Esclavos de la demagogia
Colau esconde sus carencias con gestos simb¨®licos, como la retirada de la estatua de un empresario esclavista
Seguramente tiene raz¨®n el primer teniente de alcalde de Barcelona, Gerardo Pisarello, cuando afirma que ¡°el colonialismo y la esclavitud son de los peores productos de la especie humana¡±. Lo que ya no resulta tan claro es que retirar de una plaza la estatua de un empresario catal¨¢n ¡ªAntonio L¨®pez, marqu¨¦s de Comillas¡ª, que hizo dinero como negrero en el siglo XIX, sea ¡°un acto de reparaci¨®n¡±. ?Qu¨¦ viene a reparar y a qui¨¦nes repara, y por qu¨¦ precisamente ahora? Es evidente que se trata de un gesto simb¨®lico, ?pero por qu¨¦ ¨¦ste y no otro? Si se hurgara met¨®dicamente desde la perspectiva de una sociedad que se cree moralmente superior por haber proclamado la Declaraci¨®n Universal de los Derechos Humanos, y siempre con ese af¨¢n de reparaci¨®n,no quedar¨ªan demasiados pr¨®ceres sobre sus respectivas peanas. Como el pasado est¨¢ lleno de horrores, lo que habr¨ªa que preguntarles a Ada Colau y a Pisarello y a cuantos celebran estas amables representaciones es hasta d¨®nde van a llegar y si pueden garantizar que, cumplida su tarea, Barcelona va a quedar limpia de cualquier m¨¢cula que ensucie su radiante presente.
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La retirada de la estatua se realiz¨® en un clima festivo, como no pod¨ªa ser de otra manera ¡ª?hay acaso alguien que apoye la esclavitud?¡ª, pero lo que importa es la forma de gestionar los problemas de unas sociedades cada vez m¨¢s complejas y cada vez m¨¢s ideologizadas. ?Tiene sentido que los pol¨ªticos se ocupen de arreglar el pasado cada vez que, incapaces de gobernar el presente, necesitan establecer v¨ªnculos emocionales con sus potenciales votantes?
Desde que lleg¨® al Ayuntamiento, Colau no ha dejado de realizar gestos simb¨®licos ¡ªse estren¨® retirando un busto de Juan Carlos I¡ª y provocadores. Su querencia por agradar a los suyos es, lamentablemente, tan grande como la falta de consistencia de su proyecto pol¨ªtico. Un d¨ªa cualquiera los barceloneses se hartar¨¢n de tantas cortinas de humo.
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