Hacia la paz de lenguas

Con la obstinada regularidad de una tabla de mareas, la cuesti¨®n de la lengua desata una tormenta de acritud cada tanto en Espa?a, dejando en el reflujo un poco m¨¢s fatigados y carcomidos los pilares de la convivencia. En esta ocasi¨®n, ha sido la apertura del plazo de inscripci¨®n en el curso escolar la que ha vuelto a encabritar la ola a cuento del nunca pacificado debate sobre la lengua de la ense?anza en Catalu?a. La novedad es que el autogobierno intervenido suscita en muchos la esperanza ¡ªel temor, en otros¡ª de que el Gobierno central tome alguna medida tendente a garantizar que en Catalu?a, adem¨¢s de en catal¨¢n, pueda estudiarse tambi¨¦n, siquiera en parte, en castellano. No envidio la papeleta del ministro M¨¦ndez de Vigo, que acierta, en mi opini¨®n, al advertir que el art¨ªculo 155 no es el marco jur¨ªdico m¨¢s adecuado para alterar el modelo ling¨¹¨ªstico imperante en Catalu?a, por m¨¢s que ese modelo nos pueda parecer an¨®malo e injusto.

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El Gobierno planea acabar con la inmersi¨®n ling¨¹¨ªstica en Catalu?a

Un pacto por las lenguas

Porque as¨ª es: el actual modelo catal¨¢n, defendido con ferocidad digna de mejor causa, es an¨®malo e injusto. Se dice de inmersi¨®n para callar que es de exclusi¨®n. En realidad, ninguna raz¨®n confesable hay para preferirlo a una modalidad biling¨¹e, de conjunci¨®n, donde no se separar¨ªan a los alumnos, sino las materias: tantas en una lengua, tantas en otra, en atenci¨®n al entorno socioling¨¹¨ªstico. Un sistema f¨¢cil de implantar, respetuoso e inclusivo, que asegura el dominio de ambas lenguas. Pero que no haya razones confesables para oponerse a esta alternativa, no significa que no las haya inconfesables: la inmersi¨®n monoling¨¹e no logra ning¨²n beneficio pedag¨®gico que un modelo biling¨¹e no consiga tambi¨¦n, pero solo aquella rinde el beneficio ideol¨®gico que el independentismo desea: hacer que sobre el castellano pese el estigma de lengua extranjera, contribuyendo as¨ª a adelgazar el contenido de esa parte de su identidad que los catalanes tienen en com¨²n con el resto de los espa?oles.

El debate sobre la inmersi¨®n?es inevitable. Lo exige un sector de la sociedad catalana que pide que no se confunda hegemon¨ªa con consenso. Con torturados circunloquios lo admite ya el socialismo, tras a?os de est¨¦ril consignismo en la materia. Pero tambi¨¦n en el conjunto de Espa?a un gran debate sobre lenguas espa?olas debe abrirse, orientado a conseguir lo que no debe faltar en una democracia pluriling¨¹e: un marco legal general que siente y pacifique, con criterios de justicia e inclusi¨®n, las obligaciones ling¨¹¨ªsticas de las administraciones y los derechos ling¨¹¨ªsticos de los administrados. Una ley de lenguas, generosa por parte de todos, que saque la pol¨¦mica de los juzgados y culmine el aprendizaje de la diversidad que el Estado inici¨® en 1978. @JuanCladeRamon