Ser mujer
El voluptuoso desnudo femenino constituye un horizonte est¨¦tico en la historia de la pintura
Muy pronto los centros del poder masculino quedar¨¢n definitivamente fuera del canon machista consagrado en nuestra cultura por el Antiguo Testamento y la lucha por la igualdad de hombres y mujeres se librar¨¢ incluso en el terreno de la gen¨¦tica. Llegar¨¢ el momento en que el ¨®vulo podr¨¢ elegir el espermatozoide m¨¢s adecuado de entre los millares de in¨²tiles que asediar¨¢n la gran f¨¢brica de la vida. Al final, las dos c¨¦lulas se mirar¨¢n a la cara, de igual a igual, y el peque?o espermatozoide tendr¨¢ que aceptar un ¡°no es no¡± de ese ¨®vulo ¨²nico, brillante, din¨¢mico y lleno de futuro. Si el G¨¦nesis lo hubiera escrito S¨¦fora, la mujer del machista Mois¨¦s, habr¨ªamos le¨ªdo: ¡°Al sexto d¨ªa, Dios cre¨® a Eva y desde sus entra?as surgi¨® Ad¨¢n¡±. Ser¨ªa un relato m¨¢s consistente porque todos llegamos a este mundo atravesando a una mujer cuyo cuerpo, glorificado o satanizado, se ha convertido en una neurosis masculina en el arte y en la religi¨®n. El voluptuoso desnudo femenino constituye un horizonte est¨¦tico en la historia de la pintura, igual que la figura de la Virgen sin v¨ªsceras pero vestida con ropaje celestial, rodeada de ¨¢ngeles. Para una feminista radical ?qu¨¦ es m¨¢s degradante, la Venus de Botticelli saliendo desnuda del mar sobre una concha impulsada por el soplo de dioses alados o las Inmaculadas de Murillo, quien a veces utilizaba de modelos a rameras sevillanas y las pintaba con la serpiente y la luna a sus pies? Durante 3.500 a?os la mujer ha sido sometida, explotada, considerada como patrimonio del var¨®n, objeto de placer o animal de carga. La esclavitud fue oficialmente abolida en la segunda mitad del siglo XIX; entonces se inici¨® el movimiento obrero y ahora que la lucha de clases parece que ha sido neutralizada ha aparecido en escena la batalla final por la liberaci¨®n femenina, una guerra que no ha cesado desde el neol¨ªtico.
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