Naz¨ªstica
El independentismo catal¨¢n actual recuerda en ciertos aspectos a ¡®El triunfo de la voluntad¡¯, el documental que ensalza la Alemania de Hitler.
EN LOS ?LTIMOS tiempos se ha impuesto una consigna seg¨²n la cual, en cuanto alguien menciona en una discusi¨®n a Hitler y a los nazis, pierde inmediatamente la raz¨®n y no ha de hac¨¦rsele m¨¢s caso. Me temo que esa consigna la promueven quienes intentan parecerse a los nazis en alg¨²n aspecto. Para que no se les se?ale su semejanza (y hay muchos, de Trump a Putin a Maduro a Salvini), se blindan con ese argumento y siguen adelante con sus pr¨¢cticas sin que nadie se atreva a denunciarlas. Evidentemente, si la palabra ¡°nazi¡± se utiliza s¨®lo como insulto y a las primeras de cambio, se abarata y pierde su fuerza, lo mismo que cuando los independentistas catalanes tildan de ¡°fascista¡± al que no les da la raz¨®n en todo, o las feministas de derechas llaman ¡°machista¡± a quien simplemente cuestiona algunos de sus postulados o exageraciones reaccionarios, tanto que coinciden con los de las m¨¢s feroces puritanas y beatas de anta?o.
Comparar a gente actual con los nazis no significa decir ni insinuar que esa gente sea asesina (eso siempre est¨¢ por ver)
Pero hay que tener en cuenta que Hitler y los nazis no siempre fueron lo que todos sabemos que acabaron siendo. Hubo un tiempo en que enga?aron (un poco), en que las naciones democr¨¢ticas pactaron con ellos y no los vieron con muy malos ojos. Tambi¨¦n hubo un famoso periodo en que se opt¨® por apaciguarlos, es decir, por hacerles concesiones a ver si con ellas se calmaban y se daban por contentos. En 1998 escrib¨ª un largo art¨ªculo en El Pa¨ªs (¡°El triunfo de la seriedad¡±), tras ver el documental El triunfo de la voluntad, que la gran directora Leni Riefenstahl (curioso que las feministas actuales no la reivindiquen como pionera) rod¨® a instancias del F¨¹hrer durante las jornadas de 1934 en que se celebr¨® en N¨²remberg el VI Congreso del Partido Nazi, con m¨¢s de doscientas mil personas y la entusiasta poblaci¨®n ciudadana. Entonces los nazis no eran a¨²n lo que llegaron a ser, aunque s¨ª sumamente temibles, groseros, vacuos, pomposos y fan¨¢ticos. Faltaban cinco a?os justos para que desencadenaran la Segunda Guerra Mundial. Pero ya hab¨ªan aprobado sus leyes raciales, que databan de 1933 y adem¨¢s fueron cambiando y endureci¨¦ndose. Una de sus consecuencias tempranas fue que muchos individuos que hasta entonces hab¨ªan sido tan alemanes como el que m¨¢s, de pronto dejaron de serlo para una elevada porci¨®n de sus compatriotas, que los declararon enemigos, escoria, una amenaza para el pa¨ªs, y finalmente se dedicaron a exterminarlos. Lo sucedido en los campos de concentraci¨®n (no s¨®lo con los jud¨ªos, tambi¨¦n con los izquierdistas, los homosexuales, los gitanos y los disidentes dem¨®cratas) se conoci¨® muy tard¨ªamente; en toda su dimensi¨®n, de hecho, una vez derrotada Alemania.
As¨ª que comparar a gente actual con los nazis no significa decir ni insinuar que esa gente sea asesina (eso siempre est¨¢ por ver), sino que llevan a cabo acciones y toman medidas y hacen declaraciones reminiscentes de los nazis anteriores a sus matanzas y a su guerra. Y, lejos de lo que dicta la consigna mencionada al principio, eso conviene se?alarlo en cuanto se detecta o percibe. Una caracter¨ªstica nazi (bueno, dictatorial y totalitaria) es que, una vez ganadas unas elecciones o un plebiscito, su resultado sea ya inamovible y no pueda revisarse nunca ni someterse a nueva consulta. Es muy indicativo que en todas las votaciones independentistas (Quebec, Escocia), nada impide que, si esa opci¨®n es derrotada, se intente de nuevo al cabo de unos a?os. Mientras que se da por descontado que, si triunfa, eso ser¨¢ ya as¨ª para siempre, sin posibilidad de rectificaci¨®n ni enmienda. A nadie le cabe duda de que el modelo catal¨¢n seguir¨ªa esa pauta: si en un refer¨¦ndum fracasamos, exigiremos otro al cabo del tiempo; en cambio, si nos es favorable, eso ser¨¢ definitivo y no daremos oportunidad a un segundo.
El independentismo catal¨¢n actual va recordando a El triunfo de la voluntad en detalles y folklore (yo aconsejo ver ese documental cada diez o quince a?os, porque el mundo cambia): proliferaci¨®n de banderas, himnos, multitudes, arengas, coreograf¨ªas variadas, uniformes (hoy son camisetas con lema), patria y m¨¢s patria. En uno de sus discursos, Hitler imparte sus ¨®rdenes: ¡°Cada d¨ªa, cada hora, pensar s¨®lo en Alemania, en el pueblo, en el Reich, en la naci¨®n alemana y en el pueblo alem¨¢n¡±. S¨®lo eso, cada hora, obsesiva y est¨¦rilmente. Se parecen a ensalzamientos del caudillo Jordi Pujol y de sus secuaces respecto a Catalu?a. Hace poco Alcoberro, vicepresidente de la ANC, solt¨® dos cosas reveladoras a las que (siendo ¨¦l personaje secundario) poca atenci¨®n se ha prestado. Una fue: ¡°Para muchos, Espa?a ya no es un Estado ajeno, sino que es el enemigo¡±. No dijo el Gobierno central, ni el Tribunal Supremo, dijo Espa?a, as¨ª, entera. Son los mismos que a veces desfilan gritando ¡°Somos gente de paz¡± en el tono m¨¢s belicoso imaginable. La otra cosa naz¨ªstica que dijo fue: ¡°La independencia es irreversible porque los dos millones que votaron separatista el 21 de diciembre y en el refer¨¦ndum del 1 de octubre no aceptar¨¢n otro proyecto¡±. En Catalu?a votan cinco millones y medio, pero las papeletas de dos abocan al pa¨ªs a una situaci¨®n ¡°irreversible¡±. Porque ellos, est¨¢ claro, no respetan la democracia ni ¡°aceptar¨¢n otro proyecto¡±, aunque las urnas decidan lo contrario.?
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Archivado En
- Opini¨®n
- Ley Refer¨¦ndum Catalu?a
- Legislaci¨®n auton¨®mica
- Catalu?a
- Autodeterminaci¨®n
- Generalitat Catalu?a
- Refer¨¦ndum
- Gobierno auton¨®mico
- Conflictos pol¨ªticos
- Comunidades aut¨®nomas
- Elecciones
- Pol¨ªtica auton¨®mica
- Administraci¨®n auton¨®mica
- Legislaci¨®n
- Espa?a
- Administraci¨®n p¨²blica
- Justicia
- Pol¨ªtica
- La zona fantasma
- EPS Columnas