Vasallos
No parece que en el f¨²tbol interese demasiado remover nada ni limpiar nada, no vaya a ser que la gallina de los huevos de oro se ponga clueca
La muerte por infarto de un agente de la Ertzaina durante los enfrentamientos entre los aficionados violentos del Athletic de Bilbao y el Spartak de Mosc¨² devolvi¨® a la actualidad, como pasa de tanto en tanto, la coartada del f¨²tbol para las explosiones de agresividad grupal. Hubo en los d¨ªas anteriores al partido un dato que me pareci¨® chocante que casi nadie comentara. Los noticiarios advert¨ªan de la peligrosidad de los aficionados rusos que llegar¨ªan a Bilbao y las autoridades incluso recomendaron que un colegio cercano al estadio de San Mam¨¦s suspendiera las clases el d¨ªa del partido. No s¨¦ si con cualquier otra excusa que no fuera el f¨²tbol aceptar¨ªamos de manera sumisa que se suspendiera algo tan fundamental como un d¨ªa de colegio. Pero sucede as¨ª con los comercios que han de estar prevenidos para cerrar sus negocios cuando llegan las hordas violentas, a excepci¨®n quiz¨¢ de los bares que les sirven su dosis de envalentonamiento et¨ªlico.
Es algo que tiene el f¨²tbol, una especie de suspensi¨®n de lo razonable en favor de lo pasional. Los partidos, casi a diario, demandan un sobreesfuerzo para las fuerzas de seguridad, los servicios de limpieza y la ordenaci¨®n del tr¨¢fico y del transporte p¨²blico que los Ayuntamientos no estar¨ªan dispuestos a hacer por casi nadie. En esta ap¨¢tica sumisi¨®n al deporte rey supongo que hay algo de negocio interesado. El f¨²tbol mueve tal cantidad de dinero que propone un vasallaje a los alcaldes aceptado sin boicoteos ni insumisiones, porque, al final, la cuenta de ingresos es la que doblega todas las resistencias. No parece que en el f¨²tbol interese demasiado remover nada ni limpiar nada, no vaya a ser que la gallina de los huevos de oro se ponga clueca.
El d¨ªa del partido se extiende una invitaci¨®n a los radicales m¨¢s esmerados de cada pa¨ªs. Es una especie de jornada tur¨ªstica cafre donde se te recomienda no cruzarte en su camino y cerrar los colegios, como antes se cerraban las puertas y ventanas al paso de los forajidos. En un estado de ¨¢nimo en el que la gente tiene propensi¨®n a indignarse por cualquier cosa y pedir que se proh¨ªba todo aquello que le disgusta, parece un milagro que la paciencia del ciudadano sea tan indulgente con esta intromisi¨®n nada leg¨ªtima del matonismo y el reto de las secciones violentas de dos aficiones para zurrarse en sus calles. Las televisiones pujan por los derechos de retransmisi¨®n de un contenido tan pasional, aunque hayan alcanzado precios poco razonables. Sucede lo mismo con las ciudades, porque quedarse sin f¨²tbol es como quedarse desnudo.
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