Jorge Wagensberg y el museo global
El autor recuerda la figura de Wagensberg y c¨®mo preconizaba la idea de un museo abierto a todas las ramas del conocimiento, "estableciendo siempre enlaces entre unas y otras"
Conoc¨ª a Jorge Wagensberg hace m¨¢s de un cuarto de siglo, cuando se hizo cargo del entonces llamado Museu de la Ci¨¨ncia de Barcelona. Hab¨ªa sido una experiencia impulsada por la Obra Social de la Caixa diez a?os atr¨¢s, remodelando el edificio sede del Empar de Santa Ll¨´cia para acoger una serie de experimentos y el que ser¨ªa el primer planetario p¨²blico en Barcelona.
Desde su fundaci¨®n, el Museu pretend¨ªa explorar el concepto de museo interactivo, un enfoque entonces in¨¦dito en Espa?a y casi en Europa, tomando como referente m¨¢s cercano ser¨ªa el Exploratorium de San Francisco. En 1979 ya produjo su primera exposici¨®n itinerante (que circular¨ªa por Espa?a durante m¨¢s de un a?o) y en 1980 ya estaba abierto a su uso por escuelas y p¨²blico en general.
El contenido del primer Museu fue dise?ado por un equipo de ingenieros; quiz¨¢s de ah¨ª su ¨¦nfasis en las ciencias f¨ªsicas: demostraciones de mec¨¢nica, ¨®ptica, inform¨¢tica (con los venerables ordenadores Apple II), fen¨®menos de percepci¨®n visual y algunos pinitos en astronom¨ªa.
La llegada de Jorge, en 1991, supuso un cambio en esa orientaci¨®n. Primero como asesor y luego ya en funciones de direcci¨®n inaugur¨® una nueva sala,?Planeta vivo, en la que por primera vez se inclu¨ªa la exhibici¨®n de organismos vivos: plantas, insectos, moluscos, peces¡ Pero no de una forma indiscriminada sino cuidadosamente elegidos para mostrar sus a veces ins¨®litas relaciones con el medio ambiente. Esa ser¨ªa la trayectoria de Jorge durante toda su vida: resaltar las conexiones, a veces nada evidentes, entre diferentes disciplinas.
Hoy, tal como Jorge preconizaba, no se concibe la idea de un centro cient¨ªfico de esta clase sin un importante componente interactivo
El Museu servir¨ªa tambi¨¦n de modelo para otras instituciones similares que ir¨ªan apareciendo en Espa?a. Primero en La Coru?a; luego en Granada, Murcia, San Sebasti¨¢n, Canarias¡ Hoy, tal como Jorge preconizaba, no se concibe la idea de un centro cient¨ªfico de esta clase sin un importante componente interactivo.
El Museu de la Ci¨¨ncia pronto qued¨® peque?o para un proyecto que ¨¦l acariciaba desde tiempo atr¨¢s: el museo global, abierto a todas las ramas del conocimiento, estableciendo siempre enlaces entre unas y otras, mostrando las mil facetas de nuestro mundo y la forma en que las relaciones entre unas y otras se entrecruzan como un inmenso encaje.
De esa idea naci¨® CosmoCaixa, una edificio de nueva planta cuya superficie cuadruplicaba la del Museu original. All¨ª conviven una reproducci¨®n de la selva amaz¨®nica con un vaso de cer¨¢mica tapizado de caracteres cuneiformes; el cl¨¢sico p¨¦ndulo de Foucault con un molde de las huellas de hom¨ªnidos en Laetoli; o un cr¨¢neo de tricer¨¢tops junto a un soplador de aire para ilustrar el principio de Bernouilli. Donde una simple rueda de bicicleta permite experimentar el sorprendente comportamiento de un gir¨®scopo o donde descubrir las formas geom¨¦tricas b¨¢sicas que se ocultan tras los organismos vivos. CosmoCaixa se convertir¨ªa un permanente laboratorio de descubrimientos para ni?os y mayores, cuyo principal motor no ser¨ªa otro que la curiosidad y el deseo de contemplar la naturaleza desde una ¨®ptica distinta, no curricular.
En poco tiempo, CosmoCaixa fue reconocido como un ejemplo muse¨ªstico en toda Europa y Jorge, como la fuerza impulsora detr¨¢s de todo ello. Sus explicaciones ante cualquier pieza del museo eran m¨ªticas. Pod¨ªa explayarse con la misma facilidad ante el f¨®sil de molusco que hab¨ªa dejado su rastro en el fondo arenoso como relatando la historia del muro geol¨®gico que ¨¦l mismo hab¨ªa descubierto (y rescatado) en un desmonte de la autopista a Manresa.
Jorge Wagensberg no limit¨® su actividad a CosmoCaixa. Tambi¨¦n dej¨® su impronta en muchos centros de ciencia en todo el mundo, desde Montevideo hasta Siracusa, que recurrieron a su asesor¨ªa. Ahora estaba inmerso en otro ambicioso proyecto, a medida de su car¨¢cter universalista: la s¨ªntesis de arte y ciencia en el marco del proyecto del futuro Museo del Hermitage en Barcelona. Su ausencia deja un vac¨ªo dif¨ªcil, muy dif¨ªcil de llenar.
Rafael Clemente es ingeniero industrial y fue el fundador y primer director del Museu de la Ci¨¨ncia de Barcelona (actual CosmoCaixa).
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