San Woody Allen
Hay quienes tachan de caza de brujas las acusaciones contra el director por abusos sexuales, pero el caso dista de estar claro: encierra datos inquietantes.
LLEVO SEMANAS asistiendo con asombro creciente a la beatificaci¨®n de Woody Allen. Lo veo levitar ante mis ojos rumbo al cielo aupado por diversos columnistas y comentaristas. Salvo alguna excepci¨®n, en la mayor¨ªa de estos alegatos se dan dos curiosas circunstancias: por un lado, una en¨¦rgica, escandalizada denuncia de la caza de brujas del movimiento MeToo, que seg¨²n ellos llega a ser tan dogm¨¢tico que est¨¢ torturando al pobre Allen sin ninguna prueba; y por el otro, una sesgada ignorancia sobre las circunstancias de este caso. Lo cual me preocupa, porque veo a colegas admirados e incluso queridos llegar en este tema a un nivel de simplificaci¨®n que no suelen manifestar en otros asuntos.
Sorprende que todos est¨¦n tan convencidos de la inocencia de Woody Allen, porque el tema es un maldito y envenenado pantano: yo, desde luego, no estoy segura de nada
De entrada, sorprende que todos est¨¦n tan convencidos de la inocencia de Woody Allen, porque el tema es un maldito y envenenado pantano: yo, desde luego, no estoy segura de nada. Algunos afirman que Allen fue declarado no culpable, lo cual es un error: no hubo ninguna declaraci¨®n porque no hubo juicio. El examen m¨¦dico de la ni?a Dylan, que ten¨ªa siete a?os, result¨® negativo (claro que unos tocamientos, esa fue la acusaci¨®n, no dejan huella); adem¨¢s, un informe del hospital Yale-New Haven, encargado por el fiscal del Estado Frank Maco, concluye que el v¨ªdeo en el que la ni?a habla de los abusos est¨¢ editado y manipulado, y que o bien Dylan se inventaba todo, o bien se lo hab¨ªa sugerido la madre. Debo recordar que el proceso tuvo lugar en medio de la trifulca de la separaci¨®n de Allen y Farrow a consecuencia de la relaci¨®n de ¨¦l con una hija adoptiva de Mia. Total, que el juez Elliot Wilk no encontr¨® pruebas concluyentes y cerr¨® el caso.
Hasta aqu¨ª todo parece muy sencillo. Pero empecemos con el l¨ªo. Resulta que el informe Yale-New Haven est¨¢ firmado por dos asistentes sociales y por un pediatra que era el jefe del equipo, pero que jam¨¢s vio a Dylan. Todas las notas de la investigaci¨®n fueron destruidas antes de presentar el informe, algo muy an¨®malo; los asistentes sociales se negaron a declarar ante el juez y el ¨²nico testimonio fue el del pediatra. Por todas estas razones, el estudio no fue considerado fiable ni por el fiscal que lo hab¨ªa encargado ni por el juez, que dijo: ¡°Es un informe sanitized [desinfectado, retocado] y por lo tanto menos cre¨ªble¡±. En cuanto al fiscal Maco, declar¨® que no hab¨ªa continuado con el caso por la fragilidad de la ni?a v¨ªctima, aunque hab¨ªa causa probable para presentar cargos contra Allen (el cineasta le puso una denuncia disciplinar por estas palabras y perdi¨®). Adem¨¢s, y aunque no hubo nunca un juicio por los supuestos tocamientos, s¨ª lo hubo por la custodia de los hijos de Allen; y Elliot Wilk, el mismo juez que archiv¨® los abusos, dijo en esa sentencia cosas como: ¡°No hay evidencia cre¨ªble que soporte la alegaci¨®n del se?or Allen de que la se?ora Farrow manipul¨® a Dylan¡± o ¡°Probablemente nunca sabremos lo que sucedi¨® aquel 4 de agosto de 1999 (¡) [pero] la conducta del se?or Allen hacia Dylan fue gravemente inapropiada y¡ deben tomarse medidas para proteger a la ni?a¡± (el texto ¨ªntegro de la sentencia est¨¢ en Internet). Farrow obtuvo la custodia y el juez deneg¨® las visitas de Woody a Dylan. Allen present¨® dos apelaciones contra la sentencia, que tambi¨¦n perdi¨®, y tuvo que pagarle a Mia un mill¨®n de d¨®lares por los gastos legales.
A¨²n queda much¨ªsima basura por contar, pero no me cabe en este art¨ªculo. M¨¢s indicios que acusan tanto a Woody como a Mia, intentos cruzados de desacreditar a los partidarios de ambas facciones¡ La miseria habitual entre dos personas chifladas que se odian. En fin, yo no escribo este texto para demostrar que Allen es culpable (en la duda, yo me inclino m¨¢s hacia su culpabilidad, pero esto es irrelevante), sino para probar que el caso dista mucho de estar claro y que quienes le acusan no son unos dogm¨¢ticos y delirantes cazadores de brujas, sino que se basan en inquietantes datos. Aunque lo peor es intuir, a la luz de este esc¨¢ndalo, la facilidad con la que la inercia social nos hace apoyar autom¨¢ticamente al personaje de poder y no prestar la suficiente atenci¨®n a las denuncias de los ni?os por abuso o incesto.?
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