muchas tradiciones sucias y crueles. ?C¨®mo se puede aceptar dar tormento a un animal?
¡ª?Cu¨¢les son los principios veganos?
¡ªEl veganismo no es solo una cuesti¨®n de comida. Es lo que vistes, lo que compras, incluso c¨®mo te diviertes. Rechazamos pagar para que alguien golpee, torture, asalte o mate a un animal.
¡ª?Y cu¨¢ndo comi¨® su ¨²ltimo filete?
¡ªCuando ten¨ªa 21 a?os. Y ahora tengo 68. Primero fui vegetariana, pero pas¨¦ a ser vegana cuando alguien me hizo notar que si tomaba leche era porque separaban al ternero de la madre, lo met¨ªan en una caja y lo serv¨ªan de alimento.
¡ªEn su organizaci¨®n hay quien compara las granjas con campos de concentraci¨®n. ?No es exagerado?
¡ªSi piensa en la ganader¨ªa intensiva, no hay duda de que se concentra a los animales en prisiones, en sitios donde no est¨¢n voluntariamente ni pueden abandonar. All¨ª se les trata mal y se les mata. Las similitudes son insoslayables.
¡ª?Es posible criar ¡°con humanidad¡± a un animal en una granja?
¡ªEso es mentira. Pura basura de las marcas. Puede que algunas granjas sean algo menos crueles, pero no cabe decir que sean humanas. Eso es una fantas¨ªa. Se mata, se separan madres de cr¨ªas¡ ?Y para qu¨¦? No lo necesitamos. Es pura disciplina. Basta con dejarlo e intentar comer otras cosas. No hace falta una hamburguesa si has comido una ensalada. Con el tiempo, dejas de necesitarlo y se vuelve repugnante. Lo acabas viendo tal y como es. Y te preguntas c¨®mo pudiste hacerlo. Pero crecemos habituados a ello y nos cuesta abandonarlo, se torna adictivo. Lo quieres, pero no lo necesitas.
¡ªPero en la naturaleza los animales tambi¨¦n se matan unos a otros. ?Por qu¨¦ no podemos hacerlo?
¡ªMatamos b¨¢sicamente herb¨ªvoros. Animales que no matan a otros. Pero eso da igual. Ellos matan por necesidad. Nosotros hemos industrializado las matanzas. No hay necesidad, ni siquiera somos carn¨ªvoros. Es pura codicia. Ni tenemos los dientes ni los intestinos de un carn¨ªvoro. Queremos comida procedente de torturas terribles como el pat¨¦. Lo que hacemos no es natural, es una perversi¨®n extrema.
¡ª?Pide que las personas y animales tengan los mismos derechos?
¡ªNo. Los derechos que necesitan no son los mismos. No necesitan conducir, ni votar, ni tener un buen trabajo. Necesitan el derecho a ser respetados y protegidos de nosotros. Tener agua y comida, un lugar donde vivir. Lo hemos destruido todo y les hemos arrebatado su espacio, sus ¨¢rboles, los frutos de la tierra¡ No tenemos ni siquiera la decencia de devolverles lo que les hemos quitado. No piden autopistas, ni hospitales, ni supermercados.
¡ª?Defiende una ley natural?
¡ªDepende de lo que se entienda. Hay una falsa presunci¨®n de que estamos por encima. Seguimos pensando de un modo primitivo que la jerarqu¨ªa existe y que el puesto que nos hemos otorgado es el correcto. M¨¢s bien creo en lo que se ha definido como la gran orquesta de la vida. Cada uno toca un instrumento y todos juntos formamos una orquesta. El piano no es superior al viol¨ªn.
¡ª?Cree en Dios?
¡ªNo, soy atea. Pienso que la principal religi¨®n es la amabilidad.
¡ª?Y cu¨¢l ser¨ªa su ¨²ltimo deseo?
¡ªPETA debe quedarse con mi cuerpo. Tienen que trocearlo y poner mi carne en una barbacoa con cebollas. Ha de ser en un sitio p¨²blico, porque quiero que la gente lo huela y coma si quiere. Tambi¨¦n deseo que mis piernas sirvan, como se hace en India con las patas de elefante, para sostener una sombrilla. Una de mis orejas tiene que ser enviada a Canad¨¢ para escuchar a las focas a las que descuartizan, y la otra, que la manden al primer ministro que lo permite. Y mi h¨ªgado, que lo lleven a Francia para preparar foie-gras.
Newkirk suelta esto y se r¨ªe con suavidad. Ha clavado el cuchillo de su rebeld¨ªa. Por sorpresa y para terminar. Es evidente que nunca la har¨¢n cambiar de opini¨®n. Luchar¨¢ por sus ideas hasta el fin. Y si puede, incluso despu¨¦s de muerta.?
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