Las leyes que sanaron a soldados en la guerra y pueden salvar la Tierra
El bi¨®logo Sean B. Carroll narra en su libro 'Las leyes del Serengeti' la historia de los pioneros que descubrieron los c¨®digos que regulan la salud humana y la de los ecosistemas naturales
En mayo de 1917, el cient¨ªfico estadounidense Walter Cannon fue enviado a Europa para participar en la guerra m¨¢s sangrienta de la historia. All¨ª pudo ver c¨®mo muchos combatientes heridos mor¨ªan al entrar en shock ante la impotencia de los m¨¦dicos. Pero Cannon iba a cambiar la situaci¨®n aplicando m¨¦todos de medici¨®n novedosos y un enfoque diferente. Entonces se empezaba a tomar la presi¨®n arterial de los soldados y la prueba mostr¨® en los sanos presiones de entre 120 y 140 mil¨ªmetros de mercurio, mientras los afectados por el shock no alcanzaban los 90. La bajada de presi¨®n dejaba sin combustible a ¨®rganos vitales que se volv¨ªan incapaces de eliminar los desechos. Tratando de comprender lo que suced¨ªa, Cannon midi¨® la concentraci¨®n de iones de bicarbonato en la sangre de sus pacientes y observ¨® que ten¨ªan unos niveles inferiores a los normales. Eso significaba que la sangre, que normalmente es ligeramente alcalina, se hab¨ªa vuelto ¨¢cida. Y cuanto m¨¢s ¨¢cida era la sangre, menor era la presi¨®n arterial y m¨¢s grave el shock. La soluci¨®n del investigador fue sencilla: administrar bicarbonato. As¨ª salv¨® la vida de miles de soldados.
La experiencia, relatada por el bi¨®logo Sean B. Carroll en su libro Las leyes del Serengeti (Debate), convenci¨® a Cannon del delicado equilibrio entre todos los elementos que componen la maquinaria humana y supo que conocer bien esos componentes ofrecer¨ªa potentes herramientas para curar. Suya es la idea de la homeostasis, el concepto que se refiere a los procesos fisiol¨®gicos de regulaci¨®n que mantienen el organismo dentro de unos m¨¢rgenes apropiados. Ahora, buena parte de la poblaci¨®n ha asimilado algunas de las cifras que delimitan estos m¨¢rgenes, como los niveles de colesterol o las transaminasas, y muchos tratamientos para mantener esos niveles han salvado millones de vidas.
Cannon es solo uno de los protagonistas de la obra de Carroll, un libro en el que trata de explicar a trav¨¦s de las historias de los cient¨ªficos que las descubrieron algunas de las reglas que gobiernan la vida, desde el nivel de los procesos fisiol¨®gicos hasta los grandes ecosistemas como el parque nacional del Serengueti, en Tanzania. El bi¨®logo estadounidense alterna la narraci¨®n de las haza?as de Charles Elton, uno de los padres de la ecolog¨ªa, con las de cient¨ªficos como Joe Goldstein o Akira Endo, que dise?aron los tratamientos para controlar los niveles de colesterol y reducir los problemas cardiacos.
En todas estas historias, Carroll trata de mostrar la similitud entre el equilibrio que mantiene la salud de un cuerpo y la de un ecosistema, y la importancia de conocer a los protagonistas de cada sistema y el papel que desempe?an en su buen funcionamiento. Otro de los ejemplos que ofrece es el estudio del c¨¢ncer, que ha mostrado c¨®mo esta enfermedad surge cuando falla el sistema natural de regulaci¨®n que permite a las c¨¦lulas multiplicarse en la cantidad exacta para que una persona siga sana. Cuando se rompen los frenos celulares y la producci¨®n se desmadra, aparecen los tumores. Comprender el sistema de se?ales que apagan y encienden la reproducci¨®n celular ha permitido dise?ar f¨¢rmacos para detener ese proceso y tratar mejor el c¨¢ncer. Recordando ese camino, Carroll nos presenta a pioneras como Janet Rowley, la primera cient¨ªfica en identificar la translocaci¨®n de cromosomas que provocan la leucemia y otros tipos de tumores. Ella es una de las cient¨ªficas que han permitido identificar el pu?ado de genes que tienen una influencia desmesurada en la aparici¨®n del c¨¢ncer, reduciendo el problema y haci¨¦ndolo m¨¢s abarcable.
Saltando del cuerpo humano a la naturaleza, Carroll se fija en fen¨®menos que compara con el c¨¢ncer a nivel ecol¨®gico
Saltando del cuerpo humano a la naturaleza, Carroll se fija en fen¨®menos que compara con el c¨¢ncer a nivel ecol¨®gico. Como sucede con algunos genes en la enfermedad humana, en la naturaleza tambi¨¦n hay elementos especialmente relevantes para comprender y resolver un problema ecol¨®gico. Eso fue lo que descubri¨® Robert Paine cuando analiz¨® qu¨¦ suced¨ªa si se eliminaban las estrellas de mar en un ecosistema marino de Mukkaw Bay, en el estado de Washington (EE UU). La desaparici¨®n de esos depredadores, que manten¨ªan a raya a los mejillones, hizo que estos moluscos se hiciesen con la mayor parte del espacio reduciendo dr¨¢sticamente la diversidad de la zona estudiada, donde se pas¨® de 15 especies a 8 en poco tiempo. En otros sistemas, como el parque de Yellowstone, tambi¨¦n en EE UU, la reintroducci¨®n del lobo benefici¨® a especies vegetales como los abetos a trav¨¦s del control de los alces, que se alimentan de ellos.
Adem¨¢s de un relato fascinante de la b¨²squeda de las leyes que regulan la vida a trav¨¦s de sus protagonistas, el libro de Carroll es un alegato de confianza en la ciencia y una llamada a la acci¨®n. El ser humano se ha convertido en una especie con un impacto sin precedentes dentro del ecosistema global. Su acci¨®n ha provocado desequilibrios que ya empiezan a volverse en su contra, pero conocer y aplicar las leyes del Serengueti, que el autor expone en el libro, pueden evitar el desastre. El conocimiento ha permitido logros improbables en el control de la vida por los humanos, como la eliminaci¨®n de la viruela o la recuperaci¨®n de entornos naturales da?ados.
Uno de los grandes h¨¦roes presentados por Carroll en su libro es Greg Carr, un fil¨¢ntropo estadounidense que hizo fortuna en el mercado de las telecomunicaciones. En 1998, abandon¨® su trabajo como empresario y un a?o despu¨¦s lanz¨® un proyecto de tres d¨¦cadas para recuperar el parque natural de Gorongosa, en Mozambique. Tras a?os de abandono por la guerra civil que arras¨® el pa¨ªs entre 1977 y 1992, un paraje ¨²nico en el mundo qued¨® al borde del colapso. En el a?o 2.000 hab¨ªa menos de un millar de grandes animales. Sin embargo, con una fuerte inversi¨®n econ¨®mica y la aplicaci¨®n de los conocimientos de las leyes de la vida que generaron cient¨ªficos como Paine o Elton, ya hay m¨¢s de 70.000 mam¨ªferos de gran tama?o, como b¨²falos, ?¨²es o elefantes, en el parque mozambique?o.
Aunque en ocasiones no duda en explicar con cierto detalle el trabajo de los cient¨ªficos, el libro de Carroll es una historia en su mayor¨ªa asequible que refleja la pasi¨®n de los protagonistas de la epopeya cient¨ªfica y, aunque se?ala la dimensi¨®n del reto de devolver el planeta a la senda de la sostenibilidad, da motivos para el optimismo. Tantos al menos como el n¨²mero de mentes extraordinarias que nos presenta.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.