Unas elecciones en paz

Las elecciones legislativas celebradas el domingo en Colombia, m¨¢s all¨¢ del resultado concreto, tienen una importante carga simb¨®lica. Por primera vez en m¨¢s de medio siglo, el pa¨ªs sudamericano ha podido acudir a votar sin la existencia de un cruel conflicto armado en su territorio. Es m¨¢s, uno de los principales protagonistas de esta guerra civil, la exguerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias Colombianas (FARC), ha participado transformado en un partido pol¨ªtico. Mismas siglas para distintas palabras: Fuerza Alternativa Revolucionaria del Com¨²n.

Y la FARC ha experimentado, tambi¨¦n por primera vez, que la lucha democr¨¢tica es igualmente implacable. Sus resultados, tanto para el Congreso como para el Senado, han sido p¨¦simos, aunque los acuerdos de paz le garantizan un n¨²mero m¨ªnimo de diputados. Apenas ha logrado 32.636 votos para la C¨¢mara baja, siendo la ¨²ltima fuerza del espectro pol¨ªtico, muy lejos de los 2.298.377 sufragios del vencedor, el socialdem¨®crata Partido Liberal. La misma tendencia se ha marcado respecto al Senado donde la FARC ha conseguido solo 52.532 votos y queda por delante ¨²nicamente de un partido formado por soldados y de una organizaci¨®n ciudadana. Resulta significativo que en la C¨¢mara alta el vencedor haya sido el Centro Democr¨¢tico, formaci¨®n conservadora del expresidente ?lvaro Uribe, muy cr¨ªtico con el acuerdo de paz alcanzado con la guerrilla.

Pero estas elecciones adem¨¢s han servido como primarias ¡ªen sendos referendos paralelos¡ª para los bloques de izquierda y derecha ante las presidenciales del pr¨®ximo 27 de mayo. Gustavo Petro e Iv¨¢n Duque, respectivamente, se han impuesto a sus rivales. Ambos representan la polarizaci¨®n de la sociedad colombiana. Petro, con un discurso contra los pol¨ªticos tradicionales y el establishment; Duque, con la econom¨ªa como prioridad. Dos planteamientos muy alejados de entre los cuales los colombianos elegir¨¢n uno. Otra vez en paz.