Xi confirma la primavera iliberal
China arriesga con el paso de la autocracia a la dictadura unipersonal
Ya es primavera para los pol¨ªticos fuertes, para la Internacional Iliberal, una realidad preocupante con consecuencias globales para la democracia. La libertad funciona, un eslogan que cre¨ªamos imbatible, ya no es tan evidente. A Xi Jinping ya no le basta con ser presidente de todas las cosas, ha forzado la constituci¨®n y se ha convertido, legalmente, en el emperador vitalicio de China. Ha deshecho el gobierno colegiado por consenso en el que cab¨ªan diversas facciones, y como jugador experimentado de ajedrez que es, Xi ocupa todo el tablero.
Putin, que amenaza con una provocadora escalada de su arsenal nuclear, act¨²a como un zar. Es cierto que Rusia, con la excepci¨®n de un breve periodo tras la implosi¨®n de la URSS en el que se pens¨® que una democracia era posible, siempre ha tenido hombres fuertes al frente. Este mes revalidar¨¢ su enorme poder en unas elecciones sin rivales de peso; al ¨²nico que pod¨ªa inquietarle, Navalni, ya le ha ilegalizado torticeramente. Erdogan ejerce como sult¨¢n en Turqu¨ªa. Y qu¨¦ decir de Duterte, en Filipinas, o de Orb¨¢n en Hungr¨ªa.
Estos aut¨®cratas se aprovechan de la p¨¦rdida de la autoridad moral de EE?UU propulsada por la calamidad de Trump. Y del regular desempe?o de las democracias para obtener prosperidad con igualdad, con el consecuente desapego de los ciudadanos. Freedom House alerta de la regresi¨®n democr¨¢tica: el pasado a?o, 71 pa¨ªses sufrieron p¨¦rdidas netas en derechos pol¨ªticos y libertades civiles, frente a solo 31 que ganaron democracia.
Xi y Putin se crecen ante el vac¨ªo del liderazgo de EE?UU y la crisis de confianza en las democracias. El sue?o chino de Xi es recorrer un camino propio. Entierra la idea de que el progresivo bienestar econ¨®mico har¨¢ inevitable la democracia en China. El emperador de por vida cree que lograr¨¢ afirmar su influencia econ¨®mica y pol¨ªtica alrededor del mundo demostrando que los sistemas iliberales no solo pueden sobrevivir, sino tambi¨¦n tener ¨¦xito.
Trabaja para ello con el poder blando de la Ruta de la Seda, inversiones masivas en m¨¢s de 80 pa¨ªses de todos los continentes, en infraestructuras, puertos, aeropuertos, ferrocarriles. Una alternativa para el mundo en desarrollo. Xi rechaza el paraguas del orden internacional multilateral creado por EE?UU tras la Segunda Guerra Mundial, que Occidente manten¨ªa como apuesta equivocada. Cree que su modelo es m¨¢s eficiente y susceptible de alcanzar validez universal. Mir¨¢bamos al rival comercial y ahora es ideol¨®gico.
Xi tiene legitimidad. M¨¢s del 80% de los chinos cree en el rumbo seguido por el pa¨ªs. Con la batalla contra la corrupci¨®n, el emperador ha purgado a m¨¢s de un mill¨®n de ¡°tigres y moscas¡± que pod¨ªan discutirle desde el interior del PCCh. La censura de Internet y la represi¨®n inmisericorde de la disidencia son los cimientos de la estabilidad china. El tr¨¢nsito que inicia Xi desde la autocracia colectiva a la dictadura es una apuesta arriesgada. La democracia tropieza, pero la fragilidad de este
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