El regalo alem¨¢n
La Gran Coalici¨®n favorecer¨¢ el avance europeo que propone Macron
La victoria del s¨ª en el SPD es, probablemente, la mejor noticia para Europa desde el triunfo de Emmanuel Macron en Francia en mayo pasado. El in¨¦dito bloqueo pol¨ªtico que sufr¨ªa Alemania tras el retroceso de los conservadores en las elecciones de septiembre terminar¨¢ con una Gran Coalici¨®n cuyo programa de gobierno ha incorporado importantes medidas para la Uni¨®n Europea; entre ellas, luz verde a una mayor contribuci¨®n presupuestaria y pol¨ªticas que refuercen la zona euro como ped¨ªa el presidente franc¨¦s.
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El programa de gobierno ha exigido grandes sacrificios a los conservadores de la CDU y la CSU de Baviera, en palabras de la canciller Angela Merkel. En sus metas est¨¢ alcanzar el pleno empleo y promover el gasto social y la inversi¨®n, un anatema hasta hace poco en unas pol¨ªticas apegadas a la austeridad. Pero se reedita un pacto ya rodado en el que Merkel ha mostrado su capacidad de adaptaci¨®n aplicando medidas claramente socialdem¨®cratas, incluido el matrimonio homosexual, contrario a sus principios. A cambio, Merkel obtiene la posibilidad de ejercer un cuarto mandato, de contener la inmigraci¨®n que tantos votos le ha costado y, sobre todo, de aportar a Alemania y a Europa estabilidad y progreso.
Es el centenario partido de Willy Brandt, sin embargo, el que m¨¢s ha sacrificado para lograr el acuerdo. El SPD ha debido traicionar en el proceso su propia palabra de no reeditar la Gran Coalici¨®n y de reconstruirse en la oposici¨®n, ha generado una brecha importante con sus bases m¨¢s j¨®venes y ha suscrito el acuerdo a pesar de saber que este puede ¡ª?qui¨¦n sabe?¡ª condenarle en el futuro en las urnas a la irrelevancia, tras sufrir en septiembre la peor derrota de su historia.
Los intereses de Alemania (y los de Europa) se han impuesto tambi¨¦n en las bases del partido como ya hizo la c¨²pula del SPD a principios de enero tras una larga negociaci¨®n con Merkel. Al partido le espera un probable calvario que comandar¨¢ la ahora jefa del grupo parlamentario Andrea Nahles.
De ese sacrificio se va a beneficiar en gran medida, al menos en el corto plazo, una Europa que negocia con ¨¦xito la salida de Reino Unido y espera ansiosa a Berl¨ªn para avanzar en pol¨ªticas econ¨®micas y monetarias (entre otras), ahora que el crecimiento se ha acelerado. Es la paradoja del SPD, un partido que no levanta cabeza desde las duras reformas de Gerhard Schr?der, que perdi¨® la canciller¨ªa en 2005, y que a pesar de ello sigue aportando su impulso a Alemania y a Europa. Solo un pa¨ªs con l¨ªderes de alto sentido de Estado, con Merkel a la cabeza, hace todo ello posible, en contraposici¨®n a la visi¨®n nacional, cortoplacista y partidista de otros. Es el regalo alem¨¢n.
El populismo de Alternativa para Alemania (AfD) puede darse por satisfecho. Algunos sondeos le sit¨²an ya incluso por delante del SPD y ahora, de facto, con esta Gran Coalici¨®n se coloca matem¨¢ticamente como el principal partido de la oposici¨®n. Es una p¨ªrrica victoria a la que conviene estar, sin embargo, atentos. El populismo y la xenofobia siguen acechando.
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